
Comunicación Política. Campañas electorales. Comunicación Gubernamental. Escándalos. Polémicas. Comunicación de crisis.
martes, 13 de septiembre de 2011
martes, 19 de octubre de 2010
miércoles, 23 de junio de 2010
La batalla por la gobernación bonaerense


Aunque reconocen una mejora general de la imagen de la gestión, en el entorno de Massa se muestran convencidos de dar pelea. La idea del intendente de Tigre, comentan sus allegados, es competir con Scioli en la primaria que prevé
Para completar el mapa electoral del distrito bonaerense falta menciontar a Sabbatella. A pesar de los rumores que lo postulaban como eventual candidato a jefe de Gobierno porteño, el ex intendente de Morón tiene casi decidido postularse a gobernador. Lo haría con una lista propia, sin llevar candidato a presidente en la boleta. Cerca de Sabbatella consideran que si Scioli se despega de De Narváez en las encuestas, sus chances podrían fortalecerse y el partido Nuevo Encuentro lograría sumar más legisladores al bloque que comparte con Heller, Ariel Basteiro y Vilma Ibarra: “Eso no significa que vayamos a ser neutrales, aunque queremos ir por más, nosotros vamos a defender lo conseguido en estos años.”
domingo, 13 de junio de 2010
Kirchner a presidente, De Narváez a gobernador
Un sondeo muestra que el ex presidente puntea en la disputa mayor y que el diputado pelea con Scioli. Además marca que el político con mejor imagen es Ricardo Alfonsín y el de peor recepción pública es Duhalde.

De acuerdo con el sondeo, casi el 40 por ciento de los consultados no sabe a quién votaría para presidente. Después de Kirchner, Mauricio Macri se lleva el segundo puesto con tan sólo el 7,8 por ciento, seguido por Francisco de Narváez, con el 7,7 por ciento. El ex presidente Eduardo Duhalde, el vice Julio Cobos y la presidenta Cristina Fernández quedan al final de la cola, junto con Ricardo Alfonsín, el ganador de las internas de la UCR de la provincia de Buenos Aires. Alfonsín, uno de los candidatos presidenciales del radicalismo, sería el menos votado por los ciudadanos de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, a la hora de medir la imagen positiva, Alfonsín tiene la mejor: alcanza el 47,7 por ciento.
La actual mandataria tiene apenas el 4,6 por ciento de intención de voto. En cuanto a la gobernación bonaerense, casi la mitad de los electores todavía no sabe a quién votará en 2011. La otra mitad de los consultados se divide entre De Narváez y Daniel Scioli. El empresario y diputado nacional le sacan una ventaja de apenas el 2,3 por ciento al actual gobernador. Mucho más abajo, quedan Alfonsín, el intendente del Tigre, Sergio Massa, y el también diputado Felipe Solá.
Imagen. El 48,5 por ciento de los encuestados desaprueba la gestión de Cristina de Kirchner. Pero no muy lejos, el 42,7 la aprueba. Aunque no está instalada como candidata, su imagen positiva es del 40,4 por ciento, no tan lejos de Alfonsín, y para regocijo del oficialismo, un poco por encima de Cobos, con 34,6 por ciento (puesto número ocho). Kirchner tiene una imagen positiva de casi 38 por ciento, en el puesto número seis, seguido por Macri.
Scioli tiene un 45,6 por ciento de imagen positiva. Casi empata a De Narváez por sólo 0,6 por ciento.
Entre los veinte dirigentes políticos que integran el ranking de mejor imagen, la diputada Gabriela Michetti (PRO), una muy eventual candidata por el macrismo, ocupa el puesto número nueve, con sólo el 30,7 por ciento. La siguen el ex presidente Eduardo Duhalde (27,9 por ciento), casi empatado con Carlos Reutemann. La titular de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, está en el puesto 12 del ranking con el 26,8 por ciento. La secundan Solá, Margarita Stolbizer y Pino Solanas. Lejos, Alberto Fernández con el 13,5 por ciento y el presidente de la UCR, Ernesto Sanz,con 8,1 por ciento de imagen positiva.
El dirigente político con peor imagen es Duhalde. En segundo lugar, Kirchner, seguido por Carrió, la Presidenta y Alberto Fernández. El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, también lleva a cuestas una alta imagen negativa: está en el sexto puesto con el 33,6 por ciento, a sólo siete puntos de diferencia con Kirchner. Cobos ocupa el número siete en el ranking de imagen negativa.
La encuesta se realizó entre el 9 y el 11 de junio entre 1.200 ciudadanos bonaerenses que figuran en el padrón electoral, es decir, entre quienes votarán en 2011.
Fuente: Perfil
lunes, 19 de abril de 2010
Macri, Kirchner y Cobos, en escenario de balotaje

domingo, 18 de abril de 2010
Cómo funciona el laboratorio político de De Narváez 2011

jueves, 15 de abril de 2010
De Narváez apela a Gardel para lanzar su candidatura presidencial


domingo, 28 de marzo de 2010
Encuestame, encuestate



domingo, 21 de marzo de 2010
El protagonismo complica a la oposición en las encuestas



viernes, 11 de septiembre de 2009
Hoy Cobos encabeza la lista de los presidenciables

Cuando todavía falta más de dos años para las elecciones presidenciales, las encuestadoras se encuentran midiendo quiénes son los personajes que están a la cabeza de las preferencias de la sociedad para suceder a Cristina Fernández en el sillón de Rivadavia. La crisis de representatividad que vive nuestro país hoy en día es muy grande, y eso se refleja sin ningún lugar a dudas en la pérdida de popularidad por parte de los políticos y en el descreimiento que tienen todas las acciones de la clase dirigente. Pasado el acto electoral del 28-J, los partidos políticos comienzan a preparar su campaña para el 2011, y es por eso que sus principales figuras quieren empezar a instalarse como los candidatos ideales para
En el día de ayer,

En cuanto a imagen positiva de los dirigentes argentinos, la consultora dirigida por Pablo Knopoff, muestra que en ese ramo el vicepresidente sigue siendo el más popular, ya que tiene una imagen positiva de 56,9% y una negativa que no llega al 30%. Segundo aparece Kirchner con una valoración positiva de 24,5% y una negativa del 68%. Más atrás se ubican Macri con 45,1% de positiva, 39,3% de negativa; y Daniel Scioli con un 57% de imagen negativa y 29,9% de positiva.
Ante la consulta de Isonomía sobre “quién es hoy el principal referente de la oposición”, Cobos suma 24.2%, De Narváez 20.8; Macri 19.3, Eduardo Duhalde 14.4; Elisa Carrió 12.9 y Reutemann 8.5.
Por su parte, un sondeo efectuado por la consultora Managment & Fit, realizado entre los días 1 y 3 de septiembre, donde se muestra que Cobos es el político que lleva las de ganar a la hora de elegir un candidato para comandar el país en el 2011, así como también es el que mejor imagen positiva tiene.
En la misma, Julio Cobos reúne el 21,1% de las preferencias de cara a las próximas presidenciales, seguido por Carlos Reutemann con el 15,2%, Mauricio Macri con el 12,6%, Francisco De Narváez con el 7,5%, y Néstor Kirchner con el 5,6%, mientras que su enemiga interna dentro del ACyS, la chaqueña Elisa Carrió, sólo logra el 4,7% de intención de voto en la actualidad.
Además, Cobos tiene una imagen positiva del 44,1%, seguido de cerca por Reutemann con el 38,3%, De Narváez con el 36,4%, Macri con el 33,8%, Carrió con el 30,4%, Kirchner con el 18,7%, Duhalde con el 19,4%, Scioli con el 26,7% y Solá con el 21,5%.
De esta manera, Cobos se perfila como el principal referente del partido fundado por Leandro N. Alem para pelear por la presidencia de
Fuente: Multimedios Prisma

domingo, 16 de agosto de 2009
¿Que te pasa, oposición?

Por Pablo Mendelevich
No hay reunión a la que vaya, incluso alguna reunión social, en la que no me digan eso; la verdad, ya estoy podrido de escucharlo." Al hombre el asunto lo agobia. El cronista acaba de preguntarle si no le parece que la oposición está como atolondrada, dispersa, fragmentada, mientras se le diluye día tras día la fuerza que extrajo de las urnas el 28 de junio. Claro, la suya no es la catarsis de un vendedor de autos, un obstetra o un pastor evangelista. Se trata de uno de los políticos opositores más importantes del país. "Le reconozco que mucha gente se queja de la oposición, pero no sé qué quieren que hagamos."
Hoy se cumplen 49 días del pronunciamiento de veinte millones de almas en el cuarto oscuro. Pero, raro país, todavía faltan 116 días para que ese pronunciamiento se efectivice. O por lo menos para que los representantes elegidos en aquellos comicios legislativos que el Gobierno planteó en formato plebiscitario pongan sus frescas asentaderas en las bancas. Que la Argentina tenga durante seis meses dos congresos -el viejo en la cancha, el nuevo en el banco- es una anormalidad, conviene recordarlo, derivada del adelanto electoral que dispusieron por unanimidad los dos Kirchner. La crisis mundial desaconsejaba, según su sabio entender, votar en octubre. Eso dijeron. El detalle de que se anticipaban las elecciones pero no las asunciones parecía en el otoño un mero efecto secundario de la medicina, cuestión insignificante, claro, frente a un mundo que se caía.
Sin embargo, ahora que transitamos por el período en el que la voluntad del electorado quedó desacoplada de la composición del Congreso y ahora que se ve que la Torre Eiffel, la Gran Muralla y hasta Wall Street, bien o mal, siguen allí, el panorama es sorprendente: el Gobierno conserva la iniciativa y los opositores, que tanto champagne gastaron la noche del domingo 28, van detrás. Sobran ejemplos en la semana que pasó. En pleno diálogo político la oposición se enteró por tevé de la estatización del fútbol -si no la medida más popular del año, la más populista-, viene de conseguir menos diputados que antes para oponerse al refill(rellenado del vaso en restaurantes americanos) de la delegación de poderes y ni siquiera pudo golpearse mucho el pecho cuando el Gobierno frenó, precariamente, el tarifazo. Es un secreto a gritos en el mundillo político que la marcha atrás con el tarifazo se debió antes a la rebelión de los diputados propios que a la prédica de los opositores. Hasta el durísimo documento que el jueves dio a conocer la UCR dando por terminado el diálogo pareció casi una sobreactuación obligada por las circunstancias: la evidencia de que mientras invitaba cortésmente a dialogar, el Gobierno en el Congreso mostraba hasta qué punto está dispuesto a dar su batalla.
Espacios vacantes"El verdadero cuadro opositor se va a plantear a partir del 10 de diciembre", dice Francisco de Narváez, el neoperonista que siete semanas atrás emergía como principal vencedor de los comicios nacionales, tras haberle ganado en el principal distrito al principal de los Kirchner. ¿Usted no cree que su repliegue personal, máxime después de haber sido en la campaña un intenso protagonista mediático, contribuyó a dejar un espacio vacante que el oficialismo ocupó con astucia?, pregunta el cronista. De Narváez responde que quiso ser prudente para no adoptar una posición triunfalista y niega que la recuperación de la iniciativa oficial sea per se un dato positivo ("Va a generar más rechazo en la sociedad, que votó contra esa forma de gobierno en la que ellos insisten"). Critica, en particular, la estatización del fútbol por lo que significa la ruptura de contratos entre privados, pero, en cuanto a su propio liderazgo, casi admite no tener suficiente vigor, al menos ahora, para salirle al cruce al Gobierno en forma eficaz. ¿Insuficiencia de recursos políticos o demasiada plancha? Miembro del bloque Unión Celeste y Blanca que integra el interbloque del Pro, De Narváez no habló en ninguno de los dos recientes debates fundamentales que hubo en el recinto, en los que se trataron la emergencia agropecuaria y la delegación de poderes al Ejecutivo.
El otro gran guardado, se sabe, es Carlos Reutemann, quien entiende que cuando "el peronismo es un terremoto", según él mismo diagnosticó hace tres semanas, no se recomienda salir a recoger heridos: hay que esperar. Es una disciplina que Reutemann practica con éxito, si se considera que él es el político peronista que más tiempo lleva con imagen positiva sostenida, algo así como un impoluto líder nacional permanente del futuro. La senadora Roxana Latorre, su álter ego, insiste en que el Lole no va a largar su candidatura presidencial este año porque la ciudadanía está preocupada por otras cuestiones, como la supervivencia cotidiana. Son los dirigentes, explica, los que tienen apuro. Ante la pregunta de si Reutemann, como inminente candidato presidencial favorito, no está hoy demasiado al margen de los grandes temas que se discuten en el país, Latorre dice que él siempre manejó bien los tiempos. Y en eso tiene razón. Aunque nadie imagina cómo seguiría funcionando el legendario laconismo de Reutemann en la hipótesis de que, el peronismo primero y la ciudadanía, después, lo conviertan en sucesor de Cristina Kirchner.
AnabólicosDe Narváez y Reutemann, también Cobos, derrotaron al oficialismo en sus respectivas provincias, aunque a nivel nacional, como se sabe, quien sumó más votos -no más bancas- fue el kirchnerismo, seguido por el Acuerdo Cívico de Lilita Carrió, si bien Kirchner y Carrió perdieron donde se presentaron, pese a lo cual ambos serán los dos nuevos diputados más rutilantes de la cámara. ¡Qué embrollo! Quizá no sea apropiado decir que en la Argentina el sistema político es muy complicado o que las prácticas políticas están llenas de contradicciones: lo correcto, probablemente, sea decir que ambas cosas suceden yuxtapuestas.
Los teóricos advierten que el nuestro es un sistema que promueve representaciones plurales. Para ello, los distintos partidos (bueno, "espacios") expresan cosas diferentes. Pero para ganarle una votación legislativa al Gobierno, que hoy es primera minoría (y lo seguirá siendo en diciembre), deben unirse sin desflecarse, lo que no sucede, porque un sector volátil, el de aliados ocasionales, termina funcionando como anabólico para el bloque oficialista. Ese, por cierto, es el sector con el que el Gobierno más negocia, según lo prueban las concesiones que le hizo en la reciente prórroga de delegación de poderes, que le prodigó al oficialismo una victoria de 136 votos a 100. Oh, casualidad, 136 votos consiguió el Gobierno para adelantar las elecciones, huelga decir que antes de su derrota electoral. También 136 fueron los votos con los que la Cámara de Diputados aprobó el año pasado la ley de emergencia económica. En cuanto a la oposición, desmejoró un poco, si se observa que en marzo último, cuando intentó bajar las retenciones mediante una sesión especial, juntó 103 diputados.
Los magros 100 de la madrugada del jueves pasado fueron consecuencia, en parte, de que hubo 7 abstenciones, pero más aún de la recuperación para la causa oficialista de viejos amigos despechados, que acaso se rindieron al argumento de preservar la gobernabilidad, lo que hacía desaconsejable reponerle al Congreso la facultad de determinar el nivel de retenciones. Aunque hubo algo más: el oficialismo repite que la debilidad del Gobierno -en privado admitida sin cortapisas- tonifica a las corporaciones. Según su visión, la corporación del campo, la de los abogados (en lenguaje kirchnerista, esto se refiere al Consejo de la Magistratura) o de las empresas mediáticas implanta mecanismos extorsivos e intenta suplantar a la política, una advertencia rendidora entre diputados de izquierda. Acaso por error estratégico de una parte de la oposición, la delegación de facultades quedó pegada con una automática rebaja a las retenciones de la soja que arbitraría el Congreso. Luego, Agustín Rossi, el negociador que ya había probado su destreza cuando la 125 sorteó la Cámara baja, consiguió conservar sus marcas estándar para aprobación de leyes difíciles.
En rigor, no hay una oposición. Como dice Margarita Stolbizer a LA NACION, lo que hay es un arco opositor. Stolbizer, protagonista de una resonante disputa doméstica con Elisa Carrió, lo que sumó un ejemplo contundente de lo fácil que se agrietan las asociaciones opositoras, analiza: "Liderazgos existen, lo que pasa es que son incompletos". Se refiere a Carrió, pero también a Cobos, y a Hermes Binner. En coincidencia con De Narváez, la dirigente del GEN dice que el Gobierno está muy golpeado y que no le parece que lo sucedido con el fútbol o con la delegación de poderes signifique un reposicionamiento oficialista sustancial.
Extendida la costumbre de no esconder las divergencias, casi nadie discute ya la fragilidad de las dos alianzas organizadas ad hoc para las últimas elecciones, la peronista y la no peronista, cuyo leitmotiv sonaba parejo: "Lo importante no es ganar, sino que el Gobierno pierda".
La alianza de Solá-Macri-De Narváez responde a la subclasificación peronistas contra peronistas, un galimatías que suele atormentar a los observadores extranjeros, pero que no resulta nada extravagante para los nativos. Esa alianza boya en una ambigua relación de pertenencia con el Partido Justicialista, hoy intrusado por Kirchner, según la visión del experto Eduardo Duhalde.
Ganadores y perdedoresSiete semanas después parece tener vigencia la pregunta de quién ganó las elecciones. La formulan unos y otros con variado apego a la ironía. Un miembro del Gobierno, que pide no ser mencionado, dice: "La falta de liderazgo nítido en la oposición se debe a que estas elecciones no arrojaron un ganador sino un perdedor, Kirchner, quien sin embargo tiene gran audacia, mucha información y, con el asunto del fútbol, le encontró el agujero al mate".
Ernesto Sanz, el mendocino que conduce a los senadores radicales, asegura que no hay forma de traducir el resultado electoral -sobreentiende que ganó la oposición- mientras no haya recambio de bancas. Su partido pegó un portazo virtual el jueves: concluyó, enojado, que el diálogo político había sido inútil. Tardía sintonía con la intransigente Carrió, quien hoy recuerda con amargura las cosas que le decían en la calle cuando se negó a ir a la Rosada. El ministro Florencio Randazzo se mostró sorprendido por la airada reacción radical carente de gradualismo, pero apegado como está al dialoguismo zen conservó las buenas maneras. Como si nada, llamó a otra ronda. El Gobierno todavía no descubrió que, llegado el caso, tiene un argumento lapidario para responder a quienes le critican su diálogo: entre sí, los diferentes opositores tienen un diálogo escaso, nada sistemático, cuando no son citas meramente gestuales, de esas que le dan trabajo a los fotógrafos.
Falta un siglo, en términos de política argentina, para el esperado 10 de diciembre. Otro siglo pasó ya desde el 28 de junio: la primera semana postelectoral se hablaba del riesgo de que a la oposición se le diera por cogobernar desde el Congreso. Se decía que podía "voltearle" -ése era el verbo en boga- las retenciones, los superpoderes y unas cuantas cosas más al Ejecutivo. Y se sostenía que el dilema central opositor era sostener la gobernabilidad tragando sapos o plantar las propias verdades frente a un kirchnerismo derrotado. Pero alguien se extravió en el camino: el kirchnerismo derrotado. Esperan hallarlo el 10 de diciembre.
Fuente: La Nación
martes, 30 de junio de 2009
El modelo del Cavaliere Berlusconi

El surgimiento de una nueva derecha no es un fenómeno limitado a
A este Washington más tolerante y democrático se sumó la creciente conciencia internacional acerca de las violaciones a los derechos humanos por parte de las dictaduras, sobre todo en Argentina, Chile y Centroamérica. Y también la imprevisibilidad de los gobiernos autoritarios: al fin y al cabo, fue un militar y no un líder izquierdista quien decidió invadir las Malvinas y declararle la guerra nada menos que a Gran Bretaña.
En el nuevo mundo unipolar, hasta el último rincón del planeta quedó expuesto a la influencia estadounidense, pero era una influencia distinta, más difusa, menos directa. Tras el 11 de septiembre, Washington cerró el círculo de su nueva doctrina de seguridad (el enemigo ya no era el comunismo sino el terrorismo) y desvió su atención a lugares más remotos y urgentes. Esto explica el giro a la izquierda en América latina y el tranquilo ascenso de líderes y partidos que en el pasado seguramente hubieran sido bloqueados por Estados Unidos mediante la desestabilización o el golpe de Estado. Y esto explica también que esté surgiendo, más lenta y dificultosamente, una nueva derecha.
Es nueva porque es democrática: aunque la tentación de la desestabilización y el golpe están presentes, sobre todo en los países institucionalmente más frágiles y económicamente más concentrados, como Bolivia, insistamos en que el componente democrático tiene un sentido más profundo y estructural: es una derecha que defiende electoralmente los intereses (empresariales, económicos) y valores (estabilidad, orden en las calles, propiedad privada) que en el pasado se imponían por las armas. Esa es la novedad.
Entrepeneurs
El progreso individual y el ascenso como fruto del esfuerzo son desde siempre valores importantes para la derecha, que no sólo no reniega del individualismo, sino que incluso lo considera un motor clave para el progreso de la sociedad (lo cual explica, según la famosa tesis de Norberto Bobbio, que la derecha acepte las diferencias sociales, es decir la desigualdad, lo cual produce a su vez una visión definida del balance Estado-mercado y del rol de este último en la economía y en la sociedad). Así, frente a una izquierda que tradicionalmente ha buscado a sus líderes en los movimientos colectivos (sindicatos, partidos, asambleas), hoy existe una derecha que ha hecho del mundo empresarial la cantera de la que salen sus dirigentes más taquilleros.
Un rápido recorrido por América latina ayuda a comprobar esta intuición. El próximo miércoles asumirá la presidencia de Panamá Ricardo Martinelli, millonario propietario de la cadena de supermercados Super 99 y –dato a tener en cuenta– el primer presidente desde la recuperación de la democracia que no proviene de los partidos tradicionales. Hace poco menos de un mes dejó la presidencia de El Salvador Elías Saca, un empresario perteneciente al derechista Arena. En Chile, todas las encuestas señalan como el favorito a Sebastián Piñera, el propietario de LAN y poseedor de una fortuna de 1200 millones de dólares (y el único líder importante de derecha que votó por el No a Pinochet en el plebiscito de 1988). Durante seis años gobernó México Vicente Fox, que ingresó a Coca-Cola como supervisor de reparto y fue ascendiendo hasta convertirse en gerente de la división latinoamericana de la empresa. Y ahí está también el pintoresco magnate ecuatoriano Alvaro Noboa, el rey de los exportadores de banano y camarón, que había salido segundo en tres elecciones presidenciales y quedó tercero en las últimas.
Populismo de derecha
La nueva derecha de Mauricio Macri y Francisco de Narváez, que ayer consolidó su primacía en
Como los líderes de Unión-PRO, Berlusconi es un símbolo de la alianza entre negocios (aunque hay que reconocerle al Duce que él sí hizo su propia fortuna), medios de comunicación (Berlusconi fue el primer empresario televisivo en romper el monopolio de
Hay en ellos un fondo común ultrapragmático que les permite moldear su discurso de acuerdo con la necesidad del momento. De Alsogaray o Cavallo podía pensarse cualquier cosa, menos que alguno de ellos propondría, en la misma campaña, eliminar las retenciones, quitar el IVA a los alimentos y extender masivamente los planes sociales –es decir, desfinanciar totalmente al Estado–, como hizo De Narváez en los últimos meses. Y también hay en Macri y en De Narváez, como en Berlusconi, una tensa combinación de conservadurismo y liberalismo, que si por un lado implica una relación cercana con
Estos vacíos y estas tensiones requieren necesariamente un cemento que los unifique más allá de la popularidad de los líderes. Berlusconi lo encontró en el terror a la inmigración norafricana y su campaña para endurecer las leyes, que la semana pasada quedó crudamente comprobada con la violenta expulsión de los gitanos de Nápoles. ¿Ocupará la inseguridad el lugar en el proyecto nacional de Macri y De Narváez que ocupó la inmigración a la candidatura de Berlusconi en 2007? Podría ser, pero sólo podría. Aunque el tema fue uno de los ejes de la campaña y en buena medida explica el ascenso del peronismo disidente en la provincia de Buenos Aires, la experiencia enseña que las elecciones presidenciales suelen estar dominadas por otras cuestiones, de la economía a la política, y que la inseguridad resulta decisiva básicamente en los comicios distritales. Hasta ahora.
Algo más que jabón en polvo
Macri y De Narváez son empresarios y no economistas ultraideologizados, como sus antecesores Alvaro Alsogaray, Domingo Cavallo y Ricardo López Murphy. Quizás por eso, porque provienen del flexible y pragmático mundo de los negocios y no de las consultoras o las cátedras de economía (en sus propias palabras, del mundo de la acción y los hechos y no del mundo de los discursos), ambos han comprendido una verdad esencial que sus antepasados nunca lograron entender: para ganar una elección y gobernar es necesario contar con el apoyo de al menos un sector de los votos y del aparato del peronismo. Y si Menem consiguió en su momento reconvertirse a la derecha luego de una larga y muy tradicional carrera en el PJ (fue gobernador, estuvo detenido por los militares y acompañó a Cafiero en la renovación peronista), los jefes de Unión-PRO avanzan por un camino inverso: su plan es llegar al peronismo desde la derecha y no a la derecha del peronismo. Menemismo por otros medios.
Por eso, el peor error que se podría cometer en la lectura de los resultados de ayer es pensar que la consolidación electoral del macrismo y el ascenso rutilante de De Narváez se explican simplemente por la astucia de la publicidad, el poder de sus millones o la influencia de los medios de comunicación. Desde que en 1952 Dwight Eisenhower se convirtió en el primer candidato presidencial en apelar a los servicios de una agencia de publicidad, el marketing político ha ido ocupando cada vez más espacio en las campañas. Y aunque las primeras teorías hablaban de vender a un candidato como si se tratara de jabón en polvo, desde hace al menos dos décadas sabemos que esto no es posible, que la publicidad y el dinero y la televisión no alcanzan para ganar una elección (aunque sí para otras cosas, por ejemplo para hacer conocido –instalar– a un postulante). Hay miles de ejemplos de brillantes campañas publicitarias y millones de dólares convertidos en unos pocos votos, el último de los cuales fue el patético ensayo presidencial de Jorge Sobisch.
Del mismo modo, si por un lado es cierto que algunos medios de comunicación contribuyeron al ascenso de De Narváez, el consenso mediático tampoco alcanza por sí mismo para ganar una elección como la de ayer. También hay miles de ejemplos de candidatos que, pese a la oposición de buena parte de los medios, ganaron las elecciones (la reelección de Chávez, por ejemplo, o la victoria de Ricardo Lagos en Chile en el 2000).
Con esto se pretende señalar algo evidente, pero que, a la luz de algunos comentarios de los últimos días, vale la pena subrayar: el ascenso de la nueva derecha no se explica por los consejos de Durán Barba ni por la campaña de Agulla, y ni siquiera por las fortunas de sus candidatos, sino por un contexto geopolítico nuevo y, en
Fuente: Pagina 12