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domingo, 16 de marzo de 2014
Las 3 últimas buenas
viernes, 28 de febrero de 2014
martes, 13 de septiembre de 2011
sábado, 2 de abril de 2011
lunes, 15 de marzo de 2010
viernes, 20 de febrero de 2009
FROST/NIXON

Candidata a cinco Oscar (mejor película, dirección, guión adaptado, montaje y actor protagónico), la película del director de El Código Da Vinci queda desplazada del lugar de film histórico que corteja, debiendo vérsela más bien como política-ficción.
Horacio Bernades
Puesta en su momento al aire en cuatro emisiones de dos horas-televisión cada una, la entrevista que el periodista británico David Frost le hizo a Richard Nixon en 1977 –tres años después de su renuncia a la presidencia– cobró valor recién en su último tramo. Animándose finalmente a ocupar el centro del ring, en ese momento Frost logró acorralar al único gobernante renunciante en toda la historia de Estados Unidos, dándole un golpe de knock-out. Su arma secreta eran unas desgrabaciones que confirmaban la participación central de Trickie Dick (Ricardito el Tramposo) en el affaire Watergate. Deudora de aquella entrevista, a Frost/Nixon, la entrevista del escándalo le sucede lo mismo: recién en las últimas instancias la película alcanza el interés, la intensidad, el pathos que hasta entonces no había llegado a construir.
El pequeño problema es que en realidad ese clímax jamás tuvo lugar. No, al menos, del modo en que el film lo muestra. Con lo cual esta candidata a cinco Oscar (mejor película, dirección, guión adaptado, montaje y actor protagónico) queda desplazada del lugar de film histórico que corteja, debiendo vérsela más bien como política-ficción. “¿Medio millón de dólares?”, repite Nixon para sí, cuando su agente literario, Swifty Lazar (Toby Jones), lo pone al tanto de la suma que acaba de arrancarle a Frost. “¿No se le podrán sacar 50.000 dólares más?”, retruca enseguida, como si fuera un agente de ventas antes que un ex presidente de

Tan pragmático como su contrincante y respaldado por sus propios think tanks, Frost (el británico Michael Sheen, Tony Blair en La reina) se propone hacer del programa el juicio público que el truhán de la narizota (a quien su sucesor, Gerald Ford, había exculpado oficialmente) había logrado esquivar hasta entonces. ¿Qué gana Frost con eso? Un rating que le permita volver a las primeras ligas. Eso es todo lo que le interesa.

Las simetrías no son las que tanto el título como la sinopsis parecen sugerir, y ésa es una de las debilidades de Frost/Nixon. Tan astuto y coriáceo como es de suponer, pero sorprendentemente espontáneo, amigable y hasta leal, la película construye un Nixon infinitamente más interesante que el que el sentido común permite imaginar. Hasta el punto de que en los tramos finales, el tipo –al que su manía controladora terminó llevando al desastre– no tiene problemas en regalarle, al periodista que podría hundirlo, confesiones que no le haría ni a su psicoanalista. Cuando reciba el golpe inesperado, este Nixon de la imaginación no apelará a escapatorias de ocasión, como la inoportuna sonrisa triunfal que había exhibido tres años antes, en la escalerilla del helicóptero que lo alejaba para siempre del escarnio público. Hará, en cambio, lo que el Nixon real jamás hizo: acusar el golpe, mostrarse quebrado ante una audiencia de millones, extraviar la vista en algún rincón del decorado. Gestos más propios del aniquilado protagonista de El luchador que del mañoso Trickie Dick.

Escrita por el británico Peter Morgan (autor de La reina) a partir de su propia obra teatral, lo que distancia a este Nixon ficcional del histórico es, también, lo que le da volumen dramático. Volumen que el descomunal Frank Langella amplifica al máximo, haciendo de él un tipejo miserable, un seductor exuberante y un loser conmovedor. Todo ello, a partir de una asombrosa transformación física, para la cual no echó mano de otro maquillaje que un par de retoques en el cabello y cejas ligeramente engrosadas, además de engolar el habla. Aun aceptando sus licencias históricas y sabiendo que Ron Howard (director de El código Da Vinci) jamás excederá una pragmática funcionalidad visual, el gran problema de Frost/Nixon es que la pelea de fondo que el título anuncia en verdad no existe. Timorato, apichonado, visiblemente desbordado por la figura que tiene enfrente, el combate entre él y el Nixon bigger than life de Langella es la pelea entre un heavyweight y un peso pluma. Por más que le haya arrancado la asombrosa declaración final de que “la ilegalidad, en manos de un presidente, no es tal”. Guantazo de último minuto, que la película se ocupa de convertir en una confesión que no fue tal.

FROST/NIXON,
(Frost/Nixon, EE.UU./Gran Bret./Francia, 2008)
Dirección: Ron Howard.
Guión: Peter Morgan, sobre su obra de teatro.
Fotografía: Salvatore Totino.
Intérpretes: Frank Langella, Michael Sheen, Kevin Bacon, Matthew MacFadyen, Oliver Platt, Rebecca Hall, Sam Rockwell y Toby Jones.
Fuente: Pagina/12
jueves, 5 de febrero de 2009
Roma




martes, 29 de julio de 2008
La revolución no será televisada

José Luis Estrada Betancourt
El 11 de Abril del 2002, la cinematógrafa Kim Bartley se encontraba documentando la llamada revolución bolivariana del presidente Hugo Chávez. Lo que comenzó como un deseo de captar la historia tras bambalinas, se convirtió en la oportunidad de su vida. Comenzando con la tragedia de La Guaira y terminando con el golpe que derrocó temporalmente al gobierno, la historia que cuenta su documental es muy diferente a la que vimos en los medios de comunicación venezolanos.
Se puede cambiar el mundo; afirmó la realizadora irlandesa Kim Bartley, quien es coautora de documental La Revolución no será trasmitida; la verdadera historia del golpe fascista en Venezuela en abril de 2002.
4 de febrero del 2002. La cámara retrata una gran concentración de personas. Estamos en Caracas, Venezuela. La multitud escucha atenta el discurso del presidente Hugo Chávez. De repente, la imagen se interrumpe para dar paso a los primeros créditos, que se intercalan con otras de noticieros, donde se informa que se produjo un golpe de Estado. Ahora es 11 de abril.
“La Revolución no será transmitida”, “The Revolution will not be televised” documental realizado a dos manos por las irlandeses Kim Bartley y Donnacha O’Brien, se encuentra actualmente de gira por los Estados Unidos y Europa. Tuvimos el placer de ser convidados a dialogar con su coautora; una esbelta mujer, de ojos azules grisosos tan intensos como su obra.
-¿Por que un documental dedicado a Venezuela?
-Nosotros, mi amiga Donnacha y yo, siempre hemos estado fascinadas por el fenómeno de la globalización y por los procesos políticos que se desarrollan en América Latina. Cuando el presidente Chávez ganó las elecciones decidimos llevar a la cinta magnética lo que allí ocurría. La primera posibilidad de filmar la tuvimos durante la tragedia acontecida en Vargas. Así comenzó todo.
Sin esfuerzos comienza la respuesta de Kim en un perfecto español aprendido en su país, después de haberse enamorado de este idioma cuando, siendo una adolescente, visitó Cuba y España. Luego, viajes por otros países de la región y un año en Colombia hicieron el resto.
-Te estoy hablando de dos años atrás. No había estado nunca en Venezuela. Teníamos que encontrarnos con el presidente, conocer a otras personas, buscar financiamiento; y eso requería de tiempo. De hecho, nos mudamos para allá. Quisimos mostrarle al mundo quién es Chávez, a los grandes jefes de la revolución bolivariana, y la significación de esta. Pretendíamos informar sobre el importante proceso revolucionario, pero fuimos interrumpidos por el golpe del 11 de abril.
-Estuvimos en el Palacio de Miraflores aquella noche, y en pocas palabras sería imposible explicar lo que allí sucedió. Fuimos testigos de la manipulación de los medios desde las semanas previas, que hacían, como se le dice en Venezuela, cadena, al difamar constantemente a Chávez, apoyar el paro y llamar a la gente para que se sumaran, desacreditando a la revolución.
-Tampoco escaparon a nuestras cámaras los francotiradores que disparaban sin discriminación para crear una situación de pánico y desestabilización y, de esa manera, darles excusas a los generales para inculpar al presidente Chávez como el responsable de aquella fatídica orden.
-La mayoría de las imágenes que aparecen en la película son inéditas, no obstante, incorporamos también otras tomas que efectuaron algunos medios alternativos venezolanos y la prensa oficial del Palacio, gracias a las cuales logramos ofrecer un trabajo más acabado. Por ejemplo, mostramos cómo fue manipulada la imagen donde aparecen unos hombres disparando, quienes supuestamente atacaban a los indefensos manifestantes de la oposición, y sin embargo resultó que esa marcha estaba alejada del sitio donde los francotiradores estaban ubicados. Por el contrario, la zona donde ellos se hallaban estaba vacía, mas esa maniobra viajó por todo el mundo.
-¿Cómo fue el proceso de filmación?
-Trabajamos con cámaras digitales, ideales para personas como nosotros, porque el proceso se abarata, sin que por ello se deje a un lado la calidad. Estábamos siempre los dos grabando. De hecho tenemos muchas horas de filmaciones, porque este tipo de documental no requiere de guión, al no poder predecir lo que va a pasar mañana. El metraje del documental es de 74 minutos, y te aseguro que quedaron cosas que hubiésemos querido incorporar, pero no lo hicimos para poder acortar el tiempo.
-En total, el documental nos tomó casi dos años. Nos fuimos de Venezuela en Julio del pasado año y lo culminamos hace dos o tres semanas, es decir, que fueron alrededor de seis meses de montaje.
-Es evidente que hubo que cambiar la idea original, porque tuvieron la “suerte” de estar allí en el momento del golpe. ¿Qué buscaba la cámara?
-Es necesario que aclare que no me considero periodista, por tanto, nunca estoy a la caza de la imagen sensacional. Está claro que cuando llegamos ni siquiera nos imaginábamos que eso iba a pasar. Ahora puede llamársele suerte, porque de repente teníamos en nuestras manos un documento histórico, pero esa noche no lo vimos así. Amenazaron con que iban a bombardear el Palacio donde nos encontrábamos.
-Vivimos en constante riesgo. Lo mismo el día 11 estuvimos expuestos a las balas y a morir, cuando de repente comenzaron las acciones policiales y solo atinamos a echarnos en el suelo; que pudieron, y de hecho lo intentaron, quitarnos lo que habíamos grabado. De todas maneras decidimos quedamos allí. Había que filmar.
-¿Fue esta la posibilidad que usted soñó como documentalista o todavía no ha llegado el gran documental?
-Yo creo que cada obra es como una vida, porque cada nuevo empeño te toma mucho tiempo, sacrificios y esfuerzos. Cada creación es una experiencia diferente, sin embargo, siempre soñé con hacer cosas que fueran impactantes, que invocaran a la justicia social. La fama y el dinero no me interesan. Siento que he puesto mi granito de arena, y eso es lo que me satisface. Antes, tuve un sueño similar con el presidente Castro.
-Entre tantas imágenes registradas, ¿cuál fue la que más la marcó en lo personal?
-En realidad fueron varias. No puedo borrar de mi mente la represión policial del 12 de abril, cuando se impuso el gobierno de facto de Carmona, ni la muerte indiscriminada provocada por su orden. Fue terrible.
-Esa mañana cuando salí a la calle sin haber dormido, y con mucha emoción por lo que había pasado, me encontré con una señora, cuyo nombre desconocía, pero a quien ya había visto en las marchas. Siempre iba vestida de rojo de los pies a la cabeza, apoyando al presidente Chávez. Cuando me vio enseguida me reconoció pues yo había estado por ahí filmando. Se detuvo delante de mí con cara de miedo. Me le acerqué y me dijo que era mejor que Chávez se hubiese ido, porque a lo mejor no era tan bueno. No lo dudes, lo decía por temor. Ella no sabía con quién estaba hablando. Era horrible esa atmósfera de paranoia, de censura.
-Su documental tiene un valor testimonial importantísimo. ¿Satisfecha?
-Mucho. Ahora solo deseo que se proyecte en todas partes, porque nuestro objetivo es llamar al debate y a la reflexión. Vivimos un momento ideal para ello, cuando, quizás, solo nos separan unas horas de una posible guerra contra Irak. Y lo que pasó en Venezuela es un reflejo de lo que está ocurriendo internacionalmente, en momentos en que el gobierno de Estados Unidos se niega a aceptar que el resto del mundo no está de acuerdo con sus ansias bélicas.
La Revolución, se encuentra de gira mundial como parte de varios festivales de documentales y esta programada para ser transmitida por la BBC de Londres. Las personas que lo han visto, y que por lo general no están vinculadas con la realidad latinoamericana, e inclusive no saben siquiera ubicar a Venezuela en el mapa, me han confesado que han vibrado con la proyección, porque han comprendido la fatídica influencia que ejerce la globalización sobre los medios de comunicación, porque han concientizado el poder que puede tener un pueblo, lo cual, no pocas veces, se olvida. Lo más importante es que entendamos que se puede cambiar el mundo.
Visite la pagina oficial de la película en http://www.chavezthefilm.com/
jueves, 17 de mayo de 2007
Cocalero

Guión: Alejandro Landes
Genero: Documental
Fotografia: Jorge Manrique Behrens
Música: Leo Heiblum, Jacobo Lieberman
Montaje: Kate Taberna, Jorge M Behrens, Lorenzo Bombicci
Origen: Argentina - Bolivia (2007)
Duración: 96 minutos
Fecha de Estreno: 17 de mayo de 2007
Sinopsis:
Hijo de la guerra norteamericana contra las drogas, un aymara llamado Evo- acompañado por una tropa de cocaleros- atraviesa los Andes y el Amazonas en jeans y zapatillas, encabezando una contienda histórica para convertirse en el primer presidente indígena de Bolivia.
V I S I Ó N D E L D I R E C T O R
Lo que me atrajo fue la relevancia histórica de la improbable apuesta de Evo: convertirse en el primer presidente indígena de un país que mas de 500 años después de la llegada de Colón continuaba viviendo en un apartheid de facto. La historia personal de Evo parecía reflejar las
complejidades de Bolivia y su lugar en el mundo. Bolivia me parecía una especie de campo de batalla regional: un país de tan solo nueve millones de habitantes, pero con gigantescas reservas de gas natural y miles de hectáreas de sembrados de coca.
Llegué a La Paz por primera vez la mañana del primero de octubre de 2005, a ochenta días de las elecciones. Inicialmente esperaba que la narración seguiría líneas raciales y étnicas, pero una vez que empecé a filmar, llegué a conocer la relación de Evo con los cocaleros, agricultores de coca altamente organizados en un sindicato. Este movimiento nace de la defensa de sus cultivos durante la violenta guerra norteamericana contra las drogas y es la raíz de la fuerza política de Evo.
Lo que emerge en COCALERO es una película centrada en dos protagonistas. Evo Morales y Leonilda Zurita. Mientras el retrato de Evo habla de la humanidad y las idiosincrasias que sustentan la lucha de un hombre por el poder, el rol de Leonilda como líder sindical cocalera da voz a la gente que lo lleva a ese lugar. La película se filmo en estilo verité, con cámara en mano,
sin iluminación artificial ni narración en off. La meta fue mostrar las diversas capas, matices y tonos de gris que coexisten en este escenario humano particular, pintando un cuadro vívido del fenómeno político y al mismo tiempo elevando una pregunta histórica.
Página web: http://www.cocalerofilm.com/home.sp.php
Casting:
Evo Morales
Leonilda Zurita
Alvaro Garcia Linera
Adriana Gil
Hugo Chavez

miércoles, 16 de mayo de 2007
‘Cocalero’, una película sobre Evo Morales

La película Cocalero, que cuenta el ascenso de Evo Morales de la región del Chapare a ¿Cómo se interesó en hacer un filme sobre escenas cotidianas con el presidente de Bolivia, Evo Morales? La idea nace un poco de cómo Bolivia, y la historia personal de Evo Morales, sirven como una metáfora a la región. Obviamente tiene un componente indigenista, ya que hoy llegaría a ser -digamos- el primer presidente indígena de Bolivia, rompiendo con un apartheid de facto de más de 500 años. También existen los grandes intereses económicos en Bolivia, que lo hacen una especie de ficha geopolítica regional. Pero también trata un nivel humano, íntimo, cercano y con un foco más que nada humano, casi anecdótico. ¿Cómo fueron esas sesiones de grabación? Llegué con un pequeño equipo de filmación, éramos Jorge Manrique, el fotógrafo español, llegamos el 1 de octubre del ¿Esto fue cuando Evo Morales estaba en campaña todavía? Claro, es que hay que recordar que Evo Morales en ese momento no es el Evo Morales que se conoce hoy. Evo Morales recorría el país con su chofer Javier y su secretaria Janeth. Pero del Evo Morales que yo llegué a conocer el 1 de octubre del 2005 al que se convirtió en Presidente de Bolivia, hay unos cambios por lo menos en términos numéricos gigantescos. Al principio eramos solo un carro andando por Bolivia y al final era un convoy de 30 personas. ¿Qué diferencias encuentra entre el Evo Morales en campaña con el ahora presidente? Bueno, el Evo de hoy... La verdad que yo he estado todo el tiempo construyendo la película. No he tenido ningún contacto con Evo Morales desde entonces, aparte de escribirle con las buenas noticias de la selección del filme en los festivales. Sin embargo, espero próximamente llevar la cinta a Bolivia para un estreno en la selva del Chapare con los cocaleros... Vamos a llevar la película Cocalero a los cocaleros. ¿Cuál cree que sea la reacción de los cocaleros bolivianos cuando vean este filme? Debe ser una reacción interesante, porque es gente que no está acostumbrada a ver cine, no hay cine en la selva del Chapare. Y es aún más interesante cuando esas figuras en esas pantallas grandes son ellos mismos, entonces sirve como espejo. ¿Se ha sorprendido por la buena reacción del público y la crítica que ha tenido? Más que nada me deja muy contento, creo que al ser una mirada de cine muy humano, que permite varias lecturas y aperturas, y es algo que no solo muestra los clichés de un indígena que se vuelve presidente, sino más bien las entrañas verdaderas de lo que existe dentro de una cultura mestiza, un movimiento sindical nacionalista... Fuente: El Universo El cineasta brasileño Alejandro Landes dirigió Cocalero, que muestra la campaña electoral que llevó al poder al presidente de Bolivia, Evo Morales. Él vivió durante 15 años en Ecuador.
domingo, 17 de diciembre de 2006
La Reina

viernes, 2 de diciembre de 2005
Colores Primarios

Director: Mike Nichols
Origen: Estados Unidos,
Fecha de estreno: 1998
Duración: 144 minutos
Géneros: Comedia y Drama
Sinopsis:
Jack Stanton es gobernador en un estado sureño indeterminado que decide presentarse a las elecciones presidenciales rodeado de un equipo de asesores impecable. Cuando se descubre que ha dejado embarazada a la hija de su mejor amigo, un afroamericano, sus asesores deberán dedicar todos sus esfuerzos a arreglar el asunto. La novela apareció publicada en 1996 con el título de la película pero se desconocía el nombre de su autor. Cuando se descubrió que era el periodista del Washington Post Joel Klein fue despedido y ahora trabaja para The New Yorker. Obviamente, el problema radica en el gran parecido de la historia con los problemas que aquejaron al Presidente Bill Clinton. Realizada por "Mike Nichols", director de grandes éxitos como Quien teme a Virgina Woolf?, El graduado, Armas de mujer, A propósito de Henry o una jaula de grillos, la película, presentada en la sesión inaugural del festival de Cannes 1998, tiene como protagonista a un "John Travolta", caracterizado de forma asombrosa como Clinton, y a "Emma Thompson".
Casting:
John Travolta
Emma Thompson
Kathy Bates
Adrian Lester
Mykelti Williamson
Maura Tierney
Billy Bob Thornton

TODAS LAS MUJERES DEL PRESIDENTE
Pagina /12
Por Guillermo Ravaschino
Todo empezó con una novela anónima, que amenazaba con minar la credibilidad del primer mandatario estadounidense. "Primary Colors, by Anonymous" rezaba la portada del libro que a mediados del '96 se convirtió en un best-seller instantáneo en los Estados Unidos. La historia es la del vertiginoso ascenso de un gobernador sureño, Jack Stanton. Se concentra en la accidentada campaña de 1992, que lo tuvo como protagonista y, a la vez, en el ojo de tormenta de una serie de denuncias sobre affaires non sanctos. Por supuesto que todo parecido con la realidad no es pura coincidencia. Jack Stanton es Bill Clinton. Y la opinión pública norteamericana, ese segmento de la middle class siempre sediento de revelaciones explosivas, hizo crecer al fenómeno como una bola de nieve. Hasta que Hollywood le hizo honor con una nueva "película de presidente", una superproducción en la que un divo con cara de ángel (John Travolta) compone al mujeriego ilustre, y una dama con antecedentes progres y carácter (Emma Thompson, claro) se hace cargo de su esposa Hillary. El próximo jueves, Colores primarios, que así se llama, se estrena en Buenos Aires, apenas 24 horas después de inaugurar una nueva edición del Festival de Cannes.
Los estudios Universal concretaron la producción por la módica suma de 65 millones de dólares. El 20 de marzo, Primary Colors picó en punta en 2000 cines norteamericanos. La verdad es que la agenda sexopolítica no podría haber sido más favorable. A la fecha del estreno el affaire Lewinsky todavía estaba candente, y algo más tarde las boleterías se recalentaron con las denuncias de una enésima supuesta víctima, Kathleen Willey. Cifras al margen, Primary Colors hizo derramar ríos de tinta y nutrió interminables polémicas televisivas. Lo que no arroja demasiada luz sobre sustancias cinematográficas, pero ayuda a conocer algunas de las reglas no escritas que rigen al periodismo y al público norteamericano.
Como la novela (cuyo autor, el periodista de Newsweek Joe Klein, decidió mostrar la cara cuando la venta del libro arañó el primer millón), Colores primarios está narrada desde el punto de vista de Henry Burton, un joven idealista, negro, que está buscando desesperadamente a alguien en quien confiar. Ahí está el presidenciable Jack Stanton (Travolta), que enseguida lo convierte en uno de sus capitanes de campaña. Burton está interpretado por Adrian Lester y representa a George Stephanopoulos, mano derecha de Clinton en el '92: este es el personaje que quedó mejor parado en la película. Pero no el único. Jack Stanton rige con mano progresista a un estado sureño indeterminado. Sus amoríos ilícitos a la larga quedan en anécdotas. Pecados veniales de un líder que, por lo demás, es dueño de un instinto innato para conectarse con el "pueblo" y luce un carisma discursivo capaz de ablandar al interlocutor más cínico. Por supuesto que, además, es la versión más parecida a Clinton que pudo obtenerse de los gestos y los rasgos de Travolta. "Realmente lo estoy interpretando a él", confesó el astro de Tiempos violentos. "Estudié horas de discursos del presidente, su lenguaje corporal, el acento de Arkansas. Sería un falso ejercicio de relaciones públicas que yo niegue eso".
Otra fue la posición de Emma Thompson, que negó las evidencias con un "yo no quise en absoluto personificar a Hillary, mi personaje no es Hillary sino una combinación de varias personas". ¿Pero a qué otra persona podría remitir aquella "suma de personas", si su personaje es la cónyuge de Jack? Kathy Misery Bates, en tanto, se hace cargo de la jefa de gabinete Betsey Wright. En el film se llama Libby Holden, y es esa mujer de armas llevar, capaz de corregir las líneas de un discurso como de calzarse una Browning en la cintura. Holden también encarna al típico personaje equilibrado que se ocupa de llevar la voz cantante cuando los otros balbucean. Y sus dictámenes nunca se apartan demasiado del camino elegido por Jack.
Como puede verse, Primary Colors se perfila como algo muy parecido a un retrato rosa. Sin embargo, la aprensión del entorno presidencial se hizo notar poco antes del estreno. Como para matizar tantos affaires de Jack, una escena del film iba a permitir el desquite de Hillary (en fin, de Susan), quien se tiraba una canita al aire con el joven Burton. Esto llegó a oídos de la primera dama, a la que no le resultó nada gracioso verse en la cama con un afroamericano. Hillary activó ciertos contactos y los ejecutivos de la Universal decidieron eliminar el fragmento en el montaje. Stu Zaks, vocero del estudio, argumentó que buena parte de lo que se filma normalmente queda afuera en la compaginación. Lo que no dijo es que Mike Nichols, el director del film, quería que esta escena quedase. "Hubiera servido para humanizar a Susan", argumentó el director de El graduado, "y al mismo tiempo para revelar la complejidad de su relación matrimonial, jalonada por la infidelidad de Jack". La banda incidental del film, en tanto, había sido encomendada a Carly Simon, una de las grandes amistades que cosechó Clinton en el ambiente musical. Pero la intérprete de "Let the River Run" se bajó del caballo prematuramente. "Fue una decisión artística que no tiene nada que ver con la política", declaró. "Y la película me gustó, aunque no guarda ninguna relación con la realidad." Si ella lo dice...

UN PUNTO DE INFLEXIÓN
Lo primero que hicieron los críticos más prestigiosos de Estados Unidos con Primary Colors fue calificarla como una película sobresaliente. Después dijeron que marca un punto de inflexión entre las presidential movies. Que ocupa el justo punto medio entre las fábulas de ayer y de hoy (las legendarias Caballero sin espada y Triunfo supremo, la reciente Día de la Independencia), en las que el presidente es un querubín idealizado, y los retratos inflexibles de los últimos tiempos: Poder absoluto, con Gene Hackmann como un mandatario cruel y rufianesco, Marcianos al ataque, con Jack Nicholson como un presi flojo de carácter y cerebro, y la profética Wag the Dog, en la que el presidente inventa una guerra contra Albania para tapar las denuncias de una becaria de la Casa Blanca (increíblemente parecida a Monica Lewinsky). Lo cierto es que lo que atrajo al público es la generosa dosis de anécdotas asimilables a la real life de Clinton que despliega Primary Colors. Mientras avanza la proyección, millones de norteamericanos alternan la ingesta de pochoclo con el ejercicio de adivinar cuáles personajes de la vida real se corresponden con los de la película.
jueves, 1 de diciembre de 2005
El candidato
Libro: Jeremy Larner
Fecha de estreno:18 de octubre de 1972
Genero: Drama
Tagline: Demasiado Apuesto. Demasiado Joven. Demasiado liberal. No tiene chances. ¡El es perfecto!
Plot: Bill McKay es un candidato a senador de los Estados Unidos por California. Con pocas chances de ganar la elección, logra desetabilizar al establishment político.
Premios: Ganó el Oscar a Mejor Guión 1973. Nominada al Oscar para Mejor Sonido.
Duración: 110 min
País de origen: USA
Idioma: Ingles
Sinopsis:
Un joven idealista abogado, Hill McKay (interpretado por Robert Redford), fuertemente involucrado con la lucha por los derechos civiles y la defensa del medio ambiente, decide competir en la campaña para senador por los Estados Unidos. En un principio, no busca ganar, sino aportar nuevas temáticas y perspectivas a los votantes.
A medida que avanza la campaña, sus posibilidades de ganar se vuelven ciertas. Este escenario abre una serie de interrogantes y desafíos éticos al candidato. La caracterización del personaje indaga sobre esos conflictos internos de un “hombre decente” ante su ambición y su conciencia.
La película pone en perspectiva los costos (emocionales, morales y financieros) para acceder a un cargo público y la decepción de un hombre que sabe lo mucho que perdió para alcanzar algo que no sabe si realmente lo desea.
El film concluye en un planteo incómodo. ¿Para qué una campaña electoral? ¿Para qué ganar una campaña electoral?. Deja al descubierto el sinsabor del marketing político sin Política.
Casting:
Robert Redford ............... Bill McKay
Peter Boyle ..................... Lucas
Melvyn Douglas .............. John J. McKay
Don Porter ...................... Jarmon
Allen Garfield .................. Klein
Karen Carlson ................ Nancy
Quinn K. Redeker .......... Jenkin (as Quinn Redeker)
Morgan Upton ................ Henderson
Michael Lerner .............. Corliss
Kenneth Tobey .............. Starkey
Chris Prey ...................... David
Joe Miksak .................... Neil Atkinson
Jenny Sullivan ................ Lynn
Tom Dahlgren ................ Pilot
Gerald Hiken ................. Station Manager
