Néstor Kirchner cambió sustancialmente el tono de sus discursos. Nadie sabe exactamente si por recomendación o no de sus asesores de imagen pero lo cierto es que el ex presidente ya no utiliza un mensaje encendido, evita los gritos y habla pausado, casi en voz baja cuando sale de recorrida electoral. Así se lo vio en el acto de Cañuelas donde cuestionó con dureza al campo por las agresiones que hicieron a diferentes dirigentes del kirchnerismo. Utilizó un tono apto para un sermón religioso pero las frases que pronunció no ayudarán a pacificar los ánimos: "Algunos cambiaron tanques por tractores", dijo.
Luego, con el mismo tono pausado y monocorde vinculó al titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, con "el discurso" de la última dictadura" y añadió que "cuesta creer que tres o cuatro inadaptados lo agredan a Daniel Scioli; con todo lo que se ha hecho".
A estas alturas ya nadie duda, y así lo han hecho público opositores y ruralistas, que las agresiones que recibieron tanto el gobernador Scioli como el diputado santafecino Agustín Rossi, o cualquier otro escrache que exista resulta repudiable. Cualquier tipo de agresión física o verbal es inaceptable y opera en contra de la vida democrática de un país. La misma regla le cabe a los escarches que grupos piqueteros o de izquierda alineados al Gobierno hicieron en otros tiempos contra militares o productores agropecuarios de soja en virtud de defender el modelo oficial.
Pero lejos de apaciguar los caldeados ánimos de los ruralistas las palabras de Kirchner enardecieron a los hombres del agro. Comparar los tanques con los tractores excede toda lógica y contexto histórico. El tono calmo y pacífico con que se pronunciaron estas palabras aparentó mostrar desde el atril proselitista a un Kirchner diferente: más reflexivo y pausado. Pero la vehemencia de las palabras no coincide en nada con las formas. Ya no hay actos multitudinarios con Kirchner arremetiendo duro y a los gritos o levantando el puño. Ahora hay charlas cerradas, con pocos bombos de militantes y un tono pausado. Aunque las palabras son las de siempre: aquellas que encierran la provocación permanente.
Según aseguran los allegados a Scioli, el gobernador bonaerense se sorprendió con las palabras de Kirchner cuando compartían el acto de Cañuelas. Scioli está dispuesto a regresar a Lobería este miércoles, al mismo lugar donde recibió agresiones de un grupo de ruralistas hace una semana. Tiene pensado ir sin custodia policial e incluso con la idea de dialogar con los hombres de campo. Pero Kirchner no parece haberle ayudado demasiado si tenía prevista esta estrategia pacificadora.
Por más tono pausado, casi sobreactuado, que impone Kirchner, si las expresiones no van acompañadas de gestos de tranquilidad y distensión el enfrentamiento campo-Gobierno irá creciendo. El mismo Rossi comentó hace unos días que los ánimos de ambos lados están muy exaltados y que se deberían poner paños frios para evitar un choque de fuerzas.
La Mesa de Enlace se reunirá en las próximas horas para definir si emite o no un comunicado oficial de repudio a las agresiones de ruralistas como pide Kirchner. Hasta antes de que hablara el ex presidente, había cierto consenso en que se emita un gesto de distensión para evitar que los hombres de campo sigan con las agresiones. Aunque había también coincidencias en requerir una respuesta del Gobierno ante los reclamos del campo. Pero el mensaje del ex presidente fue como nafta al fuego y nadie sabe ahora si habrá un comunicado oficial de las cuatro entidades para repudiar los escraches.
El tono de Kirchner no cambio el fondo. Los silencios y pausas del discurso del ex presidente seguirán siendo pura teatralización si no hay palabras que transmitan serenidad y vocación real por desterrar una antinomia social que cada vez se hace más profunda.
Martín Dinatale
Fuente: La Nación
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