Comunicación Política. Campañas electorales. Comunicación Gubernamental. Escándalos. Polémicas. Comunicación de crisis.
viernes, 27 de junio de 2008
Obama y Clinton, juntos y en campaña
miércoles, 25 de junio de 2008
viernes, 20 de junio de 2008
"Las retenciones sirven para bancar la burocracia del Estado Nacional"
Para Kunkel, las malas encuestas están manejadas
Sigue cayendo la imagen presidencial
Está en 20 puntos, 36 menos que en enero; Néstor Kirchner bajó aún más
martes, 17 de junio de 2008
Cuando todo se mezcla, pero algo queda en claro
Acallados por ahora, los ruidos de las furiosas cacerolas, podemos identificar un fenómeno que se viene dando en la Argentina de los últimos días.
Además, este fenómeno se cristaliza inclusive en los medios de comunicación que a estas alturas ya no saben que poner de titular en sus placas.
Si el paro es de los ruralistas, o de los transportistas, o de ambos. Si los que cortan las rutas son los ruralistas o los transportistas o los pueblos. La primera verdad que podemos vislumbrar es que el panorama, vaya contradicción, es poco claro.
Sumado a esta falta de claridad sobre quién es quién, se suma la idea de quién pelea por qué cosa. Si los ruralistas pelan por las retenciones, por las economías regionales, por la leche, por la carne, ó por un país más federal con descentralización de la billetera y con mayor autonomía para los gobernadores e intendentes. Quizás por todo eso, o quizás para sumar argumentos con el objetivo de legitimar su reclamo sobre las retenciones. La verdad es que todo sigue siendo poco claro.
A todo esto, los transportistas están y no están con el campo. Están porque creen (sino todos, al menos, una buena parte) que el reclamo es legítimo y el gobierno se excedió en las retenciones. No están porque, por culpa de su paro, los transportistas alegan que no tienen trabajo y están sufriendo las consecuencias. A estas alturas se puede imaginar el serio problema en el que se encuentra el asistente de un noticioso que tienen que colocar el epígrafe a una nota.
Todo esto por el lado de los sectores que reclaman. Sin embargo, por el lado del Gobierno, los enchastres ideológicos y de percepciones sobre los sectores no hacen sino colaborar con la confusión general sobre el conflicto. Si De Angeli es un golpista, porque sale diciendo que quiere que Cristina finalice su mandato y pidiendo paz en las protestas. Porque si Aníbal y Alberto Fernández salen a manifestar que si la gendarmería debiese actuar, lo hará sin violencia, después las imágenes nos devuelven espaldas moradas de golpes de bastones. Porque si es una supuesta luchas de ricos contra pobres, hay gente humilde que pelea a favor del campo y gente de buen pasar económico apoyando al Gobierno. A pesar de ser repetitivo, afirmo que todo sigue siendo poco claro.
Ahora bien, en lo personal, creo que algo es claro. Argentina es un país joven que está empezando a crecer en lo que comúnmente se conoce como institucionalidad. Los cacerolazos, más allá de apoyar a uno u otro sector, pusieron en agenda una cuestión central en la definición de un país: La limitación en el uso del poder y la necesidad de resolver las diferencias en un marco de diálogo institucionalizado. El reclamo generalizado, más allá de ciertas particularidades, fue diferente al de 2001 en este sentido. La idea no era que Cristina se fuese o que todos se fuesen, sino el diálogo. El diálogo como constructor de futuro, el diálogo como posibilidad de consensuar disensos. El basta a una forma de ejercer el poder y de resolver conflictos.
Todos estos no son sino síntomas que nos hacen ver que hemos pasado de una etapa de niñez que, tal cual niño caprichoso, cambiábamos de gobierno durante todo el siglo 20, bien ahora entramos a la adolescencia, donde pedimos explicaciones por todo y el argumento debe ser racional y sin arbitrariedades. En palabras de una psicopedagoga, el adolescente no tolera las injusticias.
Esperemos que sigamos creciendo, sin violencia y entendiendo que el diálogo y sólo el diálogo es lo que permite crecer.
Daniel Roura
sábado, 7 de junio de 2008
El complejo mapa electoral de EE.UU.
Obama debió batallar duramente en las primarias para aventajar a Hillary Clinton y, cuando finalmente reunió los delegados necesarios, lo hizo con la ayuda de los llamados superdelegados, el grupo de 796 "brahmanes" del partido que pueden otorgar su voto a quien deseen.
De modo que bien vale la cuestión de si vista la dificultad que tuvo Obama por salir victorioso en las internas, podrá ahora, a cinco meses de las elecciones generales, derrotar al candidato republicano John McCain.
En los Estados Unidos, como se ha visto en comicios recientes, ganar o perder tiene más que ver con la geografía y las matemáticas que con el voto popular. La elección presidencial es indirecta, esto es, depende de los delegados asignados a cada uno de los estados, y es esta cuenta final y no el número de votos, la que envía a un candidato a la Casa Blanca.
El Colegio Electoral cuenta con 538 electores y se requieren 270 para consagrar a un presidente. Cada estado tiene asignado el número de electores que resulta de sumar sus senadores y representantes ante el Congreso. La capital, Washington, tiene el número de electores igual al menor de los estados (en este caso, 3). Los territorios no tienen representación en el Colegio Electoral.
De este sistema resulta que ocho estados (California, Florida, Illinois, Michigan, Nueva York, Ohio, Pensilvania y Texas) suman en conjunto 226 delegados -44 menos que la cifra mágica- y son, en consecuencia, los que deciden la elección. Generalmente, esta decisión termina recayendo sobre uno o dos estados, como sucedió en el 2000 y en el 2004, donde el escrutinio en Florida y Ohio respectivamente, determinó la suerte del sufragio.
Al presente, según el mapa electoral compuesto por la Radio Nacional Pública (NPR), sobre la base de las tendencias demostradas en las elecciones anteriores, 25 estados con un total de 227 electores se inclinan por McCain, 16 con un total de 200 electores, se vuelcan por Obama y 10 estados, con un total de 111 electores, se consideran indecisos.
En esta última categoría figuran Pensilvania (21 electores), Ohio (20), y Michigan (17). Como se advierte, cualquiera de ellos puede hacer inclinar la balanza en una u otra dirección.
En las elecciones del 2004, Pensilvania votó por Kerry (50.96%), Ohio por Bush (50.81%) y Michigan por Kerry (51.23%). Si esta tendencia se mantuviera, esto añadiría 38 electores a Obama y 20 a McCain.
Pero aquí es donde se hace preciso incorporar un factor imprevisible al cálculo de posibilidades: la psicología.
Irracionalidad
Tal vez más que ninguna de las anteriores, la elección presidencial del 2008 dependerá tanto de lo irracional como de lo racional. La presencia por primera vez en la historia de un candidato negro obliga a tomar en cuenta componentes atávicos, raciales y culturales al momento de especular sobre cuál puede ser el comportamiento de los votantes.
Los parámetros convencionales han dejado de ser válidos al punto de que, Obama, por ejemplo, cuyo partido tradicionalmente se asocia con los menos privilegiados, puede terminar atrayendo a votantes ricos, mientras McCain, cuyo partido suele representar al gran dinero, puede encontrar su base entre la clase trabajadora blanca.
Dos comunidades que habitualmente votan a los demócratas -los hispanos y los judíos- pueden encontrar sus lealtades en conflicto.
Los hispanos no suelen tener gran simpatía por los candidatos negros (en las primarias se inclinaron masivamente por Clinton), pero McCain tiene una dura posición frente a la inmigración ilegal y Obama, por otra parte, propone regularizar la situación legal de los indocumentados y éste puede ser el factor que determine la dirección del voto hispano.
Los judíos, por su parte, parecen estar divididos por líneas generacionales. Los jóvenes y los de edad mediana apoyan a Obama, mientras que los más viejos, que dudan de la lealtad de Obama hacia Israel, van a votar por McCain.
Pero tal vez la verdadera evaluación de las posibilidades de Obama no se encuentre en el sesudo mundo del análisis político sino en el más arriesgado de las apuestas. En Intrade.com, el sitio líder de apuestas online con sede en Dublín, Irlanda, las posturas favorecían a Obama al momento de escribir esta columna, por 60,5 contra 35,5%.
Mario Diament (La Nacion)