Adrián Sack
MADRID.El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, recibió ayer uno de los mayores golpes políticos de sus dos mandatos: en las elecciones regionales, el socialismo perdió el control de Galicia, sólo cuatro años después de haber llegado al poder.
Sin embargo, no todo fue negativo ayer para el mandatario. Su partido logró avanzar en las elecciones del País Vasco y ahora podría dar la sorpresa y arrebatar a los nacionalistas el gobierno en esa región independentista.
De consolidarse ese escenario en la región vasca, la administración de Rodríguez Zapatero conseguiría, al menos, disimular tanto la dura derrota en Galicia, donde el presidente se involucró de lleno en la campaña, como la imagen de un gobierno muy cuestionado por su actitud ante la acuciante crisis económica que azota al país.
En territorio gallego, el gran ganador fue el líder nacional del opositor Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, ya que, a pesar de los escándalos de corrupción por los que son investigados varios de sus dirigentes, el candidato de su partido, Alberto Núñez Feijóo, ganó cómodamente los comicios y recuperó el gobierno local.
El PP obtuvo un resultado contundente: logró 39 bancas del Parlamento regional y, con ellas, la mayoría absoluta, suficiente para formar gobierno.
Con la promesa de combatir la creciente crisis económica, desalojó así a la alianza gobernante de socialistas y nacionalistas gallegos. Hace cuatro años, esa coalición había logrado acabar, por apenas un escaño, con el dominio conservador de Manuel Fraga Iribarne, en Galicia.
"Necesitamos trabajar desde mañana para regenerar la vida democrática gallega y hacer frente a la crisis económica", dijo anoche Núñez Feijóo.
La suma de los votos de los socialistas y del Bloque Nacionalista Gallego sólo alcanzó para que ambas fuerzas reunieran 36 diputados, por lo que su derrota fue anunciada poco después del cierre de los comicios.
La holgura del resultado, acaso inesperada hasta por los mismos triunfadores, dejó sin efecto todas las especulaciones realizadas durante el último mes sobre la potencial influencia de los votos provenientes de la comunidad de Galicia en
En cambio, en el País Vasco, el panorama es aún incierto. Con todos los votos escrutados, los partidos no nacionalistas consiguieron los 39 escaños necesarios para desalojar, en caso de formar una alianza, al gobernante Partido Nacionalista Vasco (PNV), por primera vez en casi cuatro décadas.
A pesar de que el PNV obtuvo técnicamente una victoria, con 30 escaños, su alianza con otros partidos nacionalistas sólo les reportaría seis escaños más. Quedaría, así, a tres bancas de distancia de la sumatoria de representantes de las fuerzas políticas que no comulgan con su raigambre soberanista.
Desde la otra vereda, el socialismo vasco, con 25 escaños; el PP, con 13, y Unión Progreso y Democracia, con la verborrágica socialista disidente Rosa Díez sentada en la única banca lograda por esa fuerza, se encuentran al borde de pasar a la historia.
Foto: La Nación
Adiós al tiempo de la bronca
Anoche, muchos medios daban por hecho que se lograría un acuerdo entre los tres partidos, ya que la idea de expulsar a los nacionalistas seduce a las fuerzas políticas con base en Madrid. Sin embargo, en la práctica aún resulta difícil imaginar un pacto entre los socialistas y el PP, en especial después de una última semana en la que sus líderes intercambiaron vergonzosas y graves acusaciones de corrupción.
Esta eventual alianza consagraría al socialista Patxi López como el nuevo presidente vasco. Anoche, López dijo estar "legitimado para liderar el cambio en Euskadi [País Vasco]". "Se ha acabado el tiempo de la bronca y de la exclusión. Hemos abierto un nuevo tiempo político", afirmó López.
En estas elecciones vascas, por primera vez, no hubo representación de la izquierda independentista radical vinculada a la organización terrorista ETA, que pidió a sus simpatizantes el voto nulo.
El que podría volver a ser el gran beneficiado de la jornada electoral es Rajoy. Entre los analistas locales, no se duda de que el dirigente máximo del PP y también principal objetivo de una investigación emprendida por el juez Baltasar Garzón le pondrá un alto precio al "premio consuelo" de Rodríguez Zapatero, en el País Vasco. Para colmo, tampoco será fácil para el jefe de gobierno español convencer a Díez, que basó su campaña en asemejar a López con el actual gobierno vasco, a cargo del nacionalista José Ibarretxe.
De todos modos, Rodríguez Zapatero procuraría alzarse con el control del País Vasco y explotar al máximo lo que puede ser la única buena noticia que tendría su gobierno desde que la crisis económica comenzó a ser reconocida por el oficialismo, hacia fines del año último.
El revés en Galicia va a ser más difícil de digerir para un presidente que nunca se caracterizó por admitir el surgimiento de situaciones adversas. Después que Zapatero se involucró directamente en el cierre de la campaña y destacó la crucial importancia de los comicios para el futuro de la región y del país, cualquier intento de minimizar esta derrota va a necesitar su reconocido carisma y su habilidad retórica.
Fuente: La Nación