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miércoles, 27 de enero de 2010

Todo cambia, y no es un lugar común


Las publicaciones científicas de la India aumentaron un 80% en ¡siete años! Y si siguen creciendo a este ritmo, dentro de otros siete podrían equipararse o superar las de los países del G-7.

Después de los Estados Unidos, China es actualmente el mayor productor de conocimientos científicos del mundo (sus publicaciones en revistas con referato crecieron un 64% desde 1981) y podría llegar a sobrepasar al país del Norte nada menos que en 2020.

Rusia, el primero que puso un hombre en el espacio, se está convirtiendo en un protagonista secundario del escenario científico mundial: su población de investigadores está envejecida, su producción declina y publica menos trabajos que China y la India.

Y Brasil, con una inversión creciente y publicaciones que se duplicaron en apenas diez años, produce 500.000 graduados y 10.000 doctores por año, un número similar al de Francia y Corea del Sur, algo que hubiera sido impensable a mitad del siglo XX.

Todos estos datos y muchos otros surgen del Thomson Reuters Global Research Report (http:researchanalytics.thomsonreuters.com/grr ), una serie de trabajos sobre la investigación en los países del llamado grupo BRIC (China, Rusia, Brasil y la India), que analiza la información de un gigantesco banco de datos que indexa más de 10.000 publicaciones en 45 lenguas.

Los números y los gráficos (invariablemente ascendentes) permiten comparar la actuación de los nuevos "tigres" de la ciencia con la de los líderes tradicionales, y ya no cabe duda de que el equilibrio global está cambiando. El esfuerzo invertido en educación, en ciencia y en innovación probablemente explique buena parte de la transformación. Por eso, más que las estrategias particulares, lo que importa es darse cuenta de la enorme escala de inversión y movilización de recursos humanos que en todo el mundo se destina a promover el conocimiento. Esta es hoy, al parecer, la nueva receta del éxito... También para la Argentina, no hay vuelta que darle.

Nora Bär

Fuente: La Nación

domingo, 22 de noviembre de 2009

Influyentes: los que hablan al oído del poder

Por algo se habla de la soledad del poder. Desde siempre, quienes ocupan los cargos más altos han padecido, pese a las ventajas de su posición, un mal que acecha en las alturas: el vértigo de las decisiones cruciales, aquellas que pueden definir la suerte de un gobierno o de una empresa, o acarrear riesgos importantes como hipotecar, si las decisiones no fueron las correctas, un futuro promisorio. Lo padecieron reyes y caudillos y lo padecen ahora presidentes, dirigentes de peso, oficialistas u opositores, grandes empresarios y sindicalistas. A la hora de marcar rumbos, definir estrategias o destrabar una negociación, confirman que la soledad no es buena consejera y abren el juego de las opiniones para achicar el margen de error. Ahí es donde entran los influyentes, aquellos que por convicción o profesión les hablan al oído a los número uno.

¿Quiénes son, en la Argentina actual, estos modernos consejeros del rey ? ¿Cómo toman las decisiones clave los Kirchner, Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Julio Cobos, o Elisa Carrió? ¿Y los empresarios top, del porte de Paolo Rocca, Luis Pagani o Héctor Magnetto, al timón del Grupo Clarín y en plena batalla con el Gobierno?

Todo indica que los poderosos no escuchan una sola voz, más bien recurren a un ramillete de influyentes, técnicos y especialistas, cuyos datos son insumos a la hora de tomar decisiones o construir posicionamientos públicos.

Desde la crisis con el campo o la pulseada por la ley de medios hasta los recientes conflictos sindicales ("¿Cómo nos puede impactar el conflicto en Kraft?", sondeó por mail el presidente de una poderosa aceitera a su asesor estrella, a quien le paga un abono mensual para este tipo de urgencias), esta variada gama de "influyentes" puede aportar desde un expertise profesional ante conflictos puntuales hasta sustento ideológico a la carta para que el cliente salga a escena con el discurso bien afinado.

¿Esto tiene fin o se puede desmadrar? Quiero decir, ¿puede abrir una etapa de paros salvajes?

La pregunta se la hizo esta semana un empresario de primera línea al economista Carlos Melconian. Los hombres de negocios acudieron en los últimos días a su elenco de consulta, preocupados por el recalentamiento del clima social y cómo éste podría disparar una escalada de conflictos en la economía. Los economistas también tuvieron que evacuar otras dudas de las empresas esta semana: "¿Cuánto puede durar el veranito financiero internacional?" o "¿hasta dónde puede llegar el Gobierno con su agujero fiscal"?

Otro que atendió inquietudes durante estos días álgidos fue Daniel Funes de Rioja, el abogado de la UIA, al que los empresarios escuchan antes de decidir sobre cuestiones laborales del peso. La libertad sindical es un tema que preocupa a los líderes corporativos: temen que si prospera el ejemplo de los gremialistas de los subtes, empiecen a proliferar delegados en sus compañías y se multipliquen las demandas.

La hora del pragmatismo

Claro que la consulta a este tipo de expertos que ofrecen soluciones pragmáticas para desafíos puntuales no invalida que -incluso al mismo tiempo- también se convoque a intelectuales que ayuden a pensar y debatir desde otro lugar, sin estar atados necesariamente a la coyuntura política. Aquí entran entonces intelectuales como Santiago Kovadloff -en los últimos tiempos, convocado con frecuencia por popes de los negocios preocupados por los excesos del paradigma criollo de la ganancia fácil- o como Tomás Abraham, el filósofo con quien Hermes Binner mantiene una línea abierta de consulta permanente. También, cómo no, los intelectuales de Carta Abierta, orientados a fortalecer con ideas el día a día de la gestión kirchnerista.

Pero lo cierto es que, por abrumadora mayoría, no son justamente los intelectuales quienes más tallan en las decisiones de la dirigencia vernácula. Caída la confianza en los grandes relatos ideológicos, la era del pragmatismo ha catapultado como gurúes ya no a los pensadores de fondo sino a los dueños de esas pequeñas parcelas de saber que hoy pueden prometer una eficacia apoyada en datos. Como dice Kovadloff, "el reemplazo del ciudadano por el consumidor hace que los políticos y los empresarios busquen expertos diversos, que los ayuden a posicionarse mejor en el mercado de consumidores, no ante los ciudadanos".

En ese terreno, claro, quienes hoy dominan el juego son los economistas (algunos ven en esa primacía una doble marca: la de una sociedad atormentada por la inestabilidad y a la vez, una sociedad para la que la producción de dinero es uno de los valores culturales más altos). Entre las estrellas de los influyentes "económicos" descollan Carlos Melconian, Miguel Angel Broda, Luis Secco, Ricardo Delgado, Miguel Kiguel, Juan Carlos De Pablo y, en menor medida, Ricardo Arriazu (se destacó como hombre de consulta de Franco Macri, y revista en esa generación de empresarios). Difícilmente dirán a quién asesoran: saben que el secreto es parte de su metier , pero muchas de las grandes decisiones del empresariado local llevan su sello.

Detrás de los economistas, siguen consultores y expertos en imagen, al estilo del ecuatoriano Jaime Durán Barba, que no sólo influye sobre Mauricio Macri sino sobre el discurso político de Unión Pro, a tal punto que ha dejado de ser un consultor externo, como lo era al principio, para pasar a ser parte del equipo. Durán Barba, que hace rato viene sosteniendo que la sexualidad y las medidas en torno a ella son parte de la nueva agenda política, fue una figura clave en la decisión de Macri de volcarse en favor del matrimonio gay.

Otros expertos en imagen que hoy también califican como influyentes son Ramiro Agulla -artífice del reciente triunfo de De Narváez- o César Mansilla, dueño de la consultora Nueva Comunicación y número puesto en el mercado de las relaciones públicas, a quien muchos le reprochan que, en su caso, la asesoría en comunicación no excluye las menos transparentes operaciones de prensa. Mansilla ha asesorado a casi todos los políticos de fuste, entre ellos a Binner en las últimas elecciones (que además se nutre, como dijimos, del pensamiento de Tomás Abraham).

En cuanto a los analistas políticos, el ranking de los más escuchados por el estabishment incluye a Sergio Berensztein, Rosendo Fraga, Joaquín Morales Solá, Fabián Perechodnik, Natalio Botana y Carlos Pagni.

Muchos politólogos y economistas cobran un abono mensual, al estilo de una prepaga. Los economistas son los más caros: los top, quienes asesoran a los empresarios más importantes de la Argentina (entre los que figuran algunos de los mencionados más arriba), cobran honorarios mensuales que rondan entre 10.000 y 15.000 pesos. Y por sus charlas y conferencias en empresas o reuniones gerenciales, suelen cobrar entre 8000 y 12.000 pesos. Los analistas políticos, por lo general, cobran la mitad, tanto por el abono como por las exposiciones.

Dueño de una importante consultora, enclavada en el edificio Chacoffi, un clásico de la city porteña, Carlos Melconian es uno de los economistas preferidos por el establishment, a quien escuchan regularmente empresarios del porte de Paolo Rocca, de Techint, o Luis Pagani, de Arcor (se dice que, además, está trabajando en el diseño de un programa económico para Mauricio Macri, en el caso de que se lance a la carrera de 2011). "Lo más importante en este trabajo, para que sea eficaz, es poner a un lado las propias opiniones para analizar fríamente el escenario. En lo personal, no creo haber sido nunca antinada -dice Melconian-, nunca, ni ahora ni antes, hice análisis antikirchneristas, sino análisis objetivos. Y hablo con números: a mitad de mes, mis clientes ya tienen el índice de precios que construimos aquí. Así que para mí, el Indec es una anécdota."

Tal vez los influyentes podrían dividirse en dos grandes grupos: los "militantes", que tienen cercanía y afinidad con el dirigente, aquellos que pertenecen a eso que se da en llamar "el riñón" o "la mesa chica" de una fuerza política, y aquellos que, como los consultores económicos o políticos mencionados antes, participan de manera externa, independiente, y así como asesoran a Kirchner mañana (o el mismo día) lo harán con Duhalde, Macri o con Carrió. Los políticos, en general, se valen de ambas posibilidades para construir y foralecer sus espacios. Y también del impuslo que brindan sus propios cuadros, muchos de ellos ahora diputados electos que mientras esperan el recambio trabajan activamente elaborando propuestas para el largo plazo (ver recuadro).

Entre los influyentes "mesa chica" podría mencionarse al empresario constructor Nicolás Caputo, que no sólo asesora a Mauricio Macri sino que, además, tiene puesta la camiseta de Pro. Así también, Gustavo Ferrari con De Narváez, o Carlos Kunkel, Carlos Zanini y Julio De Vido para el kirchnerismo. Héctor Recalde, el abogado de la CGT, es considerado el principal proveedor de ideas de Hugo Moyano. Muchos los señalan como la materia gris que diseña la sociedad política con los Kirchner o arma artilugios legales para afianzar el monopolio sindical, motivo de los últimos paros de subtes.

El vicepresidente Julio Cobos, atento al pulso de la opinión pública, atiende el consejo de consultores externos que le traen encuestas y con quienes "pelotea" distintos temas. El analista Fabián Perechodnik, de la consultora Poliarquía, es uno de ellos; Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios para una Nueva Mayoría, y un clásico de referencia para la mayoría de los políticos que están hoy en el candelero, es otro. "Sé que influyo en las decisiones porque me lo dicen, pero muchas veces no sé sobre quién", dice Fraga, en alusión a los análisis que distribuye su consultora.

Elisa Carrió -podríamos decir que junto con Binner- es una de las pocas líderes políticas que se interesa por tender puentes con el mundo académico, con el declamado fin de que le aporten ideas nuevas. El instituto Hanna Arendt es una muestra de esta intención. Pero además, Carrió -que no tiene plata para invertir en asesores de imagen ni mucho menos en encuestas- suele incorporar intelectuales a quienes, como en el caso del diputado Fernando Iglesias, les ofrece cargos en el poder político concreto. Un camino similar recorrió el profesor de filosofía Samuel Cabanchik, aunque esa alianza no perduró: Cabanchik pegó el portazo hace poco tras alegar que Carrió no puede escuchar voces disidentes.

Es curioso lo que pasó en el universo K con la influencia magnética que solían ejercer las encuestas y los consultores en tiempos del ex presidente: antes, en tiempos de Néstor Kirchner presidente, los sondeos de opinión eran la verdad revelada; hoy el Gobierno se fue al otro polo y, en ese autismo, parece haber perdido la brújula. La desatención al tema de la inseguridad, una de las prioridades de los argentinos, es un buen ejemplo de esa desconexión.

Un funcionario de la comunicación K lo sintetiza con honestidad brutal: "Hoy más que nunca nadie influye sobre Néstor y Cristina; más bien, es al revés: ellos plantean un debate y luego se buscan los influyentes adecuados o los intelectuales afines que brinden sustento para esa batalla".

Durante el conflicto con el campo, varios posicionamientos de los intelectuales de Carta Abierta fueron tomados por el discurso de Cristina y Néstor Kirchner. La caracterización de los grandes medios de comunicación y la dirigencia agraria como la expresión de una "nueva derecha" surgió de esa usina de ideas cuyas cabezas más visibles son el filósofo Ricardo Forster y Horacio González. Y, en el caso de la batalla con el Grupo Clarín, participaron académicos de la universidad pública, del perfil de Damián Loretti, director de Ciencias de la Comunicación, de la UBA, o Martín Becerra y Guillermo Mastrini, investigadores y docentes en la Universidad de Quilmes, quienes hicieron sustanciales aportes teóricos a la ley de medios K.

Cuando Francisco de Narváez, en plena campaña, tuvo que decidir si iba o no al programa de Marcelo Tinelli, uno de quienes inclinaron la balanza por el sí fue el experto en imagen, Ramiro Agulla: "Era una decisión difícil porque, si salía mal, podíamos perder la elección" -explica Gustavo Ferrari, su principal operador-. La voz de Ramiro pesó y hubo otras consultas. Pero la decisión final la tomamos nosotros dos porque es tu propia piel la que se pone en juego y eso no se puede delegar".

La mayoría de los influyentes coinciden en que, entre los políticos, Francisco De Narváez es el que más escucha, mientras que el universo K es, por lejos, el más impermeable a voces extraterritoriales. A Carlos Reutemann, que suele definir muchos temas con su joven esposa Verónica, le cuesta procesar los cambios, mientras que Macri avanza y retrocede demasiado, cuando ya tomó una decisión.

Y Binner parece encarnar hoy un experimento novedoso: no se priva de asesores de comunicación como el mencionado Mansilla, pero a la vez convoca a Tomás Abraham para discutir ideas sin plazo: ambos aseguran que no buscan clausurar discusiones ni apresurar alineamientos. A cargo del tanque de ideas del santafecino, el Centro de Estudios Municipales y Provinciales (Cemupro), el filósofo -que trabaja ad honorem- propuso armar una convergencia entre lo técnico y lo político, armando equipos. "¿Cómo es mi tarea con Binner? Simple: consiste en no dejarlo tranquilo, discutir, mostrarle complejidades, anticiparle el costo de determinadas decisiones. Ser, salvando las distancias, como un tábano socrático."


Y de hecho, Abraham criticó abiertamente la adhesión del PS a la ley de medios. Alicia Siciliani, coordinadora de los Cemupro, explica la dinámica de esa relación: "No nos interesa rodearnos de adulones, sino saber realmente cómo se ven, desde afuera de nuestro proyecto, los distintos temas, y Tomás nos lo dice en la cara". Para las consultas económicas, en tanto, Binner lo llama a Bernardo Kliksberg, asesor principal del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y una autoridad en los estudios sobre la pobreza.

Rosendo Fraga se mete en un aspecto más específico de la influencia: "Hay casos en los cuales una empresa tiene que resolver algo con el Gobierno. Para eso, escuchará y tomará muy en cuenta a alguien que tenga buenas relaciones con el poder o que, por lo menos, lo conozca bien desde adentro. Actualmente, ese rol lo está cumpliendo Alberto Fernández".

Hay una máxima que vale para esos grandes grupos económicos que -por su actividad o por su llegada a la opinión pública- tienen una mayor vinculación con el Estado. Llámese Clarín, llámese Techint. Estos conglomerados cuentan con un equipo propio de expertos porque el lobby requerido es mucho y constante; lo mismo que las decisiones por tomar. Sergio Berensztein es uno de los politólogos que suelen ser convocados desde la calle Piedras para exponer, ante Magnetto y su grupo (quienes también escuchan a Natalio Botana), posibles escenarios futuros de la Argentina. Y si de planificar una estrategia judicial se trata, sobre todo ahora en tiempos bélicos, el CEO de Clarín confía en el criterio del abogado Hugo Wortman Jofre, ex socio de Luis Moreno Ocampo.

Acotar la incertidumbre

Como se ve, hay objetivos de cortísimo plazo, urgentes, y objetivos de largo alcance. En todos los casos, coinciden los especialistas consultados, la demanda central es acotar la incertidumbre. Pero, ¿cómo se acota la incertidumbre en la Argentina?

Sergio Berensztein concede en que ésa es una tarea ingrata en nuestro país, pero se atreve a sugerir algunos puntos de referencia para orientar la búsqueda sobre nuestra sociedad: "De la historia, se extrapolan líneas a futuro. Por ejemplo, hay valores de la sociedad argentina que no se van a modificar en el mediano plazo: la nuestra es una sociedad que se ha vuelto culturalmente estatista, como Francia; la cultura de los noventa no va a volver, no al menos en el mediano plazo. La demanda social es de autoridad sin autoritarismo. La gente quisiera a un líder expresado en un Alfonsín más firme o en un Kirchner más bueno. Son demandas que van a seguir por mucho tiempo y conocer esos valores más permanentes permite tomar decisiones".

Después de todo, si la inestabilidad es un rasgo dominante del ADN político argentino y las crisis a repetición son la marca en el orillo del genoma nacional, es comprensible que las clases dirigentes no confíen en un solo asesor estrella ni pongan en manos de un solo intelectual a la vieja usanza las decisiones cruciales o los grandes lineamientos empresariales o partidarios. Así, el ramillete de consejeros del rey -que puede combinar, según los casos, militantes de la mesa chica, economistas, analistas políticos, consultores de imagen, abogados o intelectuales- se impone como moderno antídoto contra la amenaza más temida, la incertidumbre.

© LA NACION

domingo, 1 de noviembre de 2009

Los sondeos quedaron en la mira del Gobierno

El proyecto de reforma política que promueve el Gobierno tiene otro aspecto que a medida que empieza a leerse la letra chica de la ley provoca más dudas.

Se trata de la prohibición de difundir encuestas electorales desde 15 días antes de los comicios y, en general, toda la regulación que establece en torno a los sondeos.

Según el articulado de la iniciativa kirchnerista, las consultoras que "deseen hacer públicas por cualquier medio encuestas de opinión o prestar servicios a las agrupaciones políticas [capítulo II, Art. 86]" deberán primero anotarse en un registro ante la Cámara Nacional Electoral.

Además, durante la campaña, tendrán que presentar un informe de cada trabajo que realicen, en el que deberá constar quién los contrata, todos los detalles técnicos de la encuesta y cuánto cobraron por hacerla.

Esta información "será publicada en el sitio web de la Justicia Nacional Electoral para su público acceso por la ciudadanía", dice el proyecto.

Los referentes de la Coalición Cívica y la UCR habían pedido esta medida de control de las empresas de sondeos en las últimas elecciones, porque sospechaban que las encuestadoras contratadas por el Gobierno y por Unión Pro tendían a beneficiar a sus clientes con sus números.

Sin embargo, para algunas ONG que trabajan por la transparencia, el control es excesivo, sobre todo por las sanciones previstas en la ley: cualquiera que incumpla la normativa no podrá inscribirse en el registro de encuestadores (es decir que no podrá trabajar) "por un período de entre dos y cuatro elecciones".

Los costos

La medida también fue rechazada por la mayoría de las consultoras. "Es violatorio de la confidencialidad de una profesión liberal y no hay razones que justifiquen semejante exigencia. Es la AFIP la que debe tener la información del monto de las facturas, y no el Gobierno; no es correcto ni ético hacer publicidad con un cliente", apuntó Graciela Römer.

Pero sin dudas el artículo que provoca más críticas es el 87, que dice que "15 días antes de las elecciones ningún medio de comunicación [...] podrá publicar resultados de encuestas o sondeos de opinión, o pronósticos electorales, ni referirse a sus datos".

Para Fabián Perechodnick, director de Poliarquía, se trata más que nada de una restricción para los medios. "Nosotros seguiremos realizando trabajos, pero no les dejarán a los medios publicarlos", sostuvo. La directora de Poder Ciudadano, Delia Ferreira Rubio, consideró que la norma "atenta contra la libertad de expresión", porque es una prohibición que pesará más que nada sobre los medios, que no podrán ni siquiera "referirse a los datos" de las encuestas, algo impensado en las mayores democracias del mundo.

Fuente: La Nación

viernes, 21 de agosto de 2009

El nuevo mundo de la "supercomunicación"


Por Nora Bär

En la novela 1984 (publicada en 1949 ) Orwell introduce la idea de una sociedad totalitaria en la que un Gran Hermano omnipresente vigila cada uno de nuestros actos... Ese año quedó atrás y afortunadamente -más allá de hechos lamentables, pero ocasionales- la fábula orwelliana no se concretó. Sin embargo, basta con pensar en los sistemas que ofrece la actual tecnología digital para advertir que no sólo la privacidad es cada vez más una utopía, sino también que esta "supercomunicación" está transformando el acceso a la información académica.

El tema resulta lo suficientemente interesante para que las dos revistas que dominan la publicación de trabajos científicos le hayan dedicado en las últimas semanas sendos artículos a la "conectividad" ubicua y global.

Uno de ellos, firmado por Allen Renear y Carole Palmer en Science , anticipa una revolución en la publicación y la lectura de trabajos académicos, posible a partir de la convergencia de recursos digitales y sistemas automáticos de búsqueda de datos. Gracias a esto, según Renear y Palmer, los científicos leyeron en 2005 un 50% más artículos científicos que en 1990, pero pudieron acceder online a cuatro veces más en ese año que en 1977. Dentro de una década, anticipan, leerán menos, pero harán más búsquedas de datos.

El otro, firmado por Geoff Brumfiel en Nature , se refiere a una situación inédita en las conferencias científicas: los blogs y Twitter están abriendo las puertas de esas reuniones a público que no está presente en la sala. Basta con llevar en el maletín una laptop y un teléfono celular de última generación (de los que tienen cámara y capacidad para conectarse con Internet por vía inalámbrica) para que hasta se puedan enviar en vivo y en directo al universo digital las usuales diapositivas que acompañan las presentaciones...

Cuando los resultados que se dan a conocer son de dominio público, esto no plantea mayores problemas. Como dice un investigador, "las conferencias científicas son justamente para compartir con el resto del mundo lo que uno está haciendo. Que la persona a la que le cuenta esté o no en el lugar es irrelevante". ¿Pero qué pasa si el trabajo es preliminar y no debería darse a difusión pública? ¿Si esa difusión puede utilizarse para hacer lobby o lograr ventajas comerciales? ¿Si es patentable, pero todavía no está protegido? ¿O si es utilizado por un equipo competidor para sus propias investigaciones antes de que se publique?

Algunos optan por la libertad total; otros, por restringir el uso de dispositivos electrónicos. Pero no hay duda de que estas preguntas no sólo son novedosas, sino también desconcertantes...

Fuente: La Nación ciencia@lanacion.com.ar

miércoles, 12 de agosto de 2009

El estado de la ciencia local

Nora Bär

Con unos meses de retraso, acaban de distribuirse los últimos indicadores disponibles sobre la ciencia y la tecnología en el país. Tal vez no pueda decirse lo mismo de otras facetas de la vida nacional, pero afortunadamente en ésta, por lo menos en las mediciones "precrisis" y en lo que se refiere al período 2003-2007, el balance es francamente positivo.

Algunos números:

-Hubo un aumento del 183% en la inversión destinada al rubro actividades científicas y tecnológicas, y del 168% en el correspondiente a investigación y desarrollo (I+D). En valores constantes de 1993, el aumento fue de un 84%.

-En los últimos años, a partir de la insistencia en que el país debe estimular la investigación aplicada, hubo quienes temieron que se dejara de lado la ciencia básica. Sin embargo, el mayor crecimiento se registró en esa área (12%), en contraste con la experimental, que creció sólo un 2%.

-Con 73.558 personas, el aumento en investigadores, becarios de I+D y personal de apoyo fue de un 32%. Si se toman sólo los becarios, esa cifra alcanza al 64%; en cuanto a los investigadores, llega al 30%, y la del personal de apoyo es del 20%. O sea que actualmente el sistema científico tecnológico cuenta con 46.884 investigadores, 12.168 becarios y 14.506 técnicos y personal de apoyo.

-Por otra parte, "rejuveneció" levemente el aparato científico. Los investigadores y becarios de hasta 30 años, que en 2003 eran el 14% del total, en 2007 crecieron hasta el 17%. De todos modos, los de entre 40 y 59 años siguen siendo el 53% de la "fuerza de trabajo" del sistema.

-Otro dato auspicioso es que se incrementó el número de becarias e investigadoras, incluso en mayor proporción que sus colegas varones. En particular, aumentaron un 69% las becarias en I+D.

-El número de proyectos que se encontraban en ejecución en 2007 ascendió a 22.134, un 32% más que en 2003. Las ciencias médicas crecieron un 37%; las sociales y humanas, un 36,2%; la ingeniería y la tecnología, un 36,1%; las ciencias agrícolas, un 28%, y las ciencias exactas y naturales, un 24%.

-La producción argentina medida en el registro internacional de citas científicas ( Science Citation Index ) pasó de 5646 a 6468 contribuciones.

Claro que, incluso con este gran esfuerzo, el país sólo dedica a las actividades científico-tecnológicas el 0,61% de su PBI y a I+D, el 0,51%, menos que Brasil, Chile y Cuba. Basta con recordar que el promedio de los países desarrollados (los de la OCDE) es cuatro veces mayor para comprender cuánto nos queda por delante...

Fuente: La Nación

miércoles, 22 de julio de 2009

En qué aulas se formaron los políticos


Silvina Premat
Muchos de los dirigentes políticos que conducen el país son profesionales universitarios. Algunos, incluso, graduados con honores y medallas de oro. Pero los responsables de las aulas en las que se formaron no se hacen cargo de sus gestiones.
La responsabilidad de las universidades, dicen las propias instituciones, llega hasta el momento de la entrega del título. "Los dirigentes argentinos no fracasan por lo que aprendieron en la universidad, sino por lo que no aprendieron en el jardín de infantes, porque juegan y no levantan la mugre", expresó Ernesto Gore, director del Centro de Educación Empresaria de la Universidad de San Andrés.

De la carrera de Economía de esa universidad egresó Martín Lousteau, el ex ministro de Economía que firmó la controvertida resolución 125 de retenciones móviles, que derivó en un conflicto con el campo que hoy perdura.

Varios miembros del Gobierno y de la oposición ostentan títulos de grado y de posgrado. El flamante ministro de Economía, Amado Boudou, tiene un doctorado en el Centro de Estudios Macroeconómicos Argentinos (CEMA); el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, es contador público por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y abogado por la de Lomas de Zamora; el titular de Interior, Florencio Randazzo, es contador público de la UBA y tiene posgrados en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Incluso, el polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, estudió Economía en las aulas de la UADE.

De la Universidad Católica Argentina (UCA) egresó con medalla de oro la actual presidenta del Instituto Nacional contra la Discriminación la Xenofobia y el Racismo (Inadi), María José Lubertino, cuyo explícito apoyo a las uniones entre personas del mismo sexo, por caso, no es bien recibido por la Iglesia de la que depende esa casa de estudios.

Nombres y valores

"No sólo hay que mirar la excelencia académica, sino los valores que rigen una conducta y de dónde surgen", dijo Roberto Aras, responsable del Departamento de Graduados de la UCA.

De esa universidad egresaron también el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri; la ministra de la Producción, Débora Giorgi; el flamante diputado nacional y ex director del Banco Central Alfonso Prat-Gay; el ex ministro de Economía José Luis Machinea, entre otros graduados conocidos.

La diputada electa Gabriela Michetti es licenciada en Relaciones Institucionales por la Universidad del Salvador y tiene un posgrado en Gestión de negocios en la UCES.

"Nos dicen que somos una fábrica de emprendedores porque muchos egresados hacen muy buenos negocios; también dicen que formamos académicos porque otros entran por un tubo en las primeras universidades de los Estados Unidos. La verdad es que intentamos formar personas que cuando salen hacen diferentes cosas", dijo Gore.

Lógicas que imperan

"En el Estado imperan lógicas que deterioran a los expertos", dijo a LA NACION Guillermina Tiramonti, ex directora y actual investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), por donde pasaron, como directores, investigadores o alumnos, muchos de los que decidieron las políticas educativas desde los años 90.

Para Tiramonti, la responsabilidad de una universidad "muere" en la formación profesional de sus alumnos y en la provisión de instrumentos que les permitan poder llevar adelante algún tipo de gestión, "porque esos individuos se inscriben en partidos o grupos políticos que definen sus posibilidades de actuar en la función publica".

Los nombres del canciller Jorge Taiana; el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, y su antecesor, Daniel Filmus, se vinculan con Flacso. También el ministro de Educación porteño, Mariano Narodowski, y muchos técnicos de esa área en las provincias. Esto sucedió, sobre todo en la educación, según explicó Tiramonti, porque en los 90 se convocó a la función pública a los que sabían del tema.

Casi veinte años después, "no me parece que estemos mejor", dijo la experta, y afirmó: "Frente a esto se puede acusar a los profesionales de no saber nada o plantear que en el Estado imperan lógicas con las que no cuaja el saber que se trae del ámbito académico".

Sostuvo, además, que la Argentina "no tiene un aparato del Estado capaz de sostener a los expertos y, por eso, hay individuos aún con formación que están luchando en muchas ocasiones solos contra lógicas partidarias e intestinas".

Según el decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Jorge Aliaga, la falta de herramientas de gestión es más evidente en los funcionarios que durante su formación profesional no participaron de órganos de gobierno de la universidad. Aliaga considera que el caso del ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, es diferente porque fue consejero directivo y secretario del Departamento de Investigación de la facultad. "Tiene experiencia en gestión", dijo Aliaga.

Fuente: La Nación