ASUNCION.- El asesinado ex vicepresidente de Paraguay, Luis María Argaña, solía decir que la maquinaria colorada es tan poderosa para ganar elecciones que "si el Partido Colorado nombrara al Pato Donald como candidato, ganaría el Pato Donald". Desde 1947, esa máxima se ha cumplido a rajatabla. Pero hoy, por primera vez en más de 60 años, podría caducar.
La sociedad paraguaya ha estado dominada durante décadas por el miedo, la corrupción y el clientelismo. Primero padeció una de las dictaduras más represivas de América latina, que además, con 35 años, fue la más larga de la región. Y, desde 1989, el Estado ha sido cooptado por el Partido Colorado mediante una activa política prebendaria, que ha sumido al país en una profunda crisis económica y política.
"La Asociación Nacional Republicana [ANR, nombre oficial del Partido Colorado] se sabe renovar, pero ya no va más. La gente está harta", dijo a LA NACION el analista Marcello Lachi.
Parece ser cierto. El hartazgo generalizado se escucha en los bares y en las calles de esta ciudad. Pero el "voto bronca" o "voto castigo" no será el único tipo de sufragio que los casi tres millones de electores depositarán en las urnas. El "voto cautivo", el "voto prebendario" y el "voto útil" también se harán sentir, y el peso de cada uno de ellos será determinante en una elección tan reñida como la actual.
Quienes voten por el ex obispo opositor Fernando Lugo, el favorito de los sondeos, lo harán, principalmente, para poner fin a seis décadas de gobierno colorado. "La única certeza que tenemos sobre Lugo es que su triunfo rompe con el sistema, y eso sólo hace que su victoria valga la pena", dijo a LA NACION la analista Milda Rivarola.
Por otro lado, tras unas traumáticas elecciones internas, la ANR llega fracturada a los comicios generales, y el ex obispo podría captar esos votos disidentes. Lugo proviene de una familia colorada y, para muchos, es aún más colorado que la candidata oficialista Blanca Ovelar. "Hay muchos colorados que, cansados de la cúpula mafiosa que se apoderó del Estado, van a votar por él", vaticinó Lachi.
No obstante, la popularidad de Lugo radica sobre todo en que la gente no lo percibe como una figura política. "Los partidos tradicionales están en crisis. Los políticos padecemos una falta de legitimidad, y Lugo es un outsider , capaz de canalizar el voto castigo de millones de paraguayos", contó a LA NACION el senador por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) Carlos Mateo Balmelli, que en diciembre pasado perdió la interna de su partido para acompañar a Lugo en la fórmula presidencial.
La debilidad del ex obispo, en tanto, reside en la ambigüedad de su discurso, que atemoriza principalmente al electorado tradicional de derecha. Su alianza esta integrada por una veintena de movimientos sociales, muchos de ellos de corte izquierdista, que inquietan a empresarios y a grandes ruralistas. Nadie desconoce los pecados de los colorados, pero muchos quieren evitar los riesgos, o, como reza el dicho, mejor malo conocido que bueno por conocer.
Cambio de género
La ex ministra Ovelar, por su parte, cuenta con la ventaja de ser una persona respetada por la ciudadanía. "Es una técnica, no una política. Es una buena mujer, pero puesta con la intención de ser manejada", explicó a LA NACION el analista Gustavo Laterza.
Su candidatura fue promovida por el actual presidente Nicanor Duarte Frutos -desaprobado por el 72% de la población-. Y, para muchos, votar por ella es como votar por el mandatario. Durante su campaña, de hecho, Ovelar elogió la gestión de Duarte Frutos. Los paraguayos opinan que la transformación de la que ella habla no es más que un cambio de género, no de gobierno.
En cuanto al general retirado Lino Oviedo, que se ubica tercero en la intención de voto y fue una figura clave de la política paraguaya de los últimos 20 años, quienes se decidan por él lo harán guiados por su carisma personal. "Pero Oviedo no es Perón; Oviedo, más bien, fue una figura utilizada por todos los sectores", aclaró Balmelli.
Por Adriana M. Riva Enviada especial (LANACION.COM)
La sociedad paraguaya ha estado dominada durante décadas por el miedo, la corrupción y el clientelismo. Primero padeció una de las dictaduras más represivas de América latina, que además, con 35 años, fue la más larga de la región. Y, desde 1989, el Estado ha sido cooptado por el Partido Colorado mediante una activa política prebendaria, que ha sumido al país en una profunda crisis económica y política.
"La Asociación Nacional Republicana [ANR, nombre oficial del Partido Colorado] se sabe renovar, pero ya no va más. La gente está harta", dijo a LA NACION el analista Marcello Lachi.
Parece ser cierto. El hartazgo generalizado se escucha en los bares y en las calles de esta ciudad. Pero el "voto bronca" o "voto castigo" no será el único tipo de sufragio que los casi tres millones de electores depositarán en las urnas. El "voto cautivo", el "voto prebendario" y el "voto útil" también se harán sentir, y el peso de cada uno de ellos será determinante en una elección tan reñida como la actual.
Quienes voten por el ex obispo opositor Fernando Lugo, el favorito de los sondeos, lo harán, principalmente, para poner fin a seis décadas de gobierno colorado. "La única certeza que tenemos sobre Lugo es que su triunfo rompe con el sistema, y eso sólo hace que su victoria valga la pena", dijo a LA NACION la analista Milda Rivarola.
Por otro lado, tras unas traumáticas elecciones internas, la ANR llega fracturada a los comicios generales, y el ex obispo podría captar esos votos disidentes. Lugo proviene de una familia colorada y, para muchos, es aún más colorado que la candidata oficialista Blanca Ovelar. "Hay muchos colorados que, cansados de la cúpula mafiosa que se apoderó del Estado, van a votar por él", vaticinó Lachi.
No obstante, la popularidad de Lugo radica sobre todo en que la gente no lo percibe como una figura política. "Los partidos tradicionales están en crisis. Los políticos padecemos una falta de legitimidad, y Lugo es un outsider , capaz de canalizar el voto castigo de millones de paraguayos", contó a LA NACION el senador por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) Carlos Mateo Balmelli, que en diciembre pasado perdió la interna de su partido para acompañar a Lugo en la fórmula presidencial.
La debilidad del ex obispo, en tanto, reside en la ambigüedad de su discurso, que atemoriza principalmente al electorado tradicional de derecha. Su alianza esta integrada por una veintena de movimientos sociales, muchos de ellos de corte izquierdista, que inquietan a empresarios y a grandes ruralistas. Nadie desconoce los pecados de los colorados, pero muchos quieren evitar los riesgos, o, como reza el dicho, mejor malo conocido que bueno por conocer.
Cambio de género
La ex ministra Ovelar, por su parte, cuenta con la ventaja de ser una persona respetada por la ciudadanía. "Es una técnica, no una política. Es una buena mujer, pero puesta con la intención de ser manejada", explicó a LA NACION el analista Gustavo Laterza.
Su candidatura fue promovida por el actual presidente Nicanor Duarte Frutos -desaprobado por el 72% de la población-. Y, para muchos, votar por ella es como votar por el mandatario. Durante su campaña, de hecho, Ovelar elogió la gestión de Duarte Frutos. Los paraguayos opinan que la transformación de la que ella habla no es más que un cambio de género, no de gobierno.
En cuanto al general retirado Lino Oviedo, que se ubica tercero en la intención de voto y fue una figura clave de la política paraguaya de los últimos 20 años, quienes se decidan por él lo harán guiados por su carisma personal. "Pero Oviedo no es Perón; Oviedo, más bien, fue una figura utilizada por todos los sectores", aclaró Balmelli.
Por Adriana M. Riva Enviada especial (LANACION.COM)
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