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domingo, 21 de marzo de 2010

Té con masas

Ha escrito en la palma de su mano izquierda: "energía", "impuestos" y "levantar el ánimo" de la gente; otra consigna, "recortes presupuestarios", está tachada. Desde el atril, mientras agita los brazos y deja ver esos apuntes en tinta negra, Sarah Palin clausura la convención nacional del Tea Party. Está en Nashville, Tennessee, territorio del ex vicepresidente demócrata Al Gore, derrotado por George W. Bush en las mañosas presidenciales de 2000. La vitorea una multitud encantada con sus maldiciones contra esosliberals , o izquierdistas, capaces de lo peor.
La ex candidata a vicepresidenta de los Estados Unidos y ex gobernadora de Alaska es, ante ellos, "alguien como nosotros, del mundo real". Cobrará al final de la velada 100.000 dólares. Son sus módicos honorarios por intervenir en esa recreación del histórico motín del puerto de Boston. Entonces, el 16 de diciembre de 1773, es contra Gran Bretaña por gravar la importación de productos de primera necesidad como el té; colonos disfrazados de indios arrojan un cargamento al mar. Ahora, más de dos siglos después, es contra la "política socialista" del gobierno demócrata.
¿Quién es Barack Obama para apurar una reforma sanitaria por la cual las compañías de seguros médicos se verán obligadas a afiliar y atender a todos sin limitaciones? "No es sólo un debate sobre el costo de los cuidados médicos, sino sobre el carácter de nuestro país", martilla frente a otra multitud, distinta de la encandilada con Palin.
La señal de alarma para él proviene de Massachusetts, bastión de los Kennedy durante casi medio siglo: los demócratas pierden su banca y, con ella, la autonomía en el Senado. La victoria del republicano Scott Brown, "sólo un hombre con una camioneta", confirma que el disgusto, factor aglutinante de la derecha, puede ser fatal. O, en el caso de Annabel Park, nacida en Corea del Sur y criada en los Estados Unidos, inspirador: crea el Coffee Party, reverso del Tea Party, con lemas, como "despierta" y "reacciona" que Obama, de ser Palin, podría apuntarse en la palma de la mano derecha.
Palin suele burlarse de él: "¿Qué tal les está yendo con eso de la esperanza y el cambio?", aguijonea a los suyos. Son blancos, de derecha y están desorientados. Encuentran más eco en la Nación del Motín del Té, fundada por Judson Phillips, que en el Partido Republicano. La defensa de la responsabilidad fiscal, el gobierno limitado y el mercado libre, sus pilares, son un recordatorio del Contrato con América , lanzado por Newt Gingrich en 1994; en ese momento, Bill Clinton está empantanado, como ahora Obama, con la reforma sanitaria, encargada a Hillary, en un país con 47 millones de personas sin seguro médico.
Esta vez, la campaña es más agresiva. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, demócrata, está horrorizada por el uso de los bigotes de Hitler para ridiculizar a Obama en los actos del Tea Party. Los tilda de "nazis". No sólo por eso, sino, también, por las feroces arengas de predicadores radiales, como Rush Limbaugh, contra los inmigrantes y las minorías raciales. Palin suscribe sus ideales, pero prefiere ir por la libre contra el establishment , el aborto y el matrimonio gay a ver si Dios le enseña "la siguiente puerta"; quizá deba decidir si pasa a ser "Sarah de Alaska 2012".
¿Será su desquite? La consideran "demasiado sexy" en 2008. En esas elecciones, la combinación entre la política y la maternidad, yendo y viniendo con su bebe con síndrome de Down y su hija de 17 años embarazada, crea confusión. De pequeña, por su fiereza en la cancha de básquetbol, es "Sarah Barracuda". De grande, en su debut en la convención republicana, se presenta como una hockey mom(madre que lleva a sus hijos a jugar hockey) cuya única diferencia con un pitbull , bromea, es "el lápiz labial". Es ahora, en su casa de Wasilla, Alaska, estrella del canal de televisión Fox News. Escribe su segundo libro después del éxito de Going rogue ("resumen de casi 400 páginas de virtuosa ignorancia", según The New York Review of Books ). Tiene un millón y medio de fans en Facebook y otros tantos seguidores en Twitter.
Tiene simpatizantes más discretos. En el Capitolio, durante el discurso del Estado de la Unión, el juez Samuel Alito, miembro de la Corte Suprema, desaprueba una crítica de Obama contra un fallo sobre la financiación de las campañas. "Eso no es verdad", masculla en voz baja. Virginia Thomas, esposa del juez Clarence Thomas, también conservador y miembro del máximo tribunal, ha creado la organización Liberty Central para ayudar al Tea Party. Está habilitada. ¿En qué medida condiciona a su marido, más cercano a Palin que a Obama?
En sus excluyentes mítines de english only (sólo inglés), la muchachada del Tea Party calienta el músculo para "recuperar el país" con una Juana de Arco que, desde el miedo al cambio, reivindica los "derechos constitucionales" y el individualismo a ultranza. Son los Estados Unidos que, según Obama, "se aferran a Dios y las pistolas". Son los otros Estados Unidos o, acaso, los más parecidos a sí mismos.
Fuente: La Nación (Jorge Elías)



Fuente de imagenes: Obamanation chronicles

domingo, 14 de marzo de 2010

Westerwelle atribuye a "campaña de difamación" las acusaciones de amiguismo

Berlín, 13 mar (EFE).- El ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, atribuyó a una presunta "campaña de difamación" electoralista las acusaciones de amiguismo lanzadas contra él por la conformación de las delegaciones que le acompañan en sus viajes al extranjero.

"Quien crea que logrará con tal campaña que gane una mayoría de izquierda en Renania del Norte-Westfalia es que menosprecia la inteligencia de nuestros ciudadanos", dijo Westerwelle, de regreso de Latinoamérica, en relación a los comicios de mayo en ese estado, gobernado por cristianodemócratas y liberales.

El ministro, presidente del Partido Liberal (FDP), salió así al paso de las sospechas de amiguismo en relación a sus viajes, cuestión que ha centrado la atención en Alemania durante su gira, esta semana, por Chile, Argentina, Uruguay y finalmente Brasil.

A la serie de revelaciones de los días pasados se sumaron hoy las del semanario "Der Spiegel" y que afectan a uno de sus hombres de confianza en Exteriores, Jörg Arntz, responsable de coordinación y hasta hace poco socio del empresario Cornelius Boersch, propietario de varias empresas en Suiza y Alemania.

Boersch formó parte de las delegaciones de empresarios que han acompañado al ministro en sus giras por Asia y Oriente Medio. Desde sus empresas se han transferido desde 2002 hasta 165.200 euros en donativos al FDP de Westerwelle, según medios alemanes.

El empresario formaría parte de la trama de presuntos "amigos" del ministro, una trama en la que asimismo están implicadas dos personas de su entorno privado: su hermano menor, Kai Westerwelle, y su compañero sentimental, Michael Mronz, organizador de eventos deportivos y asimismo presente en la gira por Latinoamérica.

La presencia del compañero sentimental del ministro despertó las suspicacias, ya que si bien es habitual que un jefe de la diplomacia viaje ocasionalmente acompañado de su pareja, entre los medios se barajó que tales ocasiones podían "abrir las puertas" a Mronz en beneficio de sus asuntos empresariales.

En pleno revuelo por el trato de favor que, por ejemplo, podía sacar un organizador de eventos deportivos de sus contactos en Brasil -sede del Mundial de Fútbol 2014 y los JJOO de 2016-, el propio Mronz anunció ayer que no acompañará a Westerwelle en su próximo viaje a Sudáfrica -sede del Mundial 2010-.

Ya a principios de semana, Mronz salió al paso de las primeras especulaciones, al afirmar que paga los costes de su bolsillo.

La canciller Angela Merkel respaldó ayer a Westerwelle al expresar a través de su viceportavoz, Sabine Heimach, su confianza en que la selección de empresarios que acompañan al ministro en sus viajes al extranjero "se ajustan a los criterios establecidos".

Heimbach matizó, sin embargo, que la canciller no interviene en esa selección, sino que cada uno de sus ministros "está facultado para decidir por sí mismo quién conforma esas delegaciones".

Las sospechas en torno a Westerwelle coinciden con el mal momento en las encuestas de la coalición de Merkel -integrada por la Unión Cristianodemócrata Alemana y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU), junto al FDP-.

Las últimas encuestas dan a las tres formaciones del gobierno, a escala federal, un 41 por ciento, frente al 51 de un hipotético bloque entre socialdemócratas, La Izquierda y Los Verdes.

Respecto a las comicios renanos, se baraja asimismo una posible pérdida de la mayoría de la coalición de centro-derecha. EFE gc/ma

Fuente: El confidencial

lunes, 28 de septiembre de 2009

Westerwelle, la nueva estrella


BERLIN (De una enviada especial).- Es abogado, colecciona arte moderno y juega al beach volley. Pero Guido Westerwelle sólo tiene una verdadera pasión: la política.
A los 47 años, el sólido líder del Partido Liberal Demócrata (FDP) cumplió ayer el primer gran sueño de su vida: obtuvo el 14,5% de los votos, lo que le permitirá formar una alianza de centroderecha con la democracia cristiana de Angela Merkel. Como manda la tradición, Westerwelle se transformará en vicecanciller de Alemania y ministro de Relaciones Exteriores. Durante los próximos cuatro años, Guido -como lo llaman sus compatriotas- se esforzará en aplicar el dogma ultraliberal que defiende desde que adhirió a su partido a los 19 años y que estampó en su lema de campaña: "Hay que volver a recompensar el trabajo".
Fiel a ese dogma, este nativo de Bonn, mal alumno, hijo de juristas divorciados y que recuerda su infancia como una época de profunda infelicidad, intentará reducir drásticamente los impuestos, liberalizar el mercado laboral, oponerse a medidas de neto corte ecologista y seguir siendo un aliado incondicional de Estados Unidos. "Ni de izquierda ni de derecha", afirma cuando le preguntan cuál es su ideología. Se declara "antes que nada enemigo del socialismo y de un exceso de Estado".

Westerwelle es un temible tribuno. Sus colegas en el Bundestag todavía recuerdan sus enfrentamientos verbales con su gran adversario, el ex ministro de Relaciones Exteriores verde Joschka Fischer. Aún hoy Merkel apela a todo tipo de subterfugio para no darle la palabra inmediatamente después de ella en el hemiciclo.
Su gran problema es su inconsistencia ideológica. Sus adversarios dicen que es capaz de cambiar de estilo y de posición de un minuto al otro, motivado por una necesidad profunda de caer bien. "Es alguien mucho más motivado por la carrera de político que por el contenido de la política" y, en otras palabras, "sin convicciones profundas", afirma su biógrafo Majid Sattar.
Ese afán por lograr la aceptación lo indujo a adoptar un tono frívolo que lo llevó a una dura derrota en las elecciones de 2002, en las que obtuvo apenas el 7 por ciento. Dispuesto a cambiar, en la campaña de 2005 decidió apostar por la transparencia y hacer público un secreto conocido por todos los alemanes, pero del cual nadie se atrevía a hablar: su homosexualidad. Merkel le dio la oportunidad.
En 2004, la presidenta de la CDU lo invitó a festejar sus 50 años en la sede del partido. Poco antes de la fiesta, Westerwelle la llamó para preguntarle si podía asistir con su compañero. Merkel aceptó con entusiasmo. Sobre todo porque, según confió a Sattar, tuvo inmediatamente la idea de ubicar a la pareja junto a su propio rival democristiano, Edmund Stoiber, ministro-presidente de Baviera y miembro de la ultraconservadora CSU. Al día siguiente, las fotos publicadas por la prensa indignaron a los electores bávaros católicos. Stoiber estaba furioso y Merkel sonreía con malicia. Westerwelle consiguió salir del closet con elegancia y así pudo pasar a otra cosa: esforzarse por convertirse en la nueva estrella de la política alemana. Ayer lo logró.
Fuente: La Nación

Una verdadera revolución interna


Por Luisa Corradini
BERLIN.- Alemania se prepara para emprender un fuerte giro a la derecha que tendrá profundas consecuencias en Europa y puede incluso convertirse en una pesadilla para Estados Unidos.

A pesar de su apariencia trivial, la llegada de los liberales al poder en un gobierno de coalición dirigido por la canciller democristiana Angela Merkel representa una verdadera revolución en el plano político interno, en materia económica e incluso a nivel internacional.

En el plano interno, la derrota socialdemócrata puso término a la alianza contra natura que gobernó la primera potencia económica de Europa entre 2005 y 2009. Al mismo tiempo, abrió el camino a una coalición ideológicamente más coherente entre la democracia cristiana y el Partido Liberal Demócrata (FDP) de Guido Westerwelle.

En la liturgia política germana, a las alianzas entre la democracia cristiana y los socialdemócratas se las denomina Grosse Koalition (gran coalición), mientras que a los gabinetes de la CDU con el FDP se los califica, casi peyorativamente, Kleine Koalition (pequeña coalición). Esta vez, sin embargo, el Gulliver que salió de las urnas puede dar pasos de gigante en un continente y en un mundo transformado por la crisis más grave que conoció el planeta desde la Gran Depresión de 1929.

Este cambio amenaza con introducir modificaciones revolucionarias en el tradicional modelo de concertación social surgido de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Ese modus vivendi garantizó la paz social y la doble reconstrucción que vivió el país en los últimos 60 años: el milagro económico de la posguerra y el alto precio que demandó la reunificación a partir de 1990.

Para evitar que los sacrificios penalizaran a un solo sector de la sociedad, el modelo de concertación exigía, tácitamente, un acuerdo tripartito entre gobierno, empresarios y sindicatos socialdemócratas. La llegada del impetuoso Westerwelle al poder puede provocar una reorientación económica radical sin pasar por la mesa de negociación.

Durante la campaña, Merkel se comprometió a resistir la aplicación de las medidas más ultraliberales del programa del FDP, como la reforma brutal del impuesto sobre los ingresos o una supresión del salario mínimo que existía en los principales sectores de la producción. Pero, como todo el mundo sabe, a las promesas de campaña se las lleva el viento.

Por razones tácticas, el cambio puede postergarse hasta mayo de 2010, fecha en que se debe renovar el parlamento de Renania-Westfalia. Pero después de ese momento es probable que la nueva coalición decida aplicar la promesa de bajar los impuestos a las ganancias de las empresas a tasas de 10 a 25%, contra 30% en la actualidad. Westerwelle también desea una reducción impositiva por un total de 22.000 millones de dólares que beneficiará en particular a la clase media. Como paladín de las pymes, está decidido a promover esas empresas que constituyen la espina dorsal de la economía alemana.

Desregulación

Otra medida crucial del programa liberal es la promesa de desregular el mercado laboral para facilitar las contrataciones y despidos.

Ahora que desaparecieron las reservas socialdemócratas, Angela Merkel y los liberales podrán prolongar a través del Parlamento la duración de vida de las centrales nucleares productoras de energía eléctrica a fin de reducir la dependencia del petróleo y facilitar un tránsito sin traumatismos hacia las nuevas energías renovables.

Ese reajuste político naturalmente significará poner el esfuerzo en las necesidades internas del país, un cambio capaz de aislarla de sus aliados europeos. El eventual repliegue de la primera potencia económica de Europa no es un acontecimiento insignificante porque puede incidir en la orientación general de la Unión Europea (UE). Este punto es tanto más importante que, como responsable de la diplomacia alemana, Westerwelle será el encargado de negociar con los otros 26 miembros de la UE.

Una primera contradicción interna, que afectará la política europea de Alemania, será la posición con respecto al ingreso de Turquía. Los liberales consideran que ese gigante no está "maduro" para ingresar en la UE. La candidatura turca cuenta con la simpatía de la democracia cristiana, pero no será fácil para Merkel vencer la oposición liberal.

Este es probablemente uno de los pocos puntos de política exterior en que los liberales no están de acuerdo con Estados Unidos. En otro aspecto crucial, la nueva alianza parece decidida a mantener la presencia de Alemania en Afganistán.

La Casa Blanca, en cambio, probablemente tenga grandes dolores de cabeza en materia económica, porque ni Merkel ni Westerwelle están demasiado decididos a apoyar los planes globales de reactivación que reclama el presidente Barack Obama. La canciller se resiste desde hace tiempo a lanzar nuevos programas de estímulo: "En lugar de dar consejos, sería más prudente que Estados Unidos se ocupara de sus déficits", declaró recientemente. Los liberales no hubieran dicho otra cosa.

Todo ese panorama parece indicar que Alemania entrará en una nueva fase de su historia gracias a esta coalición más coherente que la precedente en materia ideológica. El problema más grave que tendrá Merkel, si quiere seguir manteniendo su popularidad, es ver cómo controlar los ímpetus de su aliado Guido Westerwelle y sus ideas ultraliberales, muy difíciles de asumir en tiempos de crisis.

Fuente: La Nacion