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Venció en el referéndum; la oposición también se fortaleció
Por Ignacio Coló Enviado especial LA NACION
LA PAZ.- En una de sus más arriesgadas apuestas políticas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, logró ayer una aplastante victoria al ser ratificado en su cargo con más del 62% de los votos, según datos extraoficiales, en un referéndum revocatorio que le permitirá profundizar su proyecto estatista e indigenista.
Apenas conocida la contundente victoria de Morales, que superó el récord del 53,7% que había obtenido en 2005, miles de sus seguidores se congregaron anoche en la plaza Murillo, de esta capital, para celebrar el triunfo. Pero la tarea del mandatario no se vislumbra simple porque, en esa misma consulta popular, también fueron ratificados los cuatro prefectos (gobernadores) de las principales regiones opositoras, que, fortalecidos, pronunciaron anoche duros discursos en los que redoblaron sus reclamos de mayor autonomía.
"Ahora que el pueblo expresó con su voto el cambio del modelo, convoco a todos a sumarse a la revolución democrática para la nacionalización de otros recursos naturales. Eso pidió el pueblo", dijo Morales desde el balcón de la Casa de Gobierno que da a la plaza Murillo, donde una multitud hacía flamear banderas bolivianas, whipalas (indígenas) y del Movimiento al Socialismo (MAS), la agrupación del presidente. El cambio que alienta Evo Morales significa, Evo Morales entre otras cosas, una nueva ola de nacionalizaciones, similar a las ya realizadas en el área de los hidrocarburos y de las telecomunicaciones.
"Estamos aquí para seguir avanzando para recuperar nuestros recursos, la nacionalización y recuperación de empresas del Estado", adelantó el mandatario, que días atrás había advertido que en este referéndum lo que realmente estaba en juego era la nacionalización o la privatización de los recursos naturales bolivianos.
No obstante, el presidente parece haber acusado recibo de la ratificación en las urnas del núcleo duro de la oposición regional y lanzó al mismo tiempo un mensaje de unidad.
El gobernante saludó el triunfo de los prefectos rebeldes y los convocó "a trabajar de manera conjunta", aceptando "la legalidad".
"Estamos convencidos de que es importante unir a los bolivianos. El voto del pueblo es para unir a la gente del campo y la ciudad, de Oriente y Occidente, y esa unidad se logrará juntando la nueva Constitución con los estatutos autonómicos", declaró el mandatario, en lo que fue interpretado al mismo tiempo como una profundización de su proyecto y una invitación al diálogo.
La nueva Constitución a la que hizo referencia el mandatario emana de un polémico proyecto de corte estatista e indigenista que fue aprobado en noviembre pasado en medio de una polémica sesión en la ciudad de Sucre (sin la presencia de la oposición y con graves disturbios en las calles que dejaron tres muertos) y que hoy es objeto de fuertes críticas.
A su vez, los estatutos autonómicos son la columna vertebral del proyecto de la oposición regional, que ayer se vio robustecida con el referéndum.
Según los sondeos en boca de urna, los prefectos Rubén Costas (Santa Cruz), Ernesto Suárez (Beni), Leopoldo Fernández (Pando) y Mario Cossío (Tarija) fueron ratificados en sus cargos con importantes caudales de votos.
Al cierre de esta edición, se daba por segura la continuidad de Costas, con un respaldo de entre el 71,2 y el 79%, así como de Suárez, con un apoyo que podría alcanzar el 73%. Además, el prefecto de Tarija habría conseguido un apoyo de alrededor del 65% y el de Pando saldría ratificado con votos favorables cercanos al 60%.
Los cuatro prefectos, los más recalcitrantes opositores al presidente, impulsan la formación de gobiernos autónomos y la aplicación de nuevos estatutos regionales, que fueron validados en un serie de polémicos referéndums celebrados entre mayo y junio.
"Advertimos a los corruptos y soberbios gobernantes que no intenten imponer su ilegal y racista proyecto de Constitución, porque entonces sí se habrán metido en un callejón sin salida", amenazó Rubén Costas, en un combativo discurso pronunciado en la plaza central de la ciudad de Santa Cruz, ante una multitud que gritaba "¡Evo asesino!?
LA PAZ.- En una de sus más arriesgadas apuestas políticas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, logró ayer una aplastante victoria al ser ratificado en su cargo con más del 62% de los votos, según datos extraoficiales, en un referéndum revocatorio que le permitirá profundizar su proyecto estatista e indigenista.
Apenas conocida la contundente victoria de Morales, que superó el récord del 53,7% que había obtenido en 2005, miles de sus seguidores se congregaron anoche en la plaza Murillo, de esta capital, para celebrar el triunfo. Pero la tarea del mandatario no se vislumbra simple porque, en esa misma consulta popular, también fueron ratificados los cuatro prefectos (gobernadores) de las principales regiones opositoras, que, fortalecidos, pronunciaron anoche duros discursos en los que redoblaron sus reclamos de mayor autonomía.
"Ahora que el pueblo expresó con su voto el cambio del modelo, convoco a todos a sumarse a la revolución democrática para la nacionalización de otros recursos naturales. Eso pidió el pueblo", dijo Morales desde el balcón de la Casa de Gobierno que da a la plaza Murillo, donde una multitud hacía flamear banderas bolivianas, whipalas (indígenas) y del Movimiento al Socialismo (MAS), la agrupación del presidente. El cambio que alienta Evo Morales significa, Evo Morales entre otras cosas, una nueva ola de nacionalizaciones, similar a las ya realizadas en el área de los hidrocarburos y de las telecomunicaciones.
"Estamos aquí para seguir avanzando para recuperar nuestros recursos, la nacionalización y recuperación de empresas del Estado", adelantó el mandatario, que días atrás había advertido que en este referéndum lo que realmente estaba en juego era la nacionalización o la privatización de los recursos naturales bolivianos.
No obstante, el presidente parece haber acusado recibo de la ratificación en las urnas del núcleo duro de la oposición regional y lanzó al mismo tiempo un mensaje de unidad.
El gobernante saludó el triunfo de los prefectos rebeldes y los convocó "a trabajar de manera conjunta", aceptando "la legalidad".
"Estamos convencidos de que es importante unir a los bolivianos. El voto del pueblo es para unir a la gente del campo y la ciudad, de Oriente y Occidente, y esa unidad se logrará juntando la nueva Constitución con los estatutos autonómicos", declaró el mandatario, en lo que fue interpretado al mismo tiempo como una profundización de su proyecto y una invitación al diálogo.
La nueva Constitución a la que hizo referencia el mandatario emana de un polémico proyecto de corte estatista e indigenista que fue aprobado en noviembre pasado en medio de una polémica sesión en la ciudad de Sucre (sin la presencia de la oposición y con graves disturbios en las calles que dejaron tres muertos) y que hoy es objeto de fuertes críticas.
A su vez, los estatutos autonómicos son la columna vertebral del proyecto de la oposición regional, que ayer se vio robustecida con el referéndum.
Según los sondeos en boca de urna, los prefectos Rubén Costas (Santa Cruz), Ernesto Suárez (Beni), Leopoldo Fernández (Pando) y Mario Cossío (Tarija) fueron ratificados en sus cargos con importantes caudales de votos.
Al cierre de esta edición, se daba por segura la continuidad de Costas, con un respaldo de entre el 71,2 y el 79%, así como de Suárez, con un apoyo que podría alcanzar el 73%. Además, el prefecto de Tarija habría conseguido un apoyo de alrededor del 65% y el de Pando saldría ratificado con votos favorables cercanos al 60%.
Los cuatro prefectos, los más recalcitrantes opositores al presidente, impulsan la formación de gobiernos autónomos y la aplicación de nuevos estatutos regionales, que fueron validados en un serie de polémicos referéndums celebrados entre mayo y junio.
"Advertimos a los corruptos y soberbios gobernantes que no intenten imponer su ilegal y racista proyecto de Constitución, porque entonces sí se habrán metido en un callejón sin salida", amenazó Rubén Costas, en un combativo discurso pronunciado en la plaza central de la ciudad de Santa Cruz, ante una multitud que gritaba "¡Evo asesino!?
El voto en contra
El balance de la jornada fue netamente negativo para el prefecto de La Paz, José Luis Paredes, que obtuvo un 55-60 por ciento de votos en contra; para el de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, que recibió casi un 60 por ciento de rechazo a su gestión, y para el de Oruro, Alberto Luis Aguiler Calle, que recibió un duro revés luego de que el alrededor del 83% de su electorado se expresó en contra de su ratificación.
Cuando se confirmen los resultados oficiales en los próximos días, los tres prefectos deberán abandonar sus cargos y serán reemplazados primero por un prefecto interino nombrado por La Paz y luego por uno surgido del voto popular.
El gobierno debe haber mirado con buenos ojos la derrota de los dos primeros, dado que se trata de líderes opositores. Aunque Paredes declaró anoche que dejará su cargo "sin llorar", será más difícil lograr la retirada de Reyes Villa, quien desde un comienzo se declaró en contra del referéndum y afirmó que no iba a reconocer el resultado.
En cambio, la derrota del prefecto de Oruro significa un golpe para Morales, porque se trata de un dirigente oficialista que estaba a cargo de uno de los principales bastiones del MAS.
Fue también noticia la ausencia de incidentes importantes durante el proceso electoral, algo que se daba casi por seguro en los medios de comunicación bolivianos. Salvo algunos hechos aislados en Santa Cruz y en Tarija, y algunas denuncias de fraude que al cierre de esta edición no prosperaron, el proceso electoral se desarrolló con relativa normalidad, lo que fue interpretado como una victoria de la democracia en un país que se encuentra en terapia intensiva en términos políticos y sociales.
Es que Bolivia llegó al referéndum revocatorio de ayer sumergida en una grave crisis que lleva varios meses, pero que se agudizó en la última semana con una serie de protestas de los sindicatos mineros que dejaron dos muertos y una huelga de hambre de los dirigentes opositores regionales.
La crisis política que tiene virtualmente dividido al país entre el oriente opositor y el occidente oficialista es seguida de cerca por los países de la región, especialmente por Brasil y la Argentina, cuyo desarrollo económico depende en una gran medida del gas natural boliviano.
El balance de la jornada fue netamente negativo para el prefecto de La Paz, José Luis Paredes, que obtuvo un 55-60 por ciento de votos en contra; para el de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, que recibió casi un 60 por ciento de rechazo a su gestión, y para el de Oruro, Alberto Luis Aguiler Calle, que recibió un duro revés luego de que el alrededor del 83% de su electorado se expresó en contra de su ratificación.
Cuando se confirmen los resultados oficiales en los próximos días, los tres prefectos deberán abandonar sus cargos y serán reemplazados primero por un prefecto interino nombrado por La Paz y luego por uno surgido del voto popular.
El gobierno debe haber mirado con buenos ojos la derrota de los dos primeros, dado que se trata de líderes opositores. Aunque Paredes declaró anoche que dejará su cargo "sin llorar", será más difícil lograr la retirada de Reyes Villa, quien desde un comienzo se declaró en contra del referéndum y afirmó que no iba a reconocer el resultado.
En cambio, la derrota del prefecto de Oruro significa un golpe para Morales, porque se trata de un dirigente oficialista que estaba a cargo de uno de los principales bastiones del MAS.
Fue también noticia la ausencia de incidentes importantes durante el proceso electoral, algo que se daba casi por seguro en los medios de comunicación bolivianos. Salvo algunos hechos aislados en Santa Cruz y en Tarija, y algunas denuncias de fraude que al cierre de esta edición no prosperaron, el proceso electoral se desarrolló con relativa normalidad, lo que fue interpretado como una victoria de la democracia en un país que se encuentra en terapia intensiva en términos políticos y sociales.
Es que Bolivia llegó al referéndum revocatorio de ayer sumergida en una grave crisis que lleva varios meses, pero que se agudizó en la última semana con una serie de protestas de los sindicatos mineros que dejaron dos muertos y una huelga de hambre de los dirigentes opositores regionales.
La crisis política que tiene virtualmente dividido al país entre el oriente opositor y el occidente oficialista es seguida de cerca por los países de la región, especialmente por Brasil y la Argentina, cuyo desarrollo económico depende en una gran medida del gas natural boliviano.
2 comentarios:
yeah! its much better,
Baw ah, kasagad sa imo maghimo blog. Nalingaw gd ko basa.
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