lunes, 1 de julio de 1996

De la Rúa en toda la Capital

El radicalismo consiguió la Intendencia al imponerse en las 28 circunscripciones; aventajó por más de 13 puntos a Norberto La Porta. El peronismo realizó su peor elección en la Capital Federal desde el regreso de la democracia.
El senador radical Fernando de la Rúa se convirtió ayer en el primer jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires autónoma al obtener según datos provisionales el 39 80 por ciento de los votos contra el 26 50 logrado por el Frepaso que postuló a Norberto La Porta; el 18 71% del justicialista y actual intendente Jorge Domínguez y el 13 12% de Gustavo Beliz (Nueva Dirigencia).
Por su parte Graciela Fernández Meijide (Frepaso) se imponía en el rubro estatuyentes con el 34 67%; Miguel Angel Inchausti (UCR) trepaba al 27 24%; Carlos Ruckauf (PJ) 15 12% y Patricia Bullrich (Nueva Dirigencia) obtenía un 8 18%.
Una primera lectura sobre estos comicios indica lo siguiente:
La UCR vuelve a ganar en el distrito que había resignado a manos del PJ con Erman González en 1993 y del Frepaso en tres ocasiones en las que se fue consolidando como nueva figura de la Capital la actual senadora Graciela Fernández Meijide.
Inchausti jugó un papel mejor del esperado por los propios radicales al quedar a menos puntos de de la Rúa respecto de lo que vaticinaban las encuestas que indicaban un corte de boleta mayor en favor de la candidata a estatuyente frepasista.
Fernández Meijide en tanto no pudo consolidar su importante triunfo del año último cuando llegó a la senaduría con el 46 por ciento de los votos.
El PJ hizo su peor elección desde 1983 en el distrito mientras que el peronista disidente Beliz superó las expectativas recogidas por los sondeos.
Con la mirada puesta en 1999
Aunque sus correligionarios prefieren pensar en los comicios para diputados nacionales de 1997 no caben dudas de que estas elecciones ubicaron a De la Rúa en una muy buena posición en la grilla de presidenciables radicales para 1999.
El principal interesado en tanto se negó a hacer comentarios sobre esa posibilidad y prometió "ser implacable con la corrupción" en la ciudad. "Aquí ya no hay decretos de intervención del Presidente ya no es el jefe de la ciudad el jefe de la ciudad es el pueblo que hoy salió a la calle" expresó De la Rúa en los festejos del radicalismo efectuados en el Obelisco.
Sin embargo el jefe de gobierno electo no sabe aún cuándo asumirá ni cuándo terminará su mandato pues eso corresponde decidirlo a la Asamblea Estatuyente la que conforme los datos provisionales quedaría conformada por 25 frepasistas 19 radicales 11 justicialistas y cinco miembros de Nueva Dirigencia.
El análisis de la noticia: un resultado que reclama ética y más transparencia
La nacionalización de la campaña y los conceptos de ética honestidad y transparencia fueron decisivos para el voto de los habitantes de la Capital Federal que le dieron en forma repartida su respaldo a la oposición.
Inclusive un desprendimiento del oficialismo encarnado por Gustavo Beliz y Patricia Bullrich en Nueva Dirigencia apareció como otro sector opositor al Gobierno y alcanzó un respaldo que sólo estaba en los cálculos de algunos pocos.
De esto se desprende claramente que el oficialismo -a pesar del apoyo del presidente Menem quien se involucró claramente en la campaña de Jorge Domínguez- sufrió una clara derrota.
Domínguez quedó envuelto en los desaguisados del Gobierno tanto como en sus propios errores comopor ejemplo la negativa a presentar su declaración jurada patrimonial o la verborragia presidencial al caracterizar al gobierno de Illia como "honesto pero ineficiente". Valor necesario
La interpretación de la ciudadanía parece haber sido que la honestidad es un valor apreciable y necesario para aspirar a ocupar cargos en la función pública y contrariamente a lo que suponen en el ofcialismo lo que no alcanza es la eficiencia a cualquier precio.
Y en términos de precios políticos difícilmente haya uno más alto que el que deberá pagar Carlos Ruckauf vicepresidente de la Nación y primer estatuyente del PJ.
Para Ruckauf rozar apenas el 15 por ciento de los votos en su distrito representa un trago demasiado amargo. Ya desde anoche hubo sectores del oficialismo que lo convertían en uno de los principales responsables por no haber aceptado abandonar la vicepresidencia para ser candidato a intendente.
Los resultados electorales pueden convertir a Ruckauf en "el pato de la boda" por haber sido fiel a su convicción de que él había sido votado para vicepresidente.
El error de Ruckauf estuvo en aceptar su postulación como integrante en la lista de estatuyentes.
Según el oficialismo el resultado electoral de ayer no es trasladable a una proyección nacional por tratarse de un distrito muy particular en el que habitualmente el justicialismo no obtuvo buenos resultados.
La historia electoral de la Capital es normalmente opositora al oficialismo.
Pero el dato significativo es que en este caso cuando por primera vez se votó por intendente y por los estatuyentes que serán los encargados de definir el régimen de Gobierno de la Capital el justicialismo estuvo lejos -demasiado lejos- de su promedio habitual del 25 por ciento.
Y aún cuando se acepte que el voto del distrito porteño no es asimilable al voto nacional la revalidación de Fernando de la Rúa la confirmación de Graciela Fernández Meijide como una de las figuras que más rápidamente creció en el distrito y la inesperada -por exceder los pronósticos más optimistas- elección de la Nueva Dirigencia de Gustavo Beliz y Patricia Bullrich están indicando que el voto opositor canalizó el descontento de los porteños.
Atilio Cadorín (La Naciçon)

La UCR ya empezó otra campaña
Los bonaerenses quieren extender el triunfo de De la Rúa a los comicios del año próximo en ese distrito y partir confiados hacia 1999.
Fernando de la Rúa ganó los comicios de jefe de gobierno en una suerte de movimiento de pinzas político pues su triunfo fue para afuera y para adentro. Afuera para los electores de la ciudad el Frepaso y el gobierno nacional. Adentro para la propia UCR que vuelve a cantar victoria sólo después de cuatro años en el distrito cuando un De la Rúa cuatro años más joven obtuvo la banca de senador que ocupa actualmente.
Desde entonces el centenario partido de Alem sufrió un progresivo relegamiento a manos del PJ en el 93 y fundamentalmente del Frepaso coalición que ayer a pesar de las encuestas no pudo poner a su favorita primera candidata a estatuyente favorablemente lejos de los guarismos de De la Rúa. Y los radicales tomaron debida nota de este asunto.
"Nota" no representa lo mismo que desenfreno para los dirigentes de finales de los 90 a pesar de que no puedan reprimir la satisfacción que les produjo ver el llamativo crecimiento de Miguel Angel Inchausti que se ubicó a muchos menos puntos de De la Rúa de lo que vaticinaban los sondeos.
"Fue un voto para la UCR" sentenciaba anoche con el pulgar en alto a modo de advertencia y en medio de la batahola periodística reinante en el comité capital de esa fuerza el diputado nacional porteño Jesús Rodríguez.
Leopoldo Moreau otra cara conocida del Congreso pero del lado del Senado sumaba con Rodríguez no ya los votos sino los seis distritos que pasa ahora a manejar la UCR (Chaco Río Negro Córdoba Chubut Catamarca y Capital) "cuando en septiembre de 1987 -Alfonsín era presidente- sólo contabilizaba dos" (Córdoba y Río Negro) apuntaron.
Juan Manuel Casella bonaerense como Moreau y el gran derrotado por el PJ precisamente en los comicios de ese año respiraba ayer una aire de medida revancha. "Este es un golpe duro para el Gobierno que nacionalizó la campaña creyendo que Menem prestigiaba con su aval al candidato partidario. La Capital ya le dijo cuál es su grado de prestigio" opinó.
Es cierto que el Gobierno no podrá desconocer que sumados los opositores son abrumadora mayoría en el distrito. Ese es según Melchor Posse vicepresdiente del comité nacional el primer mensaje del electorado. El segundo es para De la Rúa: "Lo votaron por honesto y buen legislador ahora esperan eficiencia de gobierno" ¿El tercero? "Para la UCR para que rompa su sectarismo comiteril y haga una gran alianza" espetó más cerca de la autocrítica que del elogio.
Es que ayer los radicales parecían dispuestos a aprender una lección la de ir despacio de fortalecer la unidad partidaria por encima de los personalismos porque pronto vienen las elecciones para diputado nacional del año próximo y la mira está puesta en Buenos Aires. "No hay presidente radical en el 99 si en el 97 en Buenos Aires no sacamos por lo menos el 30 por ciento de los votos" sentenció un dirigente que aspira a sacudir la alfombra donde hoy se apoya el bastión duhaldista. Apoyos Menem y 1999
Así como los radicales son crueles en la derrota (nadie pisa el comité cuando el candidato pierde) son discretamente solidarios cuando la victoria asoma. Quizá por la misma sensación de no agrandar las cosas es que ayer se vio con De la Rúa a un ramillete de dirigentes multisectoriales más caracterizados por su importancia individual que por su número:Rodolfo Terragno (presidente del partido) Raúl Galván (La Rioja) Noel Breard (Corrientes) y Marcelo Stubrin (Capital) más la adhesión telefónica de Alfredo Orgaz (Córdoba) entre otras.
"Hay que tomar el triunfo sin triunfalismos" decía Galván en medio de las dos conferencias que ofreció De la Rúa antes de salir al balcón y de anunciar que el acto seguiría en el Obelisco el principal símbolo porteño elegido por el primer jefe de gobierno de la Buenos Aires autónoma. La marcha radical las dos banderas argentinas por un peso el inefable puntero al que alguien bautizó como "Silvito" por su inmenso parecido con el locutor Silvio Soldán la contratación de un servicio de seguridad privada para ordenar lo "inordenable" y el ulular de las sirenas de las unidades sanitarias móviles con que De la Rúa basó buena parte de su campaña conformaron el principal cotillón electoral de la UCR.
"Ganó la gente" dijo De la Rúa al poner en tiempo presente su mensaje preelectoral. "Me llamó el Presidente" acotó. Una versión indicaba que anoche mismo aparecerían en la ciudad afiches con la leyenda "De la Rúa 99". Y nadie la desmintió.
Graciela Guadalupe (La nación)