"Como Venecia en el año 1500, Buenos Aires, más que una ciudad, es un mundo que se ha construido con gente llegada de todas partes. De cara al Bicentenario, el gran proyecto de Buenos Aires es sumar convivencia y creatividad. Tiene que dejar de ser una marca pasiva y convertirse en la gran capital cultural de América latina". Lo dice el gestor cultural catalán Toni Puig Picart, a estas alturas, casi argentino.
Infatigable generador de ideas en torno al futuro de las ciudades y un modelo de cultura capaz de crear ciudadanos comprometidos con la ciudad en la que viven, trabajó intensamente en la marca-Barcelona, que hoy atrae a miles de turistas de todo el planeta.
En los últimos años, Toni Puig Picart ha investigado distintos modelos de ciudades-marca. En la Argentina trabajó tanto en Rosario como en Mar del Plata y Ushuaia. En diálogo con La Nacion afirma que el gran reto del Bicentenario para Buenos Aires es "vertebrar una ciudad que incluya a todos sus habitantes. Es necesario preguntarse qué ciudad queremos, porque eso lleva a la pregunta sobre qué vida queremos. Y esto vale para toda la Argentina".
Para Puig Picart la cultura "tiene que poner los valores en el centro del diálogo y del consenso. La cultura es diálogo con aquellos que no estamos de acuerdo. El problema con el discurso político es que, en lugar de hablar de los valores, siempre termina hablando de infraestructuras". Y compara los casos de Medellín, Colombia, y Caracas, Venezuela, donde estuvo para observar cuánto se ha hecho desde la cultura en la primera y cuánto falta aún hacer en la segunda.
"En Medellín, sin petrodólares, pero con voluntad política de reducir la violencia social y dar educación, el alcalde Sergio Fajardo invirtió el 40% de su presupuesto. Las bibliotecas y las escuelas lograron disminuir sensiblemente la violencia en las calles", señala el gestor catalán. Y el asunto pudo ser corroborado por La Nacion hace un año, en una recorrida de los parques-bibliotecas en barrios periféricos de la ciudad.
"En cambio Caracas, con todos los petrodólares de Chávez, sigue siendo una ciudad desvertebrada y violenta. Eso muestra que el problema no es el dinero, sino que hace falta capacidad creativa y voluntad política", agrega Puig Picart.
Hacer marca de una ciudad¿Cómo se convierte una ciudad en una marca reconocida en el mundo? "Se construye desde la confianza de los ciudadanos en las instituciones públicas. Así se crea una marca: con todos los ciudadanos incluidos. El problema que observo en la Argentina es que la gente no confía en sus instituciones políticas, no confía en sus intendentes. Los ciudadanos no se sienten incluidos en las politicas públicas. Antes bien, se sienten utilizados. Pero esto puede cambiarse, cuando el discurso político pone en el centro de la cuestión, los valores. Buenos Aires se posiciona como marca en el mundo, a pesar de sus instituciones políticas y las del país ayudan bastante poco".
Dice Puig Picart que gracias a la fuerza creativa de los argentinos, el país, en general, y la ciudad, en particular, tiene un posicionamiento. "Pero carecen de un proyecto estructurado de marca. El jefe de gobierno, Mauricio Macri, está en posición de hacer de Buenos Aires una marca activa, porque fue presidente de un equipo de fútbol ?Boca Juniors? que es una marca reconocida a nivel mundial".
Al hablar sobre el rediseño de ciudades estructurado con la cultura como eje, el gestor catalán dice que lo fantástico de Berlín, una capital cultural muy activa, es que "ha apostado por una memoria intepretada desde hoy. sin resentimientos y sin reabrir viejas heridas. Lo ha hecho desde los elementos que unen a los alemanes, no desde los que los separan. Esto ha sido clave. Los dos ejes sobre los que pivotea la cultura berlinesa son los museos y el monumento del Holocausto".
Al referise al modelo de Medellín, Puig Picart afirma que uno de sus méritos ha sido incluir a la gran mayoría de sus habitantes. "Normalmente los directores de centros culturales dejan fuera al 75% de los ciudadanos. De lo que se trata es de comprender cuáles son las herramientas para construir una ciudad, desde un punto de vista simbólico, como el espacio que une a todos sus habitantes, los del centro y los de los barrios perifericos".
Puesto a opinar sobre si Barcelona, como modelo, ha entrado en crisis, el gestor catalán admite que ello obedece a que se ha mantenido durante 30 años el mismo equipo a cargo de la gestión cultural de la ciudad. Además, sostiene, Barcelona "no hizo una autocrítica del fracaso del Forum de Cultura. Creo que la crisis de Barcelona pasa por el éxito que hemos tenido y por un exceso de turismo. Hay que comprender que, durante el franquismo, no existía como ciudad".
Fuente: La Nación
No hay comentarios:
Publicar un comentario