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jueves, 15 de abril de 2010

De Narváez apela a Gardel para lanzar su candidatura presidencial

La interna del peronismo disidente sigue sin definirse. Hay muchos caciques pero ningún lider claro. El mejor posicionado, Reutemann, aún no se decide a ser candidato a presidente; Duhalde quiere lanzarse (y de hecho lo hizo), pero tiene una alta imagen negativa (59,8%, según la consultora eQuis); y el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, no sabe si buscar la reelección o la presidencia, mientras sufre por la causa de las escuchas ilegales que podría destituirlo.
La gran duda de esa interna es Francisco De Narváez. El vencedor de Kirchner en las últimas elecciones legislativas quiere ser presidente, pero la Constitución Nacional se lo impide por haber nacido en Colombia.En su artículo 89, la carta magna reza: "Para ser elegido Presidente o vicepresidente de la Nación, se requiere haber nacido en el territorio argentino, o ser hijo de ciudadano nativo, habiendo nacido en país extranjero". De Narváez no cumple ninguna de esas dos condiciones.


Hasta hoy, el colombiano se debatía entre tres opciones. Una era gobernar la provincia de Buenos Aires, pero Duhalde le advirtió que es un territorio muy difícil de gestionar. Además, De Narváez no contaría con el apoyo del aparato duhaldista como sí lo tuvo en las últimas elecciones, precisamente por los acuerdos rotos entre ambos.
La segunda era presentarse como candidato a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, pero la idea lo enfrentó con su ¿ex? aliado, Mauricio Macri, porque se disputarían el mismo distrito. Macri, además, también quiere ser presidente, y a idea de competir con De Narváez no le cae muy bien.
Ahora De Narváez se habría volcado por la tercera opción, su aspiración original, ser candidato a presidente. Al menos eso parece por los afiches que aparecieron esta mañana en el microcentro porteño, que rezan "Gardel es argentino, Francisco presidente. Tiene sentido".
Los carteles confirmarían la intención del colombiano de presentarse ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que avalen su candidatura. Sin embargo, algunos de los miembros del máximo tribunal ya insinuaron que es difícil que su pedido tenga éxito: la Constitución fue reformada en 1994, por lo que no se puede argumentar que el artículo 89 sea "caduco".
Si De Narváez logra candidatearse, resta ver si lo hará por dentro o por fuera de la interna del PJ. La primera opción lo obligaría a competir con Néstor Kirchner en internas abiertas, y las últimas encuestas revelan que habría un empate técnico entre ambos.
Fuente: Perfil.com.

lunes, 15 de febrero de 2010

Intentan levantar la mala imagen de Cristina en las redes de Internet

La Presidenta y su marido llamaron al combate, y ellos tomaron las armas. En la guerra por intentar revertir los crecientes niveles de imagen negativa que le atribuyen todas las encuestas, el Gobierno cuenta con la ayuda de distintos grupos de cibermilitantes organizados para defenderlo en Internet, otro de los terrenos esquivos para los Kirchner.
"Según nuestras mediciones, un 70% de todos los comentarios en las redes sociales sobre Cristina Kirchner y el Gobierno son negativos", dice Jonathan Ríos, del departamento de Marketing & Research de la consultora BGL. Su tarea es analizar la presencia y la imagen de marcas y personas en el "universo social", es decir en los blogs y microblogs personales, y en las nutridas comunidades de Facebook, Twitter, Ning, Flickr o YouTube: espacios donde los usuarios se inscriben espontáneamente para opinar sobre algo o sobre alguien.
"Para medir las opiniones de la gente en estos expacios utilizamos varias herramientas", explica Ríos. "Primero corremos dos programas que nos dan un informe sobre la visibilidad de la marca o persona que estamos midiendo, y cuáles son los medios en los que más aparecen. Luego se evalúan ciertas palabras clave, tópicos del momento, historias o notas más comentadas y compartidas, la voz de los usuarios más influyentes en el medio, la repercusión sentimental generada y las tendencias de publicación. Después utilizamos plataformas profesionales en las que ingresamos todos estos datos, le indicamos al sistema cuales son las palabras negativas, positivas o neutras, y en qué medios queremos realizar la medición. A través de un procesamiento de lenguaje natural, la información es analizada y segmentada".
La explosión de estas ágoras virtuales es la principal diferencia de la llamada "Web 2.0" con la Internet tradicional. Aldo Leporati, de la consultora Porter Novelli, advierte que los políticos argentinos deberían 'cuidar' lo que se dice sobre ellos en las redes sociales, "porque ahora la gente tiene voz y voto. Los usuarios crean grupos de interés; inician y mantienen conversaciones para opinar, participar, compartir ideas, producir audios y videos y averiguar sobre distintos temas. Los consumidores se convirtieron en 'prosumidores'".
En la jerga 2.0, los comentarios, posteos y conversaciones que circulan en las redes sociales y los blogs reciben el nombre genérico de "buzz", y refieren a las percepciones y rumores que sobre determinado tema o persona surgen de esos comentarios. Algunos especialistas en el uso de nuevas tecnologías también llaman a estas participaciones "información social", y sus análisis les asignan cada vez más importancia.
Como parte de este nuevo menú de herramientas participativas, las redes sociales ofrecen la inédita posibilidad de la militancia negativa; sin necesidad de embandearse detrás de ninguna idea o candidato, cualquier persona puede crear un grupo en contra de algo y esperar a que otras personas adhieran a él. Mala noticia para el Gobierno: a los jóvenes usuarios de las redes sociales -una inmensa mayoría- no se los puede seducir con subsidios ni planes sociales. Ellos son los más golpeados por el desempleo (mientras que según el cuestionado Indec la tasa general es de 9,1%, entre los menores de 29 años supera el 16%), y de acuerdo a lo que la semana pasada discutieron el cardenal Casaretto y el ministro de Educación Alberto Sileoni, entre 550.000 y 900.000 chicos de 13 a 19 años no estudian ni trabajan.
Pero al parecer, estos jóvenes tampoco son tan escépticos como se los creía hasta ahora: en la web militan fuerte contra el Gobierno, y aunque para muchos dirigentes su incidencia parece invisible, las estadísticas sugieren otra cosa. Sólo Facebook, la más popular de las redes, tiene siete millones de usuarios en el país.

Allí se se multiplican y crecen sin parar "clubes" como "A que encuentro a 10.000 que odian a Cristina Kirchner" (con 184.440 afiliados superó su meta con creces), "¡Vamos por más! 500.000 personas contra el gobierno de Kirchner" (44.671 seguidores) y unos 340 grupos similares que hasta ahora reunieron más de medio millón de adherentes: En sus "muros" -pizarras virtuales para escribir opiniones- no sólo se expresaron opiniones y diatribas contra el Gobierno, sino que también se definieron acciones colectivas, como un cacerolazo o una convocatoria a manifestar en Plaza de Mayo. Hace diez días, por ejemplo, se creó un nuevo grupo para tratar de unir y coordinar a todos los socios anti K.
Para no prestarse a confusiones ni manipulaciones, el creador de "¡Vamos por más!...", aclaró hace unos días que "este grupo es democrático, no somos golpistas, como nos tilda Nestor Kirchner. No queremos que caiga el gobierno, queremos que hagan las cosas como se debe! Todos tienen derecho a expresar su opinión, pero este grupo esta claramente en contra de este gobierno inepto, así que si no concuerdan con la idea, abstenganse de hacer comentarios en este grupo, van a ser eliminados".
La advertencia está dirigida a los ciberactivistas kirchneristas que ya comenzaron a organizarse para defender al Gobierno. ¿Su hipótesis? Que los medios de comunicación "distorsionan la realidad", y que es necesario crear circuitos de información y difusión más benevolentes con la pareja presidencial. En 2007, la campaña de Cristina había ofrecido los primeros antecedentes de esta cibermilitancia K: bajo la protección de fundaciones como Generación Libre y Primero Argentina -patrocinada por el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini- florecieron grupos como Generación K, Grito Argentino y Blogs para la Victoria, manejados por militantes como el actual funcionario tucumano Javier Noguera y el santacruceño Agustín Clark. Estos equipos perdieron fuerza tras las elecciones presidenciales, y terminaron desarticulándose meses después, cuando varias investigaciones periodísticas señalaron a sus creadores como "ñoquis digitales".
Los actuales exégetas del Gobierno son más vocacionales. Los más fanáticos se congregan en "Bloggers en acción", una plataforma que reúne a 279 blogs. "Todos sabemos que lo que ellos -los medios- dicen no es lo que la gente dice, sino lo que quieren que la gente diga", se convencen. Otro "blog de blogs" muy activo es la "Peronósfera", creada y cooordinada por Mónica D'Assisi. "El objeto directo de nuestra militancia es el Gobierno nacional, al que apoyamos totalmente", explica Mónica a Clarín. "La red nos sirve para captar opiniones de todos los compañeros, oficialistas y no oficialistas, y generar debates acordes a nuestra afinidad ideológica. Habíamos llegado los 3.000 miembros, pero el 3 de enero nos hackeraron", dice. En el sitio peronautas.com también se abre la puerta a 47 blogs kirchneristas.
La batalla por el relato tiene más soldados oficialistas. Un comunicado emitido hace un mes, en sincronía con la denuncia de Néstor Kirchner sobre un supuesto mega complot para desestabilizar al Gobierno, recrea con dramatismo el estilo de los antiguos partes de guerra: "Ante la solapada y trasnochada intención de llevar adelante un golpe institucional-económico-político-judicial contra el Gobierno nacional y popular de la señora Cristina Fernández de Kirchner (...) el secretario general del Movimiento Peronista Bloguero comunica a sus adherentes y al pueblo en general que el mismo se encuentra en estado de alerta y movilización permanente en defensa del gobierno nacional & popular".
Los defensores del Gobierno obedecen un principio básico de cualquier militancia: "Si no somos masivos, seamos activos." Aunque los blogueros K que aceptaron hablar con Clarín niegan estar coordinados ni gestar acciones violentas, sus páginas reproducen convocatorias a marchas y repudios, como el que se propone hacer contra este diario en las próximas semanas. El acoso por correo electrónico a quienes se considera "opositores" es otra de las armas preferidas por algunos, tal como ya denunciaron en sus columnas dos periodistas de esta redacción, Marcelo Moreno y Miguel Wiñazki.
Anita Montanaro es una de las blogueras kirchneristas. "Los blogueros nos reunimos y discutimos política y objetivos, para tratar de fortalecer estrategias comunicacionales, que a nuestro entender es donde se encuentran algunos inconvenientes del gobierno nacional. Damos el debate en todos los lugares que podemos. En Internet dejamos comentarios en notas periodísticas, en blogs opositores y en foros de discusión. No nos agrupa ningún político, aunque tuvimos reuniones con Agustín Rossi. El nos valora como militantes y nos apoya, pero no nos paga nadie. Orgullosamente nos declaramos fundamentalistas de la Presidenta", escribe Anita.
Tanta actividad tal vez empiece a dar algún fruto: según el último análisis de medios sociales realizado por la consultora Porter Novelli, la performance de la Presidenta es un poco mejor que la medida en el completo trabajo de su colega BGL. "Cristina tiene una gran presencia en grupos y páginas de Facebook, y el 50 por ciento de ellos son a favor. Es decir que por cada grupo en contra hay uno a favor de ella, o que promueve su imagen y su gestión". No es novedad; hace un mes, un informe del Equipo de Investigación de Clarín reveló que el Gobierno venía acelerando su colonización de Internet: ahora controla el 70 por ciento de las nuevas páginas que usan la denominación .gov.ar, cuando en 2006 sólo concentraba el 40 por ciento.
Unos ocho millones argentinos menores de 35 años votarán el año que viene un nuevo Presidente, y según surge de todos los estudios de mercado, tienen a la web como uno de los principales canales de información y de socialización. Para conquistar ese territorio virtual que le es esquivo, el Gobierno aplica la misma táctica que usa en la televisión y los medios escritos: multiplicar su presencia y saturar con su discurso todos los espacios disponibles, con la convicción de que así logrará revertir su desaprobación. Tal como aconsejaban los manuales de opinión pública de los años 40.

Fuente: Clarin

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Un identikit del mito nazi

El 10 de julio de 1939, Adolf Hitler ordenó que el Tercer Reich no debería denominarse más de ese modo y que, a partir de ese momento, pasaba a ser el "Reich alemán" a secas. Con ese gesto, buscaba borrar para siempre cualquier filiación cronológica e inscribir al régimen en un tiempo eterno. La medida es mencionada en el libro La estética nazi. Un arte de la eternidad del investigador francés Eric Michaud, un trabajo de la década del noventa que se publicó recientemente en nuestro país.

La intención de Michaud es realizar "una suerte de recorrido por el interior del mito nazi". Su punto de partida, más o menos explícito, es el análisis del fascismo como movimiento de "estetización de la política", desarrollada por Walter Benjamin en 1936, una idea no demasiado difundida en su momento que culminó gestando toda una escuela de investigación a lo largo del siglo XX.
Michaud se ubica en esa tradición y la desarrolla consecuentemente, aportando una enorme cantidad de documentos escritos y visuales. Las perspectivas desde las que ataca al problema son múltiples: sobresalen entre ellas la de la concepción del Führer como artista, la de la importancia de la propaganda, la de la manipulación de las ideas románticas de mito y genio, y la del análisis de las modificaciones en las percepciones temporales. Todas apuntan a sostener una hipótesis central: el nazismo sostuvo su discurso y su accionar en la identificación de la actividad política y la actividad artística. "El hombre del Estado –escribió Goebbels en su novela Michael– también es un artista. Para él, el pueblo no es otra cosa que la piedra para el escultor. El Führer y la masa no plantean más problema que el pintor y el color". La comparación excede los aspectos biográficos de la vida de Hitler, quien en su juventud fue rechazado por la Academia de Bellas Artes de Viena por su falta de condiciones, y da cuenta de procesos sociales extremadamente complejos.

Michaud advierte que, desde el siglo XVIII, el genio artístico había sido identificado con el "genio de la libertad" y que, ya a comienzos del siglo XX, la figura del artista absorbió definitivamente esa potestad, insertándose a su vez en la arena política. "Más allá de todas sus diferencias, futuristas, cubistas y expresionistas coincidían en la condena del mundo visible identificado al orden establecido, lo mismo que en la lucha generalmente pensada como la del espíritu contra el 'materialismo' y contra el régimen que le pertenecía: la democracia parlamentaria". Así, el Reich, a pesar de la salvaje persecución que ejerció sobre esos movimientos de vanguardia, no dejó de incorporar a su dispositivo de poder algunos de sus elementos constitutivos. En este sentido, numerosos dirigentes reclamaron para sí el estatuto de artistas: el Estado era el utensilio con el que llevar adelante su obra.
Este fenómeno tenía además algunas características particulares. Por ejemplo, Michaud se ocupa de una serie de postales con imágenes de Hitler en las que aparece realizando gestos exagerados y ridículos, y que fueron utilizadas por Charles Chaplin para su caracterización en El gran dictador. "El inmenso éxito de estas cartas postales –observa– permite comprender mejor que las masas esperaban de Hitler, en los mítines, la proeza del comediante que sabría arrancarlos a ellos mismos, transportarlos, durante el tiempo del espectáculo al menos, a un mundo donde la luz y la sombra serían más marcadas, donde las elecciones parecían más simples". Nada quedaba expuesto al azar en la planificación de las ceremonias y las campañas de propaganda: Hitler, que identificaba a Wagner como su auténtico predecesor, supervisaba todos los aspectos de los actos, de los cuales era "el autor, el espectador o el héroe, y a menudo los tres a la vez".

De igual manera, se construyeron numerosos templos conmemorativos, "Construcciones del Führer" controladas también por el propio Hitler en persona. Por medio de estos grandes escenarios se buscaba lograr la integración del pueblo con sus "orígenes" y la gestación de una nueva mitología alemana. "Los muertos de la Gran Guerra se perpetuaban en los 'mártires' del Movimiento; esos mártires se perpetuaban en Hitler; todos se perpetuaban en esos templos de piedra y, por ellos, se perpetuaban para siempre en el pueblo alemán". El "combate por el arte" de los nazis, reafirmaba así su lucha contra la "civilización" y "las ideas de 1789". Según Michaud, toda esta parafernalia escenográfica tenía sentido en función de la obsesión del régimen por transformar en "creación artística" todo su accionar.
Por su parte, la primera "Gran Exposición de Arte Alemán", que buscaba imponer las ideas de pureza y sanidad racial, funciona como ejemplo de la actitud frente a la propia producción artística. Se presentaron en ella 15.000 obras, a partir de las cuales debía realizarse una preselección de 1.500. Luego de haber revisado el conjunto, Goebbels anotó en su diario: "Ejemplos desoladores de bolcheviquismo artístico me han sido sometidos (...) El Führer echa espuma de rabia". El tenor de este tipo de afirmaciones, la banalidad de las propuestas estéticas del Reich y su condena a la producción de los artistas más importantes de la época no debe, sin embargo para el autor, hacernos perder de vista el carácter eminentemente artístico que sus partidarios pretendían otorgarle al movimiento. "El antisemitismo nazi y el exterminio –afirma– no son inteligibles más que en esta perspectiva histórica del relevo del dios invisible por el Dios encarnado".
Fuente: Revista Ñ (Clarin)

"Buenos Aires, para mí, está estancada"

Tony Puig se revuelve de risa cuando se le pregunta por su leyenda como "gurú urbano" y –por única vez– se detiene antes de soltar una de esas largas réplicas en las que –sin dejar de tirar del mismo hilo– repasa la historia de las ciudades de Occidente, cuenta retazos de su biografía e imita voces y necedades que ha oído en sus treinta años de trayectoria como asesor de planeamiento urbano de la municipalidad de Barcelona. Puig habla –de ahí, quizá, su fama– con el temple y la seguridad de un profeta sobre qué ciudades "van para adelante". Del mismo modo, cuando algo lo decepciona, se vuelve un tipo severo. Ahora, a punto de llegar a Buenos Aires para dictar el viernes y el sábado próximos dos conferencias, deja bien claro que la capital argentina ha perdido mucho espacio "porque ni siquiera tiene claro qué quiere ser de mayor".

En las dos entrevistas que tenemos –con un intervalo de casi dos años– Puig se presenta como el primer estudiante laico de una cátedra de teología en Barcelona, como el chico que experimentó con el LSD y los paraísos místicos, como el anarquista que desde la mítica revista Ajoblanco defendió la contracultura y lo raro en los últimos años del franquismo y, finalmente, como un retoño del mayo del 68 que busca bajo las baldosas flojas y repisadas "las ciudades que querría construir".

En 1980 usted pasó de armar una revista contracultural a colaborar con el ayuntamiento de Barcelona. ¿Qué sabía de rediseño urbano, entonces?

No tenía idea, yo era un creativo, creía en lo imposible. Cuando arranca nos encontramos con una Barcelona gris, tétrica, gente que se quería ir a París a ser francesa. Es cierto que era una Barcelona muy activa gracias a la fuerte lucha antifranquista, pero no conocíamos la democracia. Entonces pensamos un proyecto para abrir al mar la ciudad, reparar infraestructuras dañadas, hacer que los barrios tuvieran servicios. A los pocos años salió el proyecto estrella, pedir los Juegos Olímpicos del 92, cuando no había posibilidades porque éramos una ciudad de tercera. Esto, que era una locura, funcionó. Yo digo que la gestión es hacer cosas extraordinarias con gente ordinaria: gente que trabaja con pasión, sabe de política y que por ahí no sabe diseñar una ciudad pero tiene algunas ideas.

¿Pero cómo se financia eso?

Hasta entonces había métodos para reconstruir ciudades como Lisboa, París o San Petersburgo, después de catástrofes y con grandes ingenieros. Cuando nosotros teníamos todo en marcha vino la crisis del 82 y entonces, en lugar de grandes infraestructuras, empezamos a zurcir la ciudad: pequeñas plazas para que la gente vea cambios; comunicación, "Barcelona va adelante. Barcelona más que nunca". Al final, eso nos lo creíamos todos.

En sus conferencias plantea que una de las claves es dar con una idea o concepto de ciudad. ¿Esto se aplica a las grandes ciudades de la historia?

Sí, a todas. Atenas apostó por la democracia como valor; Venecia, por descubrir mundos y abrirse a ellos, y así terminó construyendo una ciudad que es un mundo; ¿Florencia qué hizo? Repensó todo el ideal del humanismo; París hizo suya la ilustración, fue la gran ciudad de la revolución e inventó la modernidad. En todas las grandes ciudades hay un tema.

¿Y qué idea cree que podría encarnar Buenos Aires?

Tenéis 200 años como país, os liberásteis y dijísteis "basta" de los españoles. Tenéis que volveros a plantear lo mismo en el Bicentenario. Buenos Aires para mí está estancada. Si la comparo con el entorno ha perdido fuerzas por no decidir qué quiere ser. Tiene grandes problemas, una ciudad no puede dejar que se interrumpa continuamente la circulación, por más razón que haya. Tampoco que se privaticen las veredas o las calles.

Además, los proyectos se asocian a la especulación inmobiliaria. La tendencia parece ser una ciudad de clases medias y altas con cinturones de pobreza.

Mira, ustedes deberían tener como referencia a Berlín y Medellín. Berlín porque es la ciudad más creativa de Europa y ha juntado dos ciudades increíblemente. El otro modelo –sé que lo anterior os gusta mucho porque es europeo– es Medellín. Es la ciudad donde había más asesinatos del mundo y hace unos seis años, Sergio Fajardo, el alcalde, se preguntó de dónde salía la miseria, de dónde la violencia, y detectó cinco barrios. La respuesta no fue más policía, no. ¿Sabes qué hizo? En cada uno montó una maravillosa biblioteca, fantásticas escuelas y centros donde la gente aprendiera a montarse negocios. ¿Sabes cuánto invirtió en educación y cultura? El 40% del presupuesto. ¿Sabes cuánto bajó la violencia en cuatro años? Un cuarenta por ciento por año. A lo mejor, Buenos Aires necesita para el Bicentenario ocho grandes bibliotecas en el Conurbano. Pero no bibliotequitas, grandes bibliotecas donde la gente pueda ir a estar, hacer teatro, pintar, leer o hacer cursos. Porque la gente tiene autoestima. Hoy, en esos barrios de Medellín, está orgullosa.

¿Cuál cree que debe ser el papel del Estado respecto a la financiación de museos?

Yo veo un regreso a lo público en la cultura. Desde la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo de los 80, se apostó por el comercio cultural. Esto se acabó, es el fin del espectáculo, al menos con el dinero público. Yo le doy la bienvenida a las crisis porque obligan a replantear cosas. La abundancia es un "viva el espectáculo", el artista más caro, etcétera. Hoy el Guggenheim, como todos los museos del espectáculo, atraviesan una crisis increíble porque no plantean preguntas ni trazan respuestas. Hay una generacción de políticos y gestores culturales que apostaron a "lo más": lo más grande, lo más novedoso, que están para el geriátrico. La isla de los museos de Berlín no tiene nada que ver con este derroche. Los limpian y los iluminan, pero no son centros de diseño-diseñalísimo que cuestan una fortuna. Lo que sí hacen es abrirlos a la noche, que los estudiantes puedan visitarlos todo el día.

¿Les ve futuro a las instituciones públicas que financian y apoyan la producción artística?

No, esto es cosa del pasado, ¿un fondo para que los artistas puedan crear haciendo más de lo mismo? Obama lo dijo, es hora de quitarse el polvo y reconstruir la cultura. A los artistas les ha importado un carajo la crisis económica, las del planeta y las desigualdades sociales. Sólo se hacen fotos en las catástrofes para darse corte, convirtiendo a los derechos humanos en una farsa. Ojo, yo amo a los artistas, pero siento que ahora no plantean los temas que preocupan al mundo de hoy. No importa cómo, que lo hagan en abstracto, en realista, en metafísico, pero que lo hagan.
Fuente: Revista Ñ (Clarín)

Puig Básico
Se licenció en Teología, estudió filosofía y arte, y es especialista en gestión cultural y marketing de servicios socioculturales. Fue el fundador, junto a Pepe Rivas, de la mítica revista cultural Ajoblanco. Ha asesorado en Comunicación al Ayuntamiento de Barcelona y trabajado en temas como juventud y rediseño urbano. Es autor de "La comunicación municipal cómplice con los ciudadanos" y "Se acabó la diversión". Además, acaba de publicar "Marca ciudad", donde cuenta el desarrollo de ciudades como Barcelona, Curitiba, Medellín o Friburgo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Los clones en la publicidad política

Por Daniel Gutiérrez (*)
Destacando que no es la primera vez que Agulla recicla una idea en el marketing político, Daniel Gutiérrez analiza los efectos de esta práctica.
El spot presentado en la campaña electoral uruguaya por el candidato del Partido Nacional, el ex presidente Luis Lacalle, es el clon de uno que fuera realizado en Argentina para Francisco de Narváez por el creativo Ramiro Agulla, lo que pareciera haber causado una gran conmoción en ambas orillas del Río de la Plata.
Sin embargo, este no es un hecho inédito sino que registra un antecedente idéntico producido en nuestro país e involucrando al mismo protagonista. Allá por 1999, mientras Agulla integraba recordado grupo sushi, el equipo de publicitarios encargados de la campaña de Fernando De la Rúa junto a David Ratto, los publicistas Miguel Sal y Carlos Souto, Antonio de la Rúa y el secretario de Cultura, Darío Lopérfido, -quienes se reunían en secreto en la casa de Ratto o en la del propio Agulla- generaron “Estúpido”, una recordada pieza en la que Pablo, un joven argentino de clase media aparecía de espaldas hablando a la cámara y presentando a su familia, diciendo que desde el gobierno lo estaban tratando de estúpido.
El mito urbano recoge que por ese entonces gente del equipo de campaña de Vicente Fox estaba por estos lados de visita, quienes quedaron maravillados con esa pieza. Ágil de reflejos y consciente de los patterns de un mundo global, Agulla les “cede” la misma para que fuera reciclada durante la campaña mexicana. En el año 2000 sale al aire en México “Tonto”, con el mismo guión representado ahora por actores de dicho país que dicen lo mismo con acento mexicano y en lugar de “estúpido” ahora Pablo es “tonto”.
Con este primer antecedente, las campañas publicitarias globales parecieran haber llegado a la comunicación política, pero ¿cuál es el efecto de esto?
En principio, los candidatos no son productos fabricados en serie, sino que son complejas construcciones que responden a percepciones diferentes por parte del electorado, que llevan a propuestas también distintas. Esta presunta “avivada” atribuida al equipo de Lacalle, responde más a un negocio del asesor publicitario quien prefiere reciclar sus piezas con el consiguiente aumento del rendimiento de viejas ideas en lugar de generar una nueva. Desde las necesidades del equipo de campaña, tal vez la ilusión de “chapear” con la contratación de un renombrado y prestigioso consultor es motivo suficiente, queriendo intimidar al adversario.
Por otra parte, se deteriora aún más la credibilidad de la opinión pública en los políticos y en el sistema. La falta de propuestas que se observan campaña tras campaña provenientes de un pensamiento crítico son reemplazadas por apelaciones de corte netamente emocional como las que se visualizan en dicho spot. Sólo interesa apelar a la sensibilidad de la gente para conseguir el voto y el triunfo electoral.
Esto nos lleva a un análisis más profundo desde la óptica del marketing político, en donde éste tiene un objetivo estratégico, más que coyuntural o circunstancial como el que plantean muchas veces las herramientas utilizadas por él.
En el input -muchas veces sobrevaloradas por el sistema político- las encuestas de opinión son sólo insumos que se utilizan para diagnosticar la posición que ocupa el candidato en el imaginario colectivo en un momento determinado. Es preciso comprender que hay una pieza insustituible que es precisamente el individuo político. Sin él y su capacidad de decisión política, nada existe. Y hay una gran diferencia entre aquellos que toman decisiones guiados por los números, orientados hacia una obsecuencia a la opinión pública, y quienes toman decisiones verdaderamente políticas.
A modo de ejemplo, hoy el vicepresidente Cobos lidera las encuestas. Si se realizaran ya las elecciones, ¿usted cree que ganaría? Con esto no quiero significar que las encuestas no son importantes e irreemplazables, sino que deben ser vistas no como datos duros e indudables y sí dentro de una visión macro que implique la comprensión de un sistema mayor, advirtiendo el dinamismo de los tiempos políticos en lugar de sostenerse en una postura netamente tecnocrática.
Hacia el output, la comunicación política está representada por la publicidad, como aquella herramienta que se utiliza para traducirle a la gente el mensaje político y a modo de establecer una definición más que elemental. La historia recuerda a quienes desarrollaron las grandes campañas más que aquellos que desplegaron el planteo estratégico, precisamente porque muchos aquellos lo comunican su currículum.
Para representar este concepto anteriormente vertido podemos volver a recurrir a la historia que registra que uno de los asesores de campaña de De la Rúa, el norteamericano Dick Morris especialista en marketing político, fue contratado para orientar a la opinión pública, sugiriendo a partir de su análisis formas de tratar eficientemente a la misma. Ante la idea presentada de Agulla de transformar la imagen insulsa que tenía De la Rúa en un atributo positivo, Morris le dijo a Antonito que la emisión de “Aburrido” arruinaría la carrera política de su padre.
De allí en más, De la Rúa fue el timorato ante las cámaras de Tinelli, la gente le pedía por la calle “que haga el aburrido” y los ciudadanos argentinos nos sentimos finalmente estafados. Con la conclusión anticipada de su gobierno el 20 de diciembre del 2001 por serios problemas sociales y económicos, Agulla y su agencia quedaron con una mala imagen y el ex presidente con un estigma que nadie podrá quitarle. En el pensamiento de la gente, la responsabilidad fue del marketing político.
¿Cómo se autodefinía el creativo por ese entonces? “Yo no soy un político. Soy publicitario, Hago anuncios, soy el chico del delivery”, decía. Con respecto a Morris también manifestó “es un hombre con experiencia. Pero yo no he entregado mi campaña. La campaña la hago yo. La colaboración principal es en los mensajes y la publicidad."
El marketing político es una disciplina relativamente nueva, que requiere no solo de experiencia, sino también de formación específica y especializada comprendiendo la diversificación de funciones y tareas distribuidas en equipos de trabajo. En la actividad comercial, es fácil identificar los roles y compromisos que tiene el marketing y cada área de influencia, aunque en el marketing político aún no sucede lo mismo. Construir la imagen de un candidato, entre otras cosas, de quien va a gobernar a un país no es una tarea menor ya que conlleva a una responsabilidad que nos involucra a todos.
En el recorrido de esta profesión, muchos inicialmente ocuparon los espacios vacíos respaldados por formaciones académicas o humanas de la más variada índole. También, si uno googlea a publicitarios que participaran en diferentes etapas de la comunicación política se atribuyen en sus antecedentes el título de especialistas marketing político, frente a la indefinición que tiene la actividad en el imaginario colectivo.
Finalmente, falta la valoración de la dimensión ética que está implicada en cualquier otra profesión, todavía más visible dado que está vinculada a construcciones mediáticas y al destino de una sociedad, muy presente en este caso analizado: ¿los electores son todos iguales?
Como conclusión, ahora el debate uruguayo se centra en la validez o no de una pieza, en operaciones de prensa, pedidos de explicación o en vestiduras rasgadas, precisamente porque de eso se tratan muchas campañas modernas: de que los medios hablen del candidato, no importa como ante la ausencia de ideologías y de propuestas. Mientras tanto la opinión pública de las sociedades queda representada en muchas oportunidades por la voz subjetiva de los medios de comunicación, quienes algunas veces se atribuyen roles que no les pertenecen.
Fuente: Gente BA
(*) Lic. Daniel Gutiérrez
Director Fundador de Imagrama. Consultores en Estrategia.
Director General de la Asociación Argentina de Marketing Político.
Titular de la Cátedra de Análisis de la Opinión Pública. Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social de la Universidad del Salvador.
Adjunto de la Cátedra de Historia de las Campañas Políticas. Maestría de Marketing Político. Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social de la Universidad del Salvador.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Influyentes: los que hablan al oído del poder

Por algo se habla de la soledad del poder. Desde siempre, quienes ocupan los cargos más altos han padecido, pese a las ventajas de su posición, un mal que acecha en las alturas: el vértigo de las decisiones cruciales, aquellas que pueden definir la suerte de un gobierno o de una empresa, o acarrear riesgos importantes como hipotecar, si las decisiones no fueron las correctas, un futuro promisorio. Lo padecieron reyes y caudillos y lo padecen ahora presidentes, dirigentes de peso, oficialistas u opositores, grandes empresarios y sindicalistas. A la hora de marcar rumbos, definir estrategias o destrabar una negociación, confirman que la soledad no es buena consejera y abren el juego de las opiniones para achicar el margen de error. Ahí es donde entran los influyentes, aquellos que por convicción o profesión les hablan al oído a los número uno.

¿Quiénes son, en la Argentina actual, estos modernos consejeros del rey ? ¿Cómo toman las decisiones clave los Kirchner, Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Julio Cobos, o Elisa Carrió? ¿Y los empresarios top, del porte de Paolo Rocca, Luis Pagani o Héctor Magnetto, al timón del Grupo Clarín y en plena batalla con el Gobierno?

Todo indica que los poderosos no escuchan una sola voz, más bien recurren a un ramillete de influyentes, técnicos y especialistas, cuyos datos son insumos a la hora de tomar decisiones o construir posicionamientos públicos.

Desde la crisis con el campo o la pulseada por la ley de medios hasta los recientes conflictos sindicales ("¿Cómo nos puede impactar el conflicto en Kraft?", sondeó por mail el presidente de una poderosa aceitera a su asesor estrella, a quien le paga un abono mensual para este tipo de urgencias), esta variada gama de "influyentes" puede aportar desde un expertise profesional ante conflictos puntuales hasta sustento ideológico a la carta para que el cliente salga a escena con el discurso bien afinado.

¿Esto tiene fin o se puede desmadrar? Quiero decir, ¿puede abrir una etapa de paros salvajes?

La pregunta se la hizo esta semana un empresario de primera línea al economista Carlos Melconian. Los hombres de negocios acudieron en los últimos días a su elenco de consulta, preocupados por el recalentamiento del clima social y cómo éste podría disparar una escalada de conflictos en la economía. Los economistas también tuvieron que evacuar otras dudas de las empresas esta semana: "¿Cuánto puede durar el veranito financiero internacional?" o "¿hasta dónde puede llegar el Gobierno con su agujero fiscal"?

Otro que atendió inquietudes durante estos días álgidos fue Daniel Funes de Rioja, el abogado de la UIA, al que los empresarios escuchan antes de decidir sobre cuestiones laborales del peso. La libertad sindical es un tema que preocupa a los líderes corporativos: temen que si prospera el ejemplo de los gremialistas de los subtes, empiecen a proliferar delegados en sus compañías y se multipliquen las demandas.

La hora del pragmatismo

Claro que la consulta a este tipo de expertos que ofrecen soluciones pragmáticas para desafíos puntuales no invalida que -incluso al mismo tiempo- también se convoque a intelectuales que ayuden a pensar y debatir desde otro lugar, sin estar atados necesariamente a la coyuntura política. Aquí entran entonces intelectuales como Santiago Kovadloff -en los últimos tiempos, convocado con frecuencia por popes de los negocios preocupados por los excesos del paradigma criollo de la ganancia fácil- o como Tomás Abraham, el filósofo con quien Hermes Binner mantiene una línea abierta de consulta permanente. También, cómo no, los intelectuales de Carta Abierta, orientados a fortalecer con ideas el día a día de la gestión kirchnerista.

Pero lo cierto es que, por abrumadora mayoría, no son justamente los intelectuales quienes más tallan en las decisiones de la dirigencia vernácula. Caída la confianza en los grandes relatos ideológicos, la era del pragmatismo ha catapultado como gurúes ya no a los pensadores de fondo sino a los dueños de esas pequeñas parcelas de saber que hoy pueden prometer una eficacia apoyada en datos. Como dice Kovadloff, "el reemplazo del ciudadano por el consumidor hace que los políticos y los empresarios busquen expertos diversos, que los ayuden a posicionarse mejor en el mercado de consumidores, no ante los ciudadanos".

En ese terreno, claro, quienes hoy dominan el juego son los economistas (algunos ven en esa primacía una doble marca: la de una sociedad atormentada por la inestabilidad y a la vez, una sociedad para la que la producción de dinero es uno de los valores culturales más altos). Entre las estrellas de los influyentes "económicos" descollan Carlos Melconian, Miguel Angel Broda, Luis Secco, Ricardo Delgado, Miguel Kiguel, Juan Carlos De Pablo y, en menor medida, Ricardo Arriazu (se destacó como hombre de consulta de Franco Macri, y revista en esa generación de empresarios). Difícilmente dirán a quién asesoran: saben que el secreto es parte de su metier , pero muchas de las grandes decisiones del empresariado local llevan su sello.

Detrás de los economistas, siguen consultores y expertos en imagen, al estilo del ecuatoriano Jaime Durán Barba, que no sólo influye sobre Mauricio Macri sino sobre el discurso político de Unión Pro, a tal punto que ha dejado de ser un consultor externo, como lo era al principio, para pasar a ser parte del equipo. Durán Barba, que hace rato viene sosteniendo que la sexualidad y las medidas en torno a ella son parte de la nueva agenda política, fue una figura clave en la decisión de Macri de volcarse en favor del matrimonio gay.

Otros expertos en imagen que hoy también califican como influyentes son Ramiro Agulla -artífice del reciente triunfo de De Narváez- o César Mansilla, dueño de la consultora Nueva Comunicación y número puesto en el mercado de las relaciones públicas, a quien muchos le reprochan que, en su caso, la asesoría en comunicación no excluye las menos transparentes operaciones de prensa. Mansilla ha asesorado a casi todos los políticos de fuste, entre ellos a Binner en las últimas elecciones (que además se nutre, como dijimos, del pensamiento de Tomás Abraham).

En cuanto a los analistas políticos, el ranking de los más escuchados por el estabishment incluye a Sergio Berensztein, Rosendo Fraga, Joaquín Morales Solá, Fabián Perechodnik, Natalio Botana y Carlos Pagni.

Muchos politólogos y economistas cobran un abono mensual, al estilo de una prepaga. Los economistas son los más caros: los top, quienes asesoran a los empresarios más importantes de la Argentina (entre los que figuran algunos de los mencionados más arriba), cobran honorarios mensuales que rondan entre 10.000 y 15.000 pesos. Y por sus charlas y conferencias en empresas o reuniones gerenciales, suelen cobrar entre 8000 y 12.000 pesos. Los analistas políticos, por lo general, cobran la mitad, tanto por el abono como por las exposiciones.

Dueño de una importante consultora, enclavada en el edificio Chacoffi, un clásico de la city porteña, Carlos Melconian es uno de los economistas preferidos por el establishment, a quien escuchan regularmente empresarios del porte de Paolo Rocca, de Techint, o Luis Pagani, de Arcor (se dice que, además, está trabajando en el diseño de un programa económico para Mauricio Macri, en el caso de que se lance a la carrera de 2011). "Lo más importante en este trabajo, para que sea eficaz, es poner a un lado las propias opiniones para analizar fríamente el escenario. En lo personal, no creo haber sido nunca antinada -dice Melconian-, nunca, ni ahora ni antes, hice análisis antikirchneristas, sino análisis objetivos. Y hablo con números: a mitad de mes, mis clientes ya tienen el índice de precios que construimos aquí. Así que para mí, el Indec es una anécdota."

Tal vez los influyentes podrían dividirse en dos grandes grupos: los "militantes", que tienen cercanía y afinidad con el dirigente, aquellos que pertenecen a eso que se da en llamar "el riñón" o "la mesa chica" de una fuerza política, y aquellos que, como los consultores económicos o políticos mencionados antes, participan de manera externa, independiente, y así como asesoran a Kirchner mañana (o el mismo día) lo harán con Duhalde, Macri o con Carrió. Los políticos, en general, se valen de ambas posibilidades para construir y foralecer sus espacios. Y también del impuslo que brindan sus propios cuadros, muchos de ellos ahora diputados electos que mientras esperan el recambio trabajan activamente elaborando propuestas para el largo plazo (ver recuadro).

Entre los influyentes "mesa chica" podría mencionarse al empresario constructor Nicolás Caputo, que no sólo asesora a Mauricio Macri sino que, además, tiene puesta la camiseta de Pro. Así también, Gustavo Ferrari con De Narváez, o Carlos Kunkel, Carlos Zanini y Julio De Vido para el kirchnerismo. Héctor Recalde, el abogado de la CGT, es considerado el principal proveedor de ideas de Hugo Moyano. Muchos los señalan como la materia gris que diseña la sociedad política con los Kirchner o arma artilugios legales para afianzar el monopolio sindical, motivo de los últimos paros de subtes.

El vicepresidente Julio Cobos, atento al pulso de la opinión pública, atiende el consejo de consultores externos que le traen encuestas y con quienes "pelotea" distintos temas. El analista Fabián Perechodnik, de la consultora Poliarquía, es uno de ellos; Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios para una Nueva Mayoría, y un clásico de referencia para la mayoría de los políticos que están hoy en el candelero, es otro. "Sé que influyo en las decisiones porque me lo dicen, pero muchas veces no sé sobre quién", dice Fraga, en alusión a los análisis que distribuye su consultora.

Elisa Carrió -podríamos decir que junto con Binner- es una de las pocas líderes políticas que se interesa por tender puentes con el mundo académico, con el declamado fin de que le aporten ideas nuevas. El instituto Hanna Arendt es una muestra de esta intención. Pero además, Carrió -que no tiene plata para invertir en asesores de imagen ni mucho menos en encuestas- suele incorporar intelectuales a quienes, como en el caso del diputado Fernando Iglesias, les ofrece cargos en el poder político concreto. Un camino similar recorrió el profesor de filosofía Samuel Cabanchik, aunque esa alianza no perduró: Cabanchik pegó el portazo hace poco tras alegar que Carrió no puede escuchar voces disidentes.

Es curioso lo que pasó en el universo K con la influencia magnética que solían ejercer las encuestas y los consultores en tiempos del ex presidente: antes, en tiempos de Néstor Kirchner presidente, los sondeos de opinión eran la verdad revelada; hoy el Gobierno se fue al otro polo y, en ese autismo, parece haber perdido la brújula. La desatención al tema de la inseguridad, una de las prioridades de los argentinos, es un buen ejemplo de esa desconexión.

Un funcionario de la comunicación K lo sintetiza con honestidad brutal: "Hoy más que nunca nadie influye sobre Néstor y Cristina; más bien, es al revés: ellos plantean un debate y luego se buscan los influyentes adecuados o los intelectuales afines que brinden sustento para esa batalla".

Durante el conflicto con el campo, varios posicionamientos de los intelectuales de Carta Abierta fueron tomados por el discurso de Cristina y Néstor Kirchner. La caracterización de los grandes medios de comunicación y la dirigencia agraria como la expresión de una "nueva derecha" surgió de esa usina de ideas cuyas cabezas más visibles son el filósofo Ricardo Forster y Horacio González. Y, en el caso de la batalla con el Grupo Clarín, participaron académicos de la universidad pública, del perfil de Damián Loretti, director de Ciencias de la Comunicación, de la UBA, o Martín Becerra y Guillermo Mastrini, investigadores y docentes en la Universidad de Quilmes, quienes hicieron sustanciales aportes teóricos a la ley de medios K.

Cuando Francisco de Narváez, en plena campaña, tuvo que decidir si iba o no al programa de Marcelo Tinelli, uno de quienes inclinaron la balanza por el sí fue el experto en imagen, Ramiro Agulla: "Era una decisión difícil porque, si salía mal, podíamos perder la elección" -explica Gustavo Ferrari, su principal operador-. La voz de Ramiro pesó y hubo otras consultas. Pero la decisión final la tomamos nosotros dos porque es tu propia piel la que se pone en juego y eso no se puede delegar".

La mayoría de los influyentes coinciden en que, entre los políticos, Francisco De Narváez es el que más escucha, mientras que el universo K es, por lejos, el más impermeable a voces extraterritoriales. A Carlos Reutemann, que suele definir muchos temas con su joven esposa Verónica, le cuesta procesar los cambios, mientras que Macri avanza y retrocede demasiado, cuando ya tomó una decisión.

Y Binner parece encarnar hoy un experimento novedoso: no se priva de asesores de comunicación como el mencionado Mansilla, pero a la vez convoca a Tomás Abraham para discutir ideas sin plazo: ambos aseguran que no buscan clausurar discusiones ni apresurar alineamientos. A cargo del tanque de ideas del santafecino, el Centro de Estudios Municipales y Provinciales (Cemupro), el filósofo -que trabaja ad honorem- propuso armar una convergencia entre lo técnico y lo político, armando equipos. "¿Cómo es mi tarea con Binner? Simple: consiste en no dejarlo tranquilo, discutir, mostrarle complejidades, anticiparle el costo de determinadas decisiones. Ser, salvando las distancias, como un tábano socrático."


Y de hecho, Abraham criticó abiertamente la adhesión del PS a la ley de medios. Alicia Siciliani, coordinadora de los Cemupro, explica la dinámica de esa relación: "No nos interesa rodearnos de adulones, sino saber realmente cómo se ven, desde afuera de nuestro proyecto, los distintos temas, y Tomás nos lo dice en la cara". Para las consultas económicas, en tanto, Binner lo llama a Bernardo Kliksberg, asesor principal del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y una autoridad en los estudios sobre la pobreza.

Rosendo Fraga se mete en un aspecto más específico de la influencia: "Hay casos en los cuales una empresa tiene que resolver algo con el Gobierno. Para eso, escuchará y tomará muy en cuenta a alguien que tenga buenas relaciones con el poder o que, por lo menos, lo conozca bien desde adentro. Actualmente, ese rol lo está cumpliendo Alberto Fernández".

Hay una máxima que vale para esos grandes grupos económicos que -por su actividad o por su llegada a la opinión pública- tienen una mayor vinculación con el Estado. Llámese Clarín, llámese Techint. Estos conglomerados cuentan con un equipo propio de expertos porque el lobby requerido es mucho y constante; lo mismo que las decisiones por tomar. Sergio Berensztein es uno de los politólogos que suelen ser convocados desde la calle Piedras para exponer, ante Magnetto y su grupo (quienes también escuchan a Natalio Botana), posibles escenarios futuros de la Argentina. Y si de planificar una estrategia judicial se trata, sobre todo ahora en tiempos bélicos, el CEO de Clarín confía en el criterio del abogado Hugo Wortman Jofre, ex socio de Luis Moreno Ocampo.

Acotar la incertidumbre

Como se ve, hay objetivos de cortísimo plazo, urgentes, y objetivos de largo alcance. En todos los casos, coinciden los especialistas consultados, la demanda central es acotar la incertidumbre. Pero, ¿cómo se acota la incertidumbre en la Argentina?

Sergio Berensztein concede en que ésa es una tarea ingrata en nuestro país, pero se atreve a sugerir algunos puntos de referencia para orientar la búsqueda sobre nuestra sociedad: "De la historia, se extrapolan líneas a futuro. Por ejemplo, hay valores de la sociedad argentina que no se van a modificar en el mediano plazo: la nuestra es una sociedad que se ha vuelto culturalmente estatista, como Francia; la cultura de los noventa no va a volver, no al menos en el mediano plazo. La demanda social es de autoridad sin autoritarismo. La gente quisiera a un líder expresado en un Alfonsín más firme o en un Kirchner más bueno. Son demandas que van a seguir por mucho tiempo y conocer esos valores más permanentes permite tomar decisiones".

Después de todo, si la inestabilidad es un rasgo dominante del ADN político argentino y las crisis a repetición son la marca en el orillo del genoma nacional, es comprensible que las clases dirigentes no confíen en un solo asesor estrella ni pongan en manos de un solo intelectual a la vieja usanza las decisiones cruciales o los grandes lineamientos empresariales o partidarios. Así, el ramillete de consejeros del rey -que puede combinar, según los casos, militantes de la mesa chica, economistas, analistas políticos, consultores de imagen, abogados o intelectuales- se impone como moderno antídoto contra la amenaza más temida, la incertidumbre.

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