En un país como Chile, bien coherente, con un modelo económico exitoso y un rumbo firme, no es extraño que su Presidente,Michelle Bachelet, goce de un alto nivel de aceptación popular. Su gestión, que está camino a culminar, merece la aprobación del 77,5% de los chilenos.
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Este posible "cambio de guardia" (no cambio de "rumbo") en Chile podría, de pronto, estar acompañado en la región de otros de signo político parecido, en Argentina (cuyo electorado acaba de infringir al populismo desbordado de los Kirchner una estrepitosa derrota);Uruguay, donde el Partido Nacional, esto es los "blancos", de pronto pueden recuperar el poder; y en el mismo Brasil, cuando se acerca raudamente el fin de la "era" del Presidente "Lula", que carece visiblemente de "delfines" de su notable estatura política. Esto ha provocado ya señales de preocupación en personajes como Evo Morales, de perfiles totalitarios, para los que nada que no sea la izquierda es confiable.
Según la encuesta PISOS, Sebastián Piñera, el presidenciable de la Coalición por el Cambio, tiene hoy un sólido 35,6% de respaldo. Guarismo que posee, por otra parte, desde hace rato ya.
Del otro lado de la vereda, el oficialismo -o sea la "Conc
ertación"(que está estructurada fundamentalmente sobre la Democracia Cristiana y el Socialismo)- muestra un flaco 22,9% de intención de voto. La popularidad del aburrido Eduardo Frei pareciera estar en una suerte de "caída libre".
Ocurre que, en paralelo, un candidato nuevo e "independiente",Marco Enríquez Ominami -socialista en temas sociales y más bien de corte capitalista a la hora de los planteos económicos- muestra un 20,6% de apoyo. Esto es todo un terremoto político. Un joven carismático, con antecedentes familiares políticos de distintos colores, con un discurso político "moderno", amenaza con hundir las posibilidades de que la Coalición pueda mantenerse en el timón de Chile.Las sorpresas no terminan en esto. Si fuera necesaria una "segunda vuelta", prevista para el 17 de enero próximo, hoy Sebastián Piñera derrotaría tanto a Frei, como aEnríquez Ominami. A los dos, entonces. Fácilmente aEduardo Frei, por un 45,5% contra un 38,1%. A Enríquez Ominami, en cambio, por un margen bastante más estrecho; esto es por un 43,6% contra un 40,3%.
Piñera promete hacer crecer a Chile al 6% anual; crear un millón de nuevos empleos; incentivar la inversión; promover la tecnología de punta y hacerla accesible a todos los chilenos, de manera queChile se acerque a los líderes en la sociedad del conocimiento; simplificar la burocracia; mejorar la calidad de la educación; y fortalecer a la familia. Además, erradicar la indigencia para el 2014 y construir un país con una mayor seguridad personal.
Frei propone adoptar un nuevo Código de Trabajo; repensar la alternativa de la energía nuclear; buscar más exportaciones, especialmente en el capítulo de los servicios; cuidar mejor el medio ambiente; promover un acento más fuerte en la educación estatal; y mantener el rumbo económico social que es y ha sido común.
Enríquez Ominami, por su parte, propone dar más poder a las regiones; una reforma política integral, con poder para los pueblos originarios; revisar el Estatuto del Docente, calificando a los educadores; simplificar y federalizar la estructura tributaria deChile, con un impuesto a la renta más reducido, bajando el "techo" máximo de la tributación a la renta para las personas al 30% y los demás tramos al 25%, así como la tributación a la renta de las sociedades comerciales al 30%; aumentar el seguro contra el desempleo; e incentivar la mejora en las oportunidades de capacitación laboral, para todos.
Chile -líder claro en el desarrollo regional y único país latinoamericano que hoy reduce la pobreza sistemática y genuinamente- se apresta ahora a dar un paso enorme. El que supone apostar ahora -en orden y sin alterar fundamentalmente un "modelo" común- a la alternancia política, haciendo así suyo un ideal democrático central que, no obstante, para otros (particularmente para los llamados "bolivarianos") es tan sólo una barrera a derribar en su inagotable deseo autoritario, que los lleva a pretender eternizarse en el poder, como surge evidente de cada una de sus experiencias.
La situación apuntada presenta para Michelle Bachelet un desafío. Si aspira a regresar alguna vez al poder no puede apoyar demasiado intensamente a quien está a punto de salir tercero. Para ella hacerlo puede significar una hipoteca política a futuro.
Fuente: El diario exterior.com
Emilio Cárdenas, Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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