La derrota del oficialismo en las elecciones del domingo último, tuvo un efecto inmediato sobre el poder, sobre el cual hubo una definición inmediata y contundente en las veinticuatro horas siguientes.
Néstor Kirchner en la conferencia de prensa que realiza en la madrugada del 29 presenta la derrota como una suerte de empate y, en la tarde del mismo día, la Presidente afirma que el kirchnerismo se ha impuesto en todo el país, que en Calafate ha ganado con el 60%,- en realidad fue 57% y con ausentismo record del 45%,- anuncia que no habrá cambio de gabinete y defiende los números del Indec.
La respuesta del matrimonio presidencial frente a la derrota es clara y contundente: no se toma nota de ella y se mantiene el rumbo y estilo.
Esa misma mañana, el Ministro de Planificación e Infraestructura presenta la renuncia, la que es rechazada por la Presidente.
Ella dice que busca a Pino Solanas como aliado dadas las coincidencias ideológicas, no piensa en Reutemann o De Narváez -los ganadores de su propio partido- y el mismo día decide viajar a Honduras para reponer al depuesto presidente Zelaya junto con el presidente de Ecuador, en una actitud política, ue la realidad hizo postergar, que la acerca más a Chávez que a Lula.
Horas antes de la conferencia de prensa, acepta la renuncia de la Ministra de Salud (Ocaña) y su reemplazo indica que Hugo Moyano logra recuperar el control de los subsidios a las obras sociales sindicales.
Pero al mismo tiempo, el titular del gremio de camioneros ratifica que pide 25% de aumento en paritarias y su hijo, que lo secunda, dice que ello se logrará por las buenas o por las malas. Para no ser menos, también el mismo lunes, el sindicato metalúrgico ratifica que pide 22% de aumento y que irá al paro si no lo logra.
Pero simultáneamente, el titular del gremio rural, Jerónimo Venegas, el dirigente sindical que más apoyó a De Narváez en la provincia de Buenos Aires, convoca públicamente a Luis Barrionuevo para que retornando a la CGT, exija la renuncia de Moyano a la secretaría general de ella por la derrota del kirchnerismo, con el cual se alineó en los comicios.
El clima en el PJ. Al mismo tiempo, Néstor Kirchner renuncia a la presidencia del peronismo. Lo hace horas antes de que los gobernadores justicialistas ganadores se la empiecen a reclamar, poniendo en evidencia que ya no es reconocido como jefe del partido.
Paralelamente, cuatro diputados justicialistas abandonan el actual bloque de diputados nacionales oficialista, anunciando que se integran al bloque Federal de Carlos Reutemann, y cuatro senadores nacionales peronistas electos horas antes anticipan que no se integrarán al bloque kirchnerista en la Cámara Alta.
En lo económico, autoservicios y cadenas de supermercados chicos, aumentan 20% los precios de las segundas marcas y tienen lugar remarcaciones en varios sectores. Es que el método del Secretario de Comercio Interior, sustentado en la coerción, la amenaza y la presión, ya ha dejado de ser eficaz por los efectos de la derrota electoral.
En la bolsa, las acciones del grupo Clarín suben 30%,- el miércoles sumaron 15% más,- y las de Siderar,- empresa del grupo Techint,- 15%. El mensaje es claro, quienes toman decisiones económicas piensan que Kirchner ya no tiene poder para doblegarlos.
No han pasado veinticuatro horas de la elección, cuando en NuevaYork, una empresa muy próxima al kirchnerismo como es Repsol-YPF, se presenta ante la SEC en Wall Street, denunciando que las malas políticas del gobierno argentino han arruinado sus utilidades en el último ejercicio.
En la Justicia, ese mismo lunes también hay efectos políticos de la derrota. Se decide que Felisa Miceli vaya a juicio público y oral por la causa de la bolsa con dinero encontrada en su baño del Ministerio de Economía, y otro juez dispone que el Indec haga pública la metodología con la cual elabora sus índices.
El mismo día, este organismo, anuncia que elimina una medición más: la expectativa de los empresarios de lo que sucederá con el empleo.
Todo esto ocurre el día lunes 29. La derrota genera un efecto inmediato que se efectiviza sin pérdida de tiempo en lo político, parlamentario, sindical, económico y judicial, siendo difícil encontrar en la historia el efecto político tan instantáneo de un fracaso electoral. Al mismo tiempo, la decisión del matrimonio Kirchner es que no cambiarán.
Pero ya no tienen el poder, y para ejercerlo sólo les queda compartirlo.
La historia muestra que es mejor compartirlo que perderlo y en las horas siguientes esto se explicitó casi con brutalidad. Pero hasta ahora, quienes gobiernan insisten en no entenderlo, mientras que el peronismo con el pragmatismo y flexibilidad que lo caracteriza si lo ha entendido.
Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
Fuente: La Nación
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