SANTIAGO, Chile.- Convertida en el conglomerado político más exitoso en la historia de Chile después de 20 años de gobierno, en el oficialismo chileno la consigna es clara: pase lo que pase la noche del 13 de diciembre, la Concertación debe ser refundada.
La apuesta sería con Michelle Bachelet a la cabeza, para así capitalizar su histórica popularidad cercana al 80%, la misma que el candidato presidencial oficialista Eduardo Frei no ha sabido aprovechar.
Junto con ello, se pretende volver a conquistar a los disidentes, los partidarios de Marco Enríquez-Ominami, los renegados democristianos integrantes del Partido Regionalista Independiente (PRI), y los adherentes del izquierdista Jorge Arrate. El tercer paso es el postergado recambio generacional, tras el cual nuevos nombres deberían tomar la batuta, de la mano de un acuerdo programático.
Ahora bien, ¿por qué ocurre todo esto? ¿Qué ha pasado? "La Concertación acumuló fracasos en el escenario más importante, el campo de la política, empobreciendo los partidos y mostrando una incapacidad manifiesta para hacer el recambio generacional", expresó a LA NACION el analista político y ex jefe de gabinete de Frei, Genaro Arriagada.
"En ese escenario, el fenómeno de Ominami es una propuesta light . No hay «voto bronca», sino «voto castigo»: un voto de cansancio", sostuvo.
"Marco mandó a jubilar a un conjunto de personas que pasaron de primera división a viejos cracks. Es un mensaje tremendo a las dirigencias políticas que son las responsables de esa candidatura", declaró el ex presidente Ricardo Lagos.
En su opinión, si a Enríquez-Ominami le hubiesen permitido participar en las primarias de la Concertación, no habría un candidato compitiendo por fuera del oficialismo por un electorado afín.
"La dirección política de la Concertación está fallando. No es razonable el nivel de aprobación política de la presidenta y su gobierno, y que el candidato que va a continuar con esas políticas aparezca mal evaluado", completó el ex mandatario.
Pero la realidad es incontrastable. La evolución de las encuestas tiene hoy al candidato oficialista en una cerrada disputa con el diputado independiente, visiblemente lejos del empresario y abanderado opositor, Sebastián Piñera.
El punto más preocupante para el oficialismo, sin embargo, son los números que arrojan ambos candidatos en un eventual ballottage ante Piñera. Según los últimos sondeos Enríquez-Ominami sería el mejor perfilado para hacer frente al candidato de la Coalición por el Cambio en la segunda vuelta del 10 de enero.
Ayer una encuesta de Giro País volvió a posicionar a Piñera en el primer lugar, con un 36,4% de las preferencias, seguido de Frei (25,8%) y Enríquez-Ominami (17,9%).
Para el ballottage, según el mismo sondeo, el diputado de extracción socialista volvió a conseguir mejores números que el senador democratacristiano: mientras Piñera se impone por un estrecho margen a Frei (42,2-42%), Enríquez-Ominami conseguiría derrotar al empresario (41,1-40,2%). La estrategia del comando oficialista busca hoy privilegiar los grupos de votantes homogéneos que pudieran marcar la diferencia: para ello se reunió ayer con los evangélicos en el Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes (son cerca de 1,5 millones de fieles en todo Chile) y visitará hoy Mendoza en busca del sufragio de los chilenos residentes en la Argentina.
Errores de campaña"Tanto si tenemos éxito en primera vuelta como si perdemos, será imprescindible construir una nueva mayoría para ganar en enero. Ambos escenarios obligan, porque, aunque pase Frei, vamos a ser minoría", apuntó Pepe Auth, el presidente del Partido por la Democracia, una de las fuerzas de la Concertación.
¿Cuáles fueron los errores de Frei? "Es el caso de la peor administración política de una campaña jamás hecha. Frei se aisló y sustituyó a los partidos por un grupo pequeño que no representa nada. De perder en primera vuelta, vendrá un ajuste de cuentas muy grande", explica a LA NACION un alto dirigente de la Concertación.
Los cargos relevantes en la campaña, entregados a dirigentes de los partidos, fueron meramente decorativos. El propio José Antonio Gómez, alto dirigente del oficialismo, golpeó la mesa en más de una ocasión sin respuesta alguna por parte del comando. Figuras señeras del conglomerado, como Belisario Velasco, hoy brillan por su ausencia.
La "refundación" proyectada deja también un sesgo preocupante: no "quemar" a posibles figuras capaces de rearticular el modelo de la Concertación lejos de la apuesta opositora a Pinochet de los años 80 y 90.
Entre éstas están el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, quien según fuentes de La Moneda se integraría al comando oficialista sí o sí para el ballottage, y la vocera de gobierno, Carolina Tohá.
Esta semana, Frei ya acusó el golpe y prometió que al menos la mitad de su gabinete estará integrado por políticos menores de 45 años. ¿Estará la Concertación dispuesta a arriesgar sus últimas naves por "salvar" su candidatura? La respuesta sólo se sabrá la noche del 13 de diciembre.
Fuente: La Nación
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