El miércoles 3, la jefa de Estado abrió en Misiones el ciclo lectivo. Inauguraría tres escuelas y un hospital en Posadas. La primera etapa se cumplió, la visita presidencial al hospital fue suspendida: a esas mismas horas, en el Senado, el oficialismo perdía todas las votaciones y, con ellas, la mayoría en las comisiones. La noticia, aunque previsible, hizo trizas la agenda. Cristina Fernández había acusado el impacto. Sentida, le confió al gobernador de Misiones, Maurice Closs: “Preparate para febrero o marzo porque a lo mejor anticipamos las elecciones”. Impulsada por la vida y las encuestas, la idea flota desde hace semanas en la atmósfera de Olivos. Un sondeo reciente de Management & Fit muestra que Néstor Kirchner goza de una imagen negativa del 57,2% y la positiva apenas llega al 22,4%; el 42,8% de los entrevistados cree que la oposición debe imponer su mayoría en la agenda, contra el 32,1% proclive a consensuar; el 54,4% supone que la oposición debe marcar límites, mientras que el 23,7% entiende que tiene que corresponsabilizarse de gobernar.
Pero la política, aunque se mida con encuestas, está hecha de acciones, omisiones y gestos. Un apesadumbrado aliado K dibujó sobre una servilleta el mapa del llamativo silencio mantenido por quienes deben tener algo qué decir: “Misiones, gobernador K, mudo / Formosa, gobernador K, mudo / Jujuy, gobernador K, mudo / Corrientes, gobernador medio K, mudo / Chaco, gobernador K, afónico / Salta, K, gobernador en retirada / Santa Fe, gobernador medio K, asfixiado / Córdoba, gobernador medio K, asfixiado / Mendoza, gobernador K , mudo / San Luis, gobernador anti-K / San Juan, gobernador K, mudo / Buenos Aires, K, gobernador resignado / Salta, gobernador K, mudo / Santa Cruz, gobernador ultra-K, mudo / Tierra del Fuego, gobernadora medio K, muda”.
Kirchner confía en que los actos del miércoles 10, en el Chaco, donde reasumirá la conducción formal del PJ, y del jueves 11 (aniversario del triunfo de Héctor J. Cámpora) dejarán en claro que aún se encuentra en estado de gracia. Sin embargo, los mitines y los estadios no son una muestra a escala de las tendencias de la sociedad y, enfrentado a enormes dificultades concretas, el oficialismo da la pelea con el único destacamento que lo sigue ciegamente: el triángulo piquetero D’Elía-Depetri-Pérsico, los camioneros de Hugo Moyano, La Cámpora, las Madres de Plaza de Mayo y un elenco estable de intelectuales, cuyas firmas asoman, con la monotonía de un cucú, al ritmo de las necesidades de los Kirchner.
Es, si se quiere, una soledad buscada. En lugar de enfriar el incendio, el jueves 4 la Presidenta echó gasolina a las llamas para vengar lo que había vivido como un agravio el miércoles 3. El presidente provisional del Senado, José Pampuro, planteó la imperiosa necesidad de negociar una salida a la crisis. La oposición subió a ese tren sin saber con exactitud cuál era la estación final; Pampuro sabía que ese vagón fantasma estaba cargado de disensos. La oposición, era casi seguro, no daría marcha atrás ni con los pliegos de Marcó del Pont ni con la modificación de la Ley del Cheque. Sólo en torno de la bicameral podía aparecer una fórmula de transacción: la integración a partes iguales (8 y 8), pero con la presidencia (cuyo voto es doble) para la oposición. Cobos arriesgó incluso la lejana posibilidad de mantener la presidencia en manos del oficialismo, siempre y cuando se trate de un nombre confiable. Es más sencillo hacer pasar un camello por el ojo de una aguja que darle luz verde a esa alternativa. Fue entonces, cuenta el entorno del vicepresidente, cuando llegó Florencio Randazzo con una nueva orden: el esfuerzo no estaba vetado, quien había sido vetado era el negociador. Pampuro debía abandonar la mesa y dejar su lugar a Miguel Pichetto, una figura que, en la emergencia, Olivos considera más disciplinada.
Aníbal F., las reservas y los hechos consumados
“Ya está”. Con esas dos palabras, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, reafirmó el planteo que hizo Cristina Kirchner la última semana: que el Gobierno tiene la decisión de pagar la deuda con los bonistas privados a través de los fondos que transfirió el Banco Central a una cuenta del Ministerio de Economía para conformar el denominado Fondo de Desendeudamiento. El decreto 298 de necesidad y urgencia será discutido esta semana en el Congreso y la oposición asegura que tiene número para rechazarlo. Sobre el DNU pesa, además, una medida cautelar que suspendió la transferencia de fondos, e inmovilizó la cuenta que maneja Economía.
Pero Aníbal Fernández subrayó que cualquier medida que se tome sobre el decreto habrá llegado tarde porque no hay posibilidad de revisar las decisiones ya tomadas. “Por más que el decreto sea rechazado, ya está”, sostuvo el funcionario. Fernández sentenció que, según la normativa, “los derechos adquiridos tendrán vigencia hasta su rechazo” por lo que “todo lo actuado hasta el momento tiene validez”.
También alentó las sospechas destituyentes que Cristina sembró: “En la cabecita de varios de los responsables de esta situación está la intención velada de tratar de remover a la Presidenta”, afirmó.
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