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martes, 6 de julio de 2010

Un apoyo masivo a la igualdad de derechos

El sondeo revela también un acuerdo importante en el interior del país. Y muestra rechazo a la posición de la Iglesia contra el casamiento entre personas del mismo sexo. Respaldo a los legisladores que votan a favor de la igualdad de derechos.
Por Soledad Vallejos
Más de las tres cuartas partes de la población (el 81 por ciento) está de acuerdo con que homosexuales y heterosexuales tengan los mismos derechos. Apenas un poco menos (el 69 por ciento) se declara de acuerdo con el proyecto de ley de matrimonio civil que la Cámara de Diputados aprobó en mayo. Más de la mitad de los ciudadanos (el 57,6 por ciento) está en desacuerdo con que la Iglesia católica rechace el matrimonio entre personas del mismo sexo; la mayoría de esas personas se define como católica practicante. Así lo asegura un estudio que la consultora Analogías realizó a nivel nacional a mediados de junio, en 1250 casos, a pedido de la Federación Argentina LGBT. Los números trazan un panorama notablemente menos polarizado y opositor al proyecto de ley que hoy mismo empieza a transitar momentos claves en el Senado (ver aparte). Tan diferentes de lo que se ha dicho resultan los números que muchos de los distritos cuyos senadores y senadoras se oponen al proyecto difícilmente puedan argüir que lo hacen porque así lo quieren sus electores.

La existencia de derechos civiles que protejan tanto a heterosexuales como a homosexuales es afirmada por una amplia mayoría. El 81 por ciento lo ha ratificado, y un respaldo aún mayor se manifiesta cuando se trata de que las parejas homosexuales puedan compartir la obra social (88,1 por ciento) o que quien enviude pueda cobrar una pensión (el 83 por ciento). A la luz de esas respuestas no sorprende que el 68,6 por ciento se muestre de acuerdo con que dos personas del mismo sexo puedan casarse porque “todos somos iguales” (44,2) y “es importante que cada persona tenga libertad para decidir qué hacer con su vida” (37,6). La cercanía cuenta: el hecho de conocer situaciones particulares no es una razón despreciable para este apoyo: un 9 por ciento respondió que avalaba el matrimonio para dos personas del mismo sexo porque “tengo amigos/as, hijo/as, parientes, compañeros/as de trabajo homosexuales y los entiendo”.

Notablemente, quienes se manifestaron en desacuerdo abreviaron los argumentos: la naturaleza, las leyes de Dios (31,1 entre ambas) y la religión (4 por ciento), la tradición (25) y la moral (9) sumaron el 69, 1 por ciento.

El proyecto que la Cámara de Diputados aprobó en mayo cosecha un 69 por ciento de apoyo, y el 66,8 por ciento de todos los encuestados cree “muy probable que lo aprueben” los senadores. La respuesta llegará en los próximos días.

De gira por las provincias

En la ciudad de Buenos Aires, el 85,8 por ciento se definió a favor del proyecto con media sanción de Diputados, lo cual posiblemente no sorprenda al sus detractores, en los últimos días embarcados en acotar el apoyo a suelo porteño. (Los y las senadores por la Ciudad, por otra parte, se han declarado todos a favor.) Sin embargo, las respuestas de la encuesta pintan un paisaje provincial en el cual el apoyo a la ampliación del matrimonio civil oscila entre el 50 y el 70 por ciento. La información resulta todavía más reveladora cuando se revisa qué han proclamado algunos de los y las representantes de esas provincias ante el Senado. A eso, además, es preciso sumar el antes y el después: en la mayoría de las provincias, el apoyo al matrimonio para personas del mismo sexo creció luego de la media sanción en Diputados.

El divorcio entre electorado y representación podría resultar grave en Córdoba. Dos de sus tres representantes (Luis Juez, quien hoy será uno de los seis firmantes del dictamen favorable, y Norma Morandini, quien denunció presiones obispales) se declararon favorables; el tercero, Ramón Mestre, se ha pronunciado en contra alegando que es preciso “que no se desvirtúe la concepción de matrimonio” y sugiriendo realizar una “consulta popular no vinculante” para “saber qué es lo que quiere la sociedad”. El 68,5 por ciento se había manifestado de acuerdo con la propuesta de que el matrimonio civil fuera válido también para parejas homosexuales; ese apoyo trepó al 69,7 luego de la media sanción.

La provincia de Buenos Aires pasó del 66,4 al 67 por ciento de apoyo, contradiciendo la oposición mayoritaria que había alegado Hilda “Chiche” Duhalde. Santa Fe y Corrientes comparten tendencia: el 63,7 por ciento se mostró a favor de lo aprobado en Diputados. En ambos casos, la media sanción parece haber sumado un plus de aprobación social (en Santa Fe, 58,6 por ciento apoyaba el matrimonio en abstracto; en Corrientes el 55,2). Pero mientras que en la primera provincia sólo Carlos Reutemann se opone al proyecto (Rubén Giustiniani y Roxana Latorre ya han hecho público su apoyo), en Corrientes la situación es inversa: sólo Nito Artaza está a favor; Josefina Meabe y José María Roldán (quien mañana posiblemente firme dictamen para unión civil) lo rechazan.

Otro territorio en el que la lectura de sus representantes parece distorsionada es La Pampa: el 63 por ciento se declara a favor de lo que aprobó Diputados (antes de eso lo hacía el 61,1). Y sin embargo sus tres senadores (María de los Angeles Higonet, Juan Carlos Marino y Carlos Verna) han dicho o sugerido en más de ocasión que no lo apoyarán. Dos de los tres representantes de Chubut (Graciela Di Perna y Marcelo Guinle) han anunciado que votarán por la ley; el tercero, Mario Cimadevilla, hoy posiblemente firme dictamen por uno de los proyectos de unión civil. Las encuestan cifran en 62,3 por ciento el apoyo al texto sancionado por Diputados (llegó a esa cifra desde el 55 por ciento).

Más de la mitad de la población mendocina (el 56,2 por ciento) apoya el proyecto que podría convertir en ley el Senado. Precisamente a esa provincia representa Rolando Bermejo, el integrante de la comisión cuya firma hoy podría dar dictamen de mayoría a la ampliación del matrimonio civil. En Neuquén, cuyo senador Marcelo Fuentes hoy dará su firma al proyecto sancionado en mayo, el apoyo a que personas del mismo sexo puedan casarse trepa al 56,4 por ciento.

Fuente: Pagina 12

martes, 1 de junio de 2010

A 20 años del divorcio, la 1ra. pareja que pudo volver a casarse cuenta su historia


¿Qué hacían, todos juntos, en junio de 1987, personajes como Fernando de la Rúa, Eduardo Menem, Herminio Iglesias, Diego Guelar, Adolfo Rodríguez Saá y José Luis Manzano, entre muchos otros? Legisladores en esa época,

todos ellos discutían la esperada Ley de Divorcio, que hoy cumple veinte años. Guelar quería divorciarse para casarse con la modelo Diana Custodio, Manzano dijo que con el entonces proyecto de ley se les daría “una oportunidad a

aquellos que quieran volver a apostar al amor”, De la Rúa creía que para poder separarse una pareja debían pasar cinco años (y no tres como en la actualidad), Rodríguez Saá e Iglesias votaron en contra.

Después de seguir su curso en el Congreso, la Ley 23.515 se votó en la Cámara baja el 3 de junio de 1987 con la aprobación de 170 de los 254 diputados presentes.

El estudio El divorcio en la opinión pública de la empresa Mora y Araujo revelaba en 1984 que la sociedad quería un cambio: el 62% de los argentinos consideraba que el divorcio vincular debía ser legalizado y solamente el 31%

creía que no. Un informe de la UNESCO, publicado por los medios de ese momento, también afirmaba que tres de cada diez parejas estaban “separadas o a punto de hacerlo”.

Pero el peso de la Iglesia Católica hizo que el debate se postergara y que el país, en 1987, fuera uno de los pocos del mundo (junto con Andorra, Irlanda, Malta, Paraguay y San Marino), donde no era legal separarse y volver a casarse.

“En Argentina había divorcio, pero el sistema no te permitía segundas nupcias, era muy disparatado: alguien divorciado estaba condenado a la soledad, a la castidad y a la no paternidad”, relata el ex juez

Juan Bautista Sejean, quien logró lo imposible: después de una batalla judicial consiguió, en 1986, que la Corte Suprema declarara inconstitucional la ley de matrimonio. “A pesar del divorcio, subsistía el deber de fidelidad, si teníamos un hijo yo

podía ir a la cárcel”, explica la mujer de Sejean, Alicia Kuliba, la otra protagonista del caso que tomó gran repercusión mediática.

Los dos estaban separados de sus ex parejas y querían volver

a casarse. Hacia fines de 1986 Sejean consiguió el divorcio vincular y la pareja pudo volver a contraer matrimonio en marzo de 1987, meses antes de que por fin se sancionara la ley.

Dos por uno. Un miedo recurrente de esos años era que por la existencia de la ley los divorcios iban a aumentar de manera descomunal. Pero las cifras demuestran, en realidad, que hubo mucha gente que se divorció para

regularizar su situación y volver a casarse. En 1987 hubo alrededor de 13 mil divorcios en Capital Federal, pero ya en 1992 la cifra se había reducido a la mitad. En tanto, cifras del Registro Civil porteño del año

pasado revelan que cada dos casamientos hay un divorcio. En 2006 se casaron 6.343 parejas y 3.674 decidieron romper el vínculo. Estos números dan cuenta del cambio de los tiempos: de

acuerdo con el Censo 2001, el 21% de las parejas capitalinas convive sin papeles.

Durante estos veinte años también cambiaron algunas dinámicas. Lo que antes tardaba mucho ahora se puede resolver, incluso, a través de Internet. En el país ya existe “Divorciate Ya” una empresa,

similar a la original española, que ofrece a los interesados comenzar los trámites de una separación desde una página web. Algunos abogados consultados también dan cuenta de un “aggiornamiento” en la práctica del divorcio. Las

obligatorias dos audiencias previas a la separación muchas veces se convierten en una y las causales de divorcio tradicionales, como el adulterio o la injuria, fueron mutando y hasta hubo casos de gente que

se divorcio porque su pareja olía “raro”, porque fumaba marihuana o porque no se bañaba.

La Iglesia, siempre en contra

La primera reacción de la Iglesia Católica argentina ante la aparición de la Ley de Divorcio fue contundente: organizó una marcha en plena Plaza de Mayo con la imagen de la Virgen de Luján a la cabeza. Y el Episcopado emitió un comunicado que clamaba que “el mal no se había podido evitar” se difundiera lo menos posible. El divorcio, según el Papa, era una “epidemia social en Occidente”. Ya durante el debate previo, había cobrado cierta fama el entonces obispo de Mercedes, Emilio Ogñenovich, quien dijo que ese 3 de junio de 1987 había muerto “el matrimonio indisoluble” y rogó a Dios que el país fuera liberado “del flagelo del divorcio”. “A mí me habían puesto ‘El abogado del diablo’ en una revista de aquellos años”, cuenta Juan Bautista Sejean, el primer hombre en el país que pudo casarse después de haberse divorciado. “Había toda una campaña que señalaba que yo estaba destruyendo la familia, y todo lo contrario: esto facilitó el casamiento de casi dos millones de personas que estaban viviendo de manera irregular”, recuerda y agrega: “No faltaban los modos discriminatorios en esa época para referirse a los que se habían separado y vuelto a hacer su vida: la gente de una clase social acomodada ‘vivía en pareja’ y los más pobres ‘vivían en concubinato’.”

Tiempos difíciles

Juan Bautista y Alicia tuvieron a su hija Natalia en 1983 pero no fue fácil:debieron anotar a la beba los dos juntos y siempre algún trámite se complicaba. Por ejemplo, él no podía ir con su mujer al club, porque no estaba permitido, ya que no estaban casados. Hoy, veinte años después los Sejean siguen juntos y aseguran que renuevan “el contrato todos los días”. Cuando lograron casarse fueron los personajes más buscados por los medios: desde revistas españolas hasta la prestigiosa Time de Estados Unidos, todos querían una foto de los recién divorciados y vueltos a casar. El caso Sejean fue fundamental para el cambio en la legislación argentina y es estudiado en varias materias de la Facultad de Derecho. “Me dicen que soy la jurisprudencia andante”, se ríe el ex juez que ahora se dedica a escribir y a disfrutar de su familia.

Fuente: Perfil

sábado, 29 de mayo de 2010

Otra vez sopa: Recuerdos de la intolerancia de ayer y del odio de hoy

La Iglesia Católica Argentina sponsoreando la discriminación de los hijos de padres separados en 1986 (durante el debate por la ley de divorcio) y su correlato con el fomento de la homofobia y la discriminación en la Argentina de 2010