domingo, 12 de abril de 2009

Las listas testimoniales no son un recurso nuevo en el mundo Kirchner

“Todos los hombres son iguales. Pero algunos son más iguales que otros.”
Mafalda.
“No hay nada más peligroso que un buen abogado.”
Alphonse “Scarface” Capone, 1946. Miami Beach.
Todo comenzó hace muchos, muchos años. Antes del Diluvio se decidió que los candidatos debían ser “famosos”. Populares, y no buenos, o experimentados, o capaces. La retórica periodística los bautizó “extrapartidarios” y la dirigencia se lanzó a cazarlos con fruición. Los famosos implotaron el sistema de partidos, retrasaron el recambio generacional y modificaron los pocos valores que sostenían, endeble, al sistema. La popularidad –a veces fruto del mérito, otras un simple accidente– se transformó en el nivelador: es famoso, ya corre la mitad de la carrera. En paralelo, el nepotismo comenzó a verse con cierta simpatía:
–Lo nombré porque es mi hermano, es cierto. Pero necesito en ese cargo a alguien de confianza.
–Ok, es mi mujer. ¿Pero sabe usted cuánto hace que milita?
–Mi primo es el más capaz que conozco. ¿Lo tengo que discriminar?

Después se violó la lógica de los distritos:

–Soy santafesino, viví toda mi vida en Córdoba pero ya llevo un año y medio en Buenos Aires. ¿Por qué no puedo representar a los porteños?
–Deberían sumarlo: hice de primero a cuarto año, en 1966, en la provincia. Es cierto, luego me mudé a Yugoslavia por 25 años. Pero volví, ¿no?
Así, la excepción mudó en normalidad: jugamos un partido en el que todo el tiempo, cuando pierden, nos amenazan con llevarse la pelota. Vaciados de contenido, los partidos se transformaron en sellos que llegan a venderse al mejor postor:

AAA Partido alquilo en Capital. Sin uso.Todo legal y bendecido por Servini de Cubría. Logo incluido.

Pero faltaba algo más: que los cargos perdieran todo sentido. Presentarse a un cargo para no ocuparlo luego. O para discutir, por caso, qué conviene. Así, el vicepresidente podrá devenir en concejal, el ministro en gobernador, el senador en diputado. O todo lo contrario. Si la lista sábana oculta a los candidatos indeseables, el cargo “testimonial” transforma el sistema en una broma y la carga de la función pública en un cheque en blanco: ser “electo” es un superpoder, como la kryptonita, no un mandato o parte de una obligación social. –Tengo el poder, ya veré cómo me conviene usarlo. Ninguna idea puede volver al poder más discrecional: puedo usarlo en el rol que quiera, el tiempo que desee, en la institución que necesite. Ser elegido por el pueblo para ocupar una función implica llevarla a cabo y rendir cuentas por ello. Ser elegido para no ocupar ninguna o para hacerlo “a la carta”, ¿a qué obliga y cómo se cumple? ¿Cuáles son los planes del gobernador que quiere ser diputado? ¿Qué piensa hacer en la Ciudad la vicejefa que quiere ser legisladora? ¿Que harían en el Congreso la ministra o el jefe de Gabinete? ¿Suena más democrático que los intendentes presidan las legislaturas? Algo tienen todos en común: saben decir que sí. Todos, dóciles, sabrán obedecer.
La febril estrategia “testimonial” viola, a la vez, la división de poderes: un funcionario del Ejecutivo puede pasar sin más al Legislativo, o al revés. Es cierto: todavía no pueden ser jueces. Pero démosle tiempo al tiempo. Los tres poderes van camino a convertirse en dos. Y la democracia, en una cáscara.Esta historia comienza en mayo de 2003. En aquellas semanas, Buenos Aires se llenó de funcionarios pingüinos dispuestos a asumir el 25. Eran hoscos, reservados y se vestían con trajes baratos, aunque ese detalle duró poco. Los cronistas se desesperaban por conocer a las tropas del desembarco. –Son como nosotros –me dijo un redactor al volver de Casa de Gobierno–. Son la Armada Brancaleone... mucha idea de lo que van a hacer no tienen… Algunos opositores llegaron desde Río Gallegos para recorrer los medios: –Tengan cuidado con el Lupo –advertían a quien quisiera escucharlos. El Lupo era Lupín, Néstor Kirchner, bautizado así por un aviador de historieta. Aunque “Lupo” también quería decir “lobo” en italiano. Escuché en aquellos días varias advertencias sobre el “verdadero” Lupo: denuncias y más denuncias en Santa Cruz. Decidimos no darles demasiado crédito y esperar: “Se tiene que dar cuenta de que esto es Buenos Aires, no puede manejarse igual”. Aquellas historias parecen ahora recuerdos del futuro. Ahí está el Lupo, frente a su propio espejo.
NÉSTOR EN CASA.
El domicilio legal de Néstor Kirchner es Maipú 225, de la ciudad de Río Gallegos; así figura en el padrón de las elecciones de 2007 y en la creación de la sociedad comercial El Chapel, en septiembre de 2008. Kirchner es tercera generación de santacruceños, fue intendente de Gallegos y tres veces gobernador de Santa Cruz, y tuvo su mayor experiencia como bonaerense en los años 70, cuando estudió Derecho en La Plata. El padrón electoral de junio incluirá los cambios de domicilio realizados antes del 30 de diciembre de 2008, fecha en la que el copresidente no soñaba con presentarse como candidato en la provincia de Buenos Aires. La respuesta a tanta intuición electoral se encuentra en la caja fuerte del titular del Registro Nacional de las Personas, donde el legajo de Kirchner duerme su siesta documental junto al de Diego Maradona, Mirtha Legrand y la copresidenta Cristina, entre otros. Dos fuentes seguras confirmaron a este diario que, hasta hace al menos un mes, el domicilio de Néstor seguía en las tierras del viento, el mar y el frío. ¿Se producirá en estos días el Milagro de la Lapicera? –Néstor tiene residencia en Olivos y eso basta para presentarse –le dijeron a Crítica de la Argentina dos ministros del ala dura del Gobierno. La ambigüedad domiciliaria no es nueva en la familia: en 2005, Kirchner nombró a su esposa como candidata a senadora por Buenos Aires y en el mismo año la Hermana Presidencial Alicia fue candidata a senadora por Santa Cruz como enroque con Cristina; asumió su banca por unos meses y luego volvió al Ministerio de Desarrollo Social. Cristina mantuvo su domicilio en la Patagonia y decidió no ir a votar ya que se encontraba a más de 500 kilómetros. Para presentarse se argumentó entonces que nació en La Plata, aunque su apego territorial no fue suficiente para presentar un solo proyecto referido a la provincia durante su mandato. Cristina fue candidata diez veces en veinte años ya por Santa Cruz o Buenos Aires y renunció tres veces al cargo para el que había sido electa ocupando uno nuevo:

1989: Diputada provincial en Santa Cruz.
1993: Diputada provincial reelecta.
1994: Convención Nacional Constituyente por Santa Cruz.
1995: Diputada provincial reelecta; renunció a su cargo para asumir como senadora nacional.
1995-1997: Senadora nacional por Santa Cruz; renunció a su cargo para asumir como diputada.
1997-2001: Diputada nacional por Santa Cruz.
1998: Convencional Provincial Constituyente en Santa Cruz.
2001-2005: Senadora nacional por Santa Cruz.
2005- 2007: Senadora nacional por Buenos Aires; renunció a su cargo para asumir la Presidencia.

La Hermana Alicia fue responsable de Desarrollo Social en la intendencia, la gobernación y la Nación; candidata a intendente de Río Gallegos en 1995 y a senadora nacional en 2005, cargo que ocupó por ocho meses. Su tío Manuel López Lestón fue candidato a intendente en 1991. Las listas “testimoniales” tampoco son nuevas para los K: en 1997 puso a Julio De Vido a la cabeza de los diputados provinciales; ganó pero no asumió, y siguió en su cargo de ministro de Obras Públicas provincial; el candidato a diputado de esa misma elección fue el intendente de Caleta Olivia, José Manuel Córdoba, que no ocupó su banca nacional, y Carlos Muratore, ministro de Educación provincial, quien tampoco asumió como concejal electo. Carlos Zannini logró un récord: asumió como diputado provincial entre 1995 y 2001, luego fue presidente del Tribunal Superior de Justicia y antes ministro de la Gobernación: pasó, en una misma gestión, por los tres poderes del Estado.
En la Reforma Constitucional de 1994, Néstor habilitó la reelección de gobernador y vice, eliminó la cláusula de consanguineidad que impedía el nombramiento de familiares en los cargos ejecutivos e introdujo, ante el silencio de la oposición, el artículo 80 que funcionó más tarde como puerta a la reelección indefinida: “La Cámara de Diputados por la mayoría absoluta de la totalidad de sus miembros podrá someter a voto popular, directo, obligatorio y vinculante, en calidad de consulta popular, proyectos de ley que afecten directa o indirectamente las instituciones, derechos y garantías de raigambre constitucional, nacional o provincial, para su ratificación o rechazo. La ley de Convocatoria no podrá ser vetada y regirá automáticamente a partir de su ratificación”.
El 17 de mayo de 1998 el “Sí” a una nueva modificación de la Constitución por la re-re obtuvo el 56,88% de los votos. El radicalismo presentó recursos de amparo en todos los tribunales de la provincia, pero ya era tarde: en 1995 Néstor había ampliado de tres a cinco los miembros del Tribunal Superior y eliminado la figura del procurador, quedándose con mayoría propia en la Corte. “Llamar a una consulta para reformar la Constitución es utilizar los mecanismos de la democracia plebiscitaria a fin de establecer una relación tramposa entre el líder y el electorado, a la manera del nazismo”, opinó entonces, en Río Gallegos, el juez Raúl Zaffaroni. En marzo de 1999, se incorporó la figura del “diputado por el pueblo”, con terribles consecuencias para las minorías locales: de los 24 legisladores provinciales 14 son elegidos a razón de uno por municipio, y los otros diez por todos los habitantes de la provincia como un distrito único, y van en lista sábana. En la última elección, de 2007, el Frente para la Victoria logró 20 legisladores, y cuatro la oposición. Con el sistema anterior, la composición de la Cámara hubiera sido de 15 para el oficialismo y nueve para los opositores.
INVESTIGACIÓN: J.L. / LUCIANA GEUNA/ JESICA BOSSI.
Fuente: Crítica

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