BOGOTA.- Los colombianos le dieron ayer a Juan Manuel Santos un respaldo contundente para que continúe con las políticas del presidente Alvaro Uribe en materia de seguridad, que lograron reducir ostensiblemente en los últimos ocho años el flagelo de la narcoguerrilla en este país.
Pero también le exigirán que cumpla con sus ambiciosas promesas en materia de reformas económicas y política social. Santos ganó con la consigna "trabajo, trabajo y más trabajo" y con el lema de la "prosperidad democrática". Es decir, sumar a la seguridad democrática de Uribe un mayor énfasis en el crecimiento económico y en la generación de empleo. Especialmente si se tiene en cuenta que Santos prometió nada menos que, para 2014, generar 2,5 millones de puestos de trabajo y formalizar 500.000 empleos, en un país en el que el desempleo llega al 11,8% y es uno de los más altos de América latina.
Por lo tanto, se espera que el gobierno que lleve adelante el presidente electo, que asumirá el 7 de agosto, sea de continuidad, pero también de ruptura respecto del de Uribe, sobre todo en materia de política económica y política social, pese a que el crecimiento promedio en los ocho años de gestión de Uribe fue del 5%, según informó el diario El Tiempo . "La pregunta no es si se va a desmarcar de Uribe. Si no cuándo y sobre qué tema", dijo a LA NACION el analista político colombiano Francisco Miranda.
Claro que éste es un asunto espinoso. Uribe es el presidente más popular de los últimos años (su gestión tiene un respaldo del 70%). Pero, según dijo Miranda, Santos tiene una oportunidad de construir por sobre el legado de Uribe en materia de política social. "En las encuestas, el gobierno de Uribe ha obtenido resultados mediocres en lo que hace a costo de vida, inflación, generación de empleo y ayuda para los pobres. Estos resultados contrastaron con los grandes éxitos que logró en materia de seguridad".
Sin embargo, estas últimas semanas Uribe hizo uso de su poder y no dudó en cuestionar a un flamante apoyo del gobierno de unidad que propone Santos: el ex presidente liberal César Gaviria, del cual Santos fue ministro de Comercio Exterior. Gaviria había transmitido su apoyo en una carta pública en la que había manifestado su confianza en que Santos "rectifique" políticas del presidente actual, a las que culpó del clima de "todo vale" que, a su juicio, existe en el país. Esto irritó a Uribe, que calificó a Gaviria de "oportunista" y obligó a Santos a un incómodo equilibrio entre los dos. Tal situación puede ser una constante en el gobierno de Santos, durante el cual Uribe promete ser un ex presidente muy activo, y hacer valer la ascendencia que tiene con los legisladores conservadores y del Partido de la U.
Sin embargo, más allá de que el apoyo de Uribe ha sido crucial para el triunfo de Santos, también es cierto que el presidente electo logró reconstituir la coalición uribista e incorporar a su gestión al Partido Conservador y al Partido Cambio Radical, que habían llevado candidatos propios en la primera vuelta. No sólo eso. También se llevó el grueso del Partido Liberal. Por lo tanto, tendrá un respaldo del 80% del Parlamento, lo que constituye un poder enorme para realizar su ambiciosa agenda de reformas, que procura potenciar el crecimiento y el empleo mediante la puesta en marcha de ambiciosos planes de infraestructura, agricultura, vivienda, innovación y minería.
Además, la incorporación de los liberales a su alianza constituye la garantía de que podrá realizar una agenda propia, sin necesidad de descansar en el apoyo exclusivo de los sectores más alineados con Uribe. Otra diferencia entre ambos será el estilo: Uribe es carismático y tiene una relación privilegiada con los colombianos más pobres; Santos es menos confrontacional, menos afecto al contacto directo con las bases populares, y confía más en el diálogo y en los mecanismos del Estado para la gestión. Pero tampoco conviene sobreestimar las diferencias entre ambos. Por ejemplo, Santos tiene una posición afín a la de Uribe en lo que a relación con la justicia se refiere.
Ultimamente ha apoyado dos propuestas del presidente que han sido muy resistidas por la oposición verde: una reforma judicial de modo que el fiscal nacional no dependa del Poder Judicial, sino del Poder Ejecutivo, y también fortalecer el fuero militar para minimizar los juicios a los uniformados por parte de la justicia ordinaria. Por otra parte, ambos han mostrado un frente común para rechazar, por falta de fundamentos jurídicos, la causa que se le sigue a Santos en Ecuador por la ejecución en ese país del número dos de las FARC Raúl Reyes en 2008 cuando era ministro de Defensa de Uribe.
Fuente: La Nación
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