Las estrategias
argumentativas de defensa:
En la tercera fase de un escándalo, la defensa, es cuando el
acusado tiene la oportunidad de desplegar una estrategia argumentativa que le
permita superar la crisis, o lo condene definitivamente.
El escándalo, al ser un proceso conflictivo en el cual se
establece una contienda entre varios actores, genera una gran polifonía de
voces, que exceden a las del oficialismo. Esta multiplicidad de voces se tiende
a agrupar en torno a por lo menos dos polos interpretativos antagónicos sobre
los hechos, adoptando posicionamientos morales opuestos ante los mismos: los
acusadores y los acusados.
Incluso al interior del gobierno puede haber polifonía
cuando no se presenta un frente discursivo común y conviven distintas
interpretaciones. Incluso cuando las interpretaciones son opuestas, se pueden
hacer públicos los conflictos internos de la elite gobernante.
El primer aspecto relevante para analizar la posición de un
gobierno ante el escándalo, es la estrategia argumental o la defensa que se da
ante el revelamiento y la publicidad de la infracción denunciada. Es decir, la
reacción comunicativa ante la exposición pública de la infracción.
Cuando el acusado accede al espacio público, el lugar desde
el cual va a hablar el sospechado ya se encuentra significado por la construcción
narrativa de los medios. Sin embargo, en función de la estrategia discursiva
que utilice podrá tener cierta capacidad para intervenir en el proceso de
dramatización y de atribución de responsabilidad.
Puede haber más de un tipo específico de respuesta gubernamental
ante una misma denuncia. En esos casos, la estrategia defensiva mostrará una
polifonía en lugar de una estrategia coordinada y homogénea en el discurso.
Lo más habitual y dado el fuerte impacto emocional que suele
tener la exposición ante el escándalo para un actor, es que los acusados
prefieren el silencio para evitar que el escándalo se acreciente. Sin embargo,
esto no suele ser un buen remedio.
Cuando el acusado no habla, los acusadores conservan el
monopolio de la dramatización, lo cual puede profundizar la crisis. Además, el
silencio del acusado permite a los medios de comunicación tener una mayor
licencia creativa a la hora de ficcionalizar los hechos y de estigmatizar
adversamente al actor o a la institución.
Entre las estrategias argumentativas posibles se encuentran
las negacionistas, las confrontativas y las inculpatorias.