Ha llegado el otoño, pero los Kirchner parecen disfrutar de su propio veranito.
El buen tiempo kirchnerista reconoce algunos factores meteorológicos reales, como los nubarrones que amenazan a los dirigentes de la oposición y el clima optimista por el anunciado canje de la deuda, que condujo a una sensible baja del riesgo país en el último mes.
El Gobierno también intenta crear su propia realidad. El mejor ejemplo es la paradisíaca escenografía montada desde el Indec, el único organismo del país que señala que la pobreza en la Argentina disminuyó durante 2009. Es que si la inflación oficial no es la real, tampoco la canasta familiar es la verdadera ni el poder adquisitivo es el que dice el Gobierno.
Los recientes fracasos de la oposición en el Congreso comienzan a avalar la estrategia del oficialismo, consistente en demostrar que la supuesta mayoría opositora es muy heterogénea, casi un "rejunte", sin un proyecto alternativo.
En consecuencia -señalan desde el kirchnerismo- "no hay una nueva mayoría ni tampoco una nueva primera minoría". Hasta que se demuestre lo contrario, la primera minoría seguirá siendo el kirchnerismo, razonan.
La posibilidad de un default de la oposición envalentona a los Kirchner. Sus operadores sueñan con un 2011 donde Néstor Kirchner alcance el 40 por ciento de los votos y supere por más de diez puntos a su más inmediato perseguidor, en virtud de la fragmentación del arco opositor.
Falta mucho tiempo, demasiado, para el momento en que los argentinos deban elegir al sucesor de Cristina Fernández de Kirchner. Pese a eso, los portavoces de Olivos empiezan a instalar aquella hipótesis electoral.
Casi nada, sin embargo, permite proyectar un escenario como el que sueñan en el oficialismo. La imagen positiva de los Kirchner está desde el conflicto con el campo estancada entre el 20 y el 30 por ciento. Si bien hoy puede estar algo más cerca del 30 que del 20, no hay una tendencia que permita pronosticar un quiebre del umbral superior ni mucho menos una recuperación hasta los guarismos del 70 por ciento que supieron exhibir. El piso del 20 es bastante sólido, pero la resistencia en los 30 puntos también es muy fuerte, según los análisis técnicos de las encuestas.
Es probable, en estas circunstancias, que la situación electoral de los Kirchner se asemeje a la de Carlos Menem en 2003. Podrían llegar a un ballottage, pero muy difícilmente ganarlo.
Este hecho, a su vez, fragmenta a la oposición, porque son muchos los que se sienten en condiciones de derrotar al kirchnerismo en la contienda electoral por la presidencia de la Nación. Dentro de esos muchos, no parece estar, al menos por ahora, quien, paradójicamente, unificaría a todo el peronismo no kirchnerista detrás de su candidatura presidencial: Carlos Reutemann.
Entre las dudas de éste y las apetencias de sus otros potenciales postulantes presidenciales, la oposición exhibe personalidades políticas tan variadas como sus orígenes. Apenas la une el afán de ponerles límites a ciertas prácticas autoritarias del Gobierno, pero este objetivo parece subordinado a veces a las ambiciones personales de sus líderes. El desafío de construir el futuro les ha llegado y está plagado de obstáculos.
Fuente: La Nación
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