miércoles, 22 de julio de 2009

En qué aulas se formaron los políticos


Silvina Premat
Muchos de los dirigentes políticos que conducen el país son profesionales universitarios. Algunos, incluso, graduados con honores y medallas de oro. Pero los responsables de las aulas en las que se formaron no se hacen cargo de sus gestiones.
La responsabilidad de las universidades, dicen las propias instituciones, llega hasta el momento de la entrega del título. "Los dirigentes argentinos no fracasan por lo que aprendieron en la universidad, sino por lo que no aprendieron en el jardín de infantes, porque juegan y no levantan la mugre", expresó Ernesto Gore, director del Centro de Educación Empresaria de la Universidad de San Andrés.

De la carrera de Economía de esa universidad egresó Martín Lousteau, el ex ministro de Economía que firmó la controvertida resolución 125 de retenciones móviles, que derivó en un conflicto con el campo que hoy perdura.

Varios miembros del Gobierno y de la oposición ostentan títulos de grado y de posgrado. El flamante ministro de Economía, Amado Boudou, tiene un doctorado en el Centro de Estudios Macroeconómicos Argentinos (CEMA); el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, es contador público por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y abogado por la de Lomas de Zamora; el titular de Interior, Florencio Randazzo, es contador público de la UBA y tiene posgrados en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Incluso, el polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, estudió Economía en las aulas de la UADE.

De la Universidad Católica Argentina (UCA) egresó con medalla de oro la actual presidenta del Instituto Nacional contra la Discriminación la Xenofobia y el Racismo (Inadi), María José Lubertino, cuyo explícito apoyo a las uniones entre personas del mismo sexo, por caso, no es bien recibido por la Iglesia de la que depende esa casa de estudios.

Nombres y valores

"No sólo hay que mirar la excelencia académica, sino los valores que rigen una conducta y de dónde surgen", dijo Roberto Aras, responsable del Departamento de Graduados de la UCA.

De esa universidad egresaron también el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri; la ministra de la Producción, Débora Giorgi; el flamante diputado nacional y ex director del Banco Central Alfonso Prat-Gay; el ex ministro de Economía José Luis Machinea, entre otros graduados conocidos.

La diputada electa Gabriela Michetti es licenciada en Relaciones Institucionales por la Universidad del Salvador y tiene un posgrado en Gestión de negocios en la UCES.

"Nos dicen que somos una fábrica de emprendedores porque muchos egresados hacen muy buenos negocios; también dicen que formamos académicos porque otros entran por un tubo en las primeras universidades de los Estados Unidos. La verdad es que intentamos formar personas que cuando salen hacen diferentes cosas", dijo Gore.

Lógicas que imperan

"En el Estado imperan lógicas que deterioran a los expertos", dijo a LA NACION Guillermina Tiramonti, ex directora y actual investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), por donde pasaron, como directores, investigadores o alumnos, muchos de los que decidieron las políticas educativas desde los años 90.

Para Tiramonti, la responsabilidad de una universidad "muere" en la formación profesional de sus alumnos y en la provisión de instrumentos que les permitan poder llevar adelante algún tipo de gestión, "porque esos individuos se inscriben en partidos o grupos políticos que definen sus posibilidades de actuar en la función publica".

Los nombres del canciller Jorge Taiana; el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, y su antecesor, Daniel Filmus, se vinculan con Flacso. También el ministro de Educación porteño, Mariano Narodowski, y muchos técnicos de esa área en las provincias. Esto sucedió, sobre todo en la educación, según explicó Tiramonti, porque en los 90 se convocó a la función pública a los que sabían del tema.

Casi veinte años después, "no me parece que estemos mejor", dijo la experta, y afirmó: "Frente a esto se puede acusar a los profesionales de no saber nada o plantear que en el Estado imperan lógicas con las que no cuaja el saber que se trae del ámbito académico".

Sostuvo, además, que la Argentina "no tiene un aparato del Estado capaz de sostener a los expertos y, por eso, hay individuos aún con formación que están luchando en muchas ocasiones solos contra lógicas partidarias e intestinas".

Según el decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Jorge Aliaga, la falta de herramientas de gestión es más evidente en los funcionarios que durante su formación profesional no participaron de órganos de gobierno de la universidad. Aliaga considera que el caso del ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, es diferente porque fue consejero directivo y secretario del Departamento de Investigación de la facultad. "Tiene experiencia en gestión", dijo Aliaga.

Fuente: La Nación

martes, 21 de julio de 2009

El presidencialismo, un verdadero cancer

Mario Bunge

Es sabido que hay dos regímenes de gobierno democrático: el parlamentario, de origen británico, y el presidencial, de estilo norteamericano. También es sabido que casi todas las repúblicas del Tercer Mundo son presidencialistas.

En el régimen parlamentario, el primer ministro y sus colegas del gabinete son diputados elegidos por la ciudadanía. Sus poderes están estrictamente limitados y sus actos son juzgados constantemente, ya que sus opositores les exigen cuentas y los interpelan todas las semanas en el recinto parlamentario, en sesiones televisadas.

Los gobiernos parlamentarios tienen la gran virtud de ser vulnerables, por lo cual deben andarse con cuidado: pueden caer de la noche a la mañana por haber perdido un voto de confianza.

Este peligro o, mejor dicho, esta oportunidad, se da cada vez que el gobierno se vuelve minoritario. Esto ocurre cuando ha subido en virtud de una alianza de partidos y luego perdió el respaldo de las agrupaciones que lo han ayudado a llegar al poder.

En este caso, el primer ministro puede cambiar de ocupación, pero conservará su banca hasta las siguientes elecciones.

Semejante cambio transcurre sin que se dispare un solo tiro, sin que se mande a nadie al destierro y sin que ni siquiera se gaste dinero en una campaña electoral. La única erogación que ocasiona la operación de cambio de gobierno puede ser la redecoración de la residencia del primer ministro.

(Esto ocurrió en Canadá dos veces en el curso de ocho meses: cuando Pierre Elliott Trudeau, liberal y hombre de mundo, fue derrotado en el Parlamento por Joe Clark, conservador y provincial, quien a su vez fue sucedido por su predecesor. Al volver, Trudeau se sintió asqueado por el mal gusto de su rival. Repintar una residencia oficial cuesta mucho menos que derribar o enjuiciar a un presidente.)

En el régimen presidencial, el primer mandatario nombra los ministros que se le antoja, y ellos obran to his pleasure , a su gusto, a espaldas de la opinión pública y sin inquietarse por su futuro político. El presidente puede vetar cualquier proyecto de ley, y el parlamento no puede exigirles a él ni a sus ministros que comparezcan en cualquier momento ante los representantes del pueblo para dar cuenta de sus actos. Y si se lo permite un parlamento amigo o cobarde, el mandalluvias puede gobernar por decreto. Incluso puede derogar centenares de leyes, como lo hizo en un solo día el anterior presidente norteamericano.

Si comparece y queda en evidencia, al ministro-lacayo nada le pasa. Podrá ser acusado de crímenes de guerra, como ocurrió con John McNamara, Henry Kissinger y Donald Rumsfeld. Pero gozará de la impunidad que le confiere la complicidad con un mandatario casi todopoderoso.

En resumen, el régimen presidencial es lo más parecido a una autocracia que puede darse en una democracia política. No debiera de extrañar, entonces, que la mayoría de los gobiernos presidencialistas sean dictaduras o, por lo menos, dictablandas.

Tampoco debería extrañar que tantos de esos presidentes y sus ministros saqueen impunemente el tesoro público, incluso en naciones pobrísimas. Este saqueo no siempre implica meter la mano en la caja fuerte. Puede consistir en asignar inmensos trabajos a empresas amigas, a costos fabulosos y sin licitación pública. (Recuérdese los casos de las legendarias empresas Halliburton, Bechtel y Kroll, amigas de George W. Bush y de su vice, Dick Cheney.)

Si el presidente cuasiomnipotente es carismático, o si dispone de una buena agencia de imagen pública o de una eficiente maquinaria de movilización popular, puede generar el personalismo. Este, a su vez, le permite abusar del poder, como pasó con tantos personajes sin más visión ni competencia que la necesaria para seguir aferrados al poder.

El presidente cuasiomnipotente tiende a ser tomado como modelo. Los jóvenes que quieren triunfar lo copian hasta en sus tics. Si es propenso a la violencia, alienta a los matones. Si es corrupto, propicia el robo. Si es mitómano, justifica a los mentirosos. Si es inculto, pone de moda la incultura. En resumen, el mandalluvias torcido imprime su carácter deforme en toda una generación.

El presidencialismo disminuye todas las instituciones democráticas, empezando por el parlamento. Hace medio siglo, en pleno auge del PRI, un equipo de politicólogos mexicanos hizo una encuesta reveladora entre chicos de la escuela primaria. Una de las preguntas era: "¿Cuál es la función de los diputados?". La respuesta mayoritaria fue: "Los diputados son los ayudantes del señor presidente". ¡Sobresaliente!

Pocos años después, uno de mis hijos, que cursaba el tercer grado en una buena escuela mexicana, hizo una monografía sobre la historia del país. Allí escribió: "Las personas más importantes de la historia mexicana son Hernán Cortés y el presidente Echeverría". Su trabajo mereció una buena nota.

En aquella época, los mexicanos típicos que tenían alguna queja o pedido se dirigían al señor presidente, no al parlamentario de su distrito electoral. Y si les fallaba el presidente, no les quedaba sino la Virgen de Guadalupe.

Entre el Estado y el individuo no había organizaciones no gubernamentales que defendieran sus derechos.

El presidencialismo no sólo disminuye la democracia y favorece la corrupción, sino que también da un mal ejemplo que cunde: los dirigentes de todas las organizaciones tienden a adoptar el estilo presidencialista.

O sea: dan órdenes sin consultar a sus subordinados y menos aún los invitan a que participen en la toma de decisiones. El jefe de oficina actúa como un tirano, lo que es particularmente dañino cuando es incompetente.

El resultado del ejercicio de semejante liderazgo antidemocrático es la apatía de los de abajo: trabajan lo menos posible y no se atreven a sugerir cambios para resolver problemas. Muchísimo menos todavía piensan en modificaciones para mejorar el rendimiento de la organización, ya que no la sienten como cosa suya.

La democracia auténtica es participativa, porque no es otra cosa que autogobierno. La participación libre (voluntaria) no se puede falsear.

En cambio, la representación puede desvirtuarse de varias maneras: mediante el fraude, la compraventa de votos, la compra de espacios televisivos, la votación del tipo "quien saca más votos se queda con todo" (a diferencia de la proporcional), etcétera.

En una organización grande, la participación no puede ser directa: ha de ser representativa. Pero siempre es posible y deseable subdividir un sistema social grande en unidades menores. De esta manera, puede asegurarse la participación intensa en las unidades básica, junto con la representativa en las de orden superior.

Esta democracia, que llamo escalonada, se practica en todo el mundo. Pero, de hecho, rara vez se consulta a los de abajo sobre cuestiones importantes. Y rara vez se asciende de petiso de los mandados a director de empresa. Donde domina la mentalidad presidencialista, los ascensos están al arbitrio del mandamás. Y éste favorece al leal, o incluso al servil, por sobre el competente.

Son excepcionales las organizaciones en las que rige la meritocracia. En las más, dominan la autocracia y su fiel compañera, la mediocracia.

Las organizaciones meritocráticas son tan excepcionales que se las puede enumerar: entre ellas están el ejército ateniense de la época de Pericles, el ejército napoleónico, en el que "todo soldado lleva el bastón de mariscal en su mochila"; las cooperativas, las organizaciones no gubernamentales de bien público, tales como las asociaciones vecinales, la buena universidad, y pará de contar.

Raúl Alfonsín intentó, en la reforma constitucional de 1994, avanzar hacia un régimen parlamentario, pero su empeño no tuvo resultados en la práctica. Se explica: un régimen parlamentario no da cabida a un mandatario omnímodo, sea populista como Perón o plutocrático como los Bush.

Se objetará que el parlamentarismo no es garantía de buen gobierno. Es verdad. La perfección es prerrogativa de la matemática y del arte. Hay por lo menos dos maneras de desvirtuar el régimen parlamentario. Una es combinarlo con el presidencial, como ocurre en Francia. Si ambas ramas pertenecen al mismo partido, pueden funcionar. De lo contrario, los parlamentarios gastan más tiempo peleando entre sí que legislando. (Esto sucedió durante la última fase del "gobierno de cohabitación" del presidente socialista François Mitterrand con el jefe de gabinete conservador, Jacques Chirac.)

Otra manera de desvirtuar el parlamentarismo es elegir un parlamento sumiso, que se limite a aprobar todos los proyectos que le proponga el presidente. En este caso, el parlamentarismo apenas se distingue del presidencialismo, porque, de hecho, el parlamento no cumple su papel específico.

En todo caso, es más fácil corregir errores y evitar delitos políticos cuando el poder se distribuye que cuando se concentra. Esto se debe, en parte, a que el poder se debilita al diluirse (democratizarse). Y también a que el poder compartido incluye el debate y la transparencia.

En resumen: el presidencialismo es un cáncer que tiende a la metástasis en toda la sociedad. Habiendo fracasado desde su origen, en 1776, es hora de reemplazarlo por el parlamentarismo, el que invita a intensificar la participación, que es el carozo de la democracia auténtica. Además, divide menos y cuesta mucho menos. Aliente el parlamentarismo y ahórrese unos pesos.

Fuente: La Nación

lunes, 20 de julio de 2009

Polémica en Rumania por el desfile de un alcalde vestido de soldado nazi

El político, de 41 años, argumentó que no portó ninguna esvástica en el uniforme

BUCAREST (EFE).- El alcalde de Constanza, la principal ciudad costera de Rumania con más de 300.000 habitantes, desató un escándalo en el país balcánico al desfilar anteayer vestido de soldado nazi en una pasarela de moda.

Intelectuales y personajes de la sociedad civil criticaron con dureza la actitud de Radu Mazare, en tanto que el presidente del Centro para la Monitorización y el Combate del Antisemitismo en ese país, Maximilian Katz, solicitó a la fiscalía general que tome medidas contra el alcalde por "infringir la ley".

Según informaron los medios locales, Mazare se defendió argumentando que no portó ninguna esvástica en el uniforme, al mismo tiempo que recordó que se trata de un traje de general de infantería del ejército nazi que no tiene ninguna relación con las SS, una organización criminal.

"He querido vestirme de oficial de la Wehrmacht (ejército alemán durante el nazimo), me ha parecido muy bonito el uniforme, y siempre he admirado la organización rigurosa del ejército alemán", afirmó Mazare.

Este político de 41 años es miembro del Partido Socialdemócrata (PSD) y ampliamente conocido por su frivolidad y extravagancia. Anteriormente ya fue investigado por la Dirección Nacional Anticorrupción (DNA) en varias ocasiones.

Fuente: La Nación



martes, 14 de julio de 2009

Las internas primarias y la Reforma Política


Hacer internas abiertas es un paso positivo en el camino de la reforma política y es útil para incentivar la participación de los ciudadanos.

Pero ese mecanismo, por sí solo, no es suficiente para fortalecer los partidos políticos.

Las internas abiertas no solucionan el problema de la excesiva fragmentación de candidatos, que actualmente se escudan bajo diversas líneas del PJ que se presentan frente a la ciudadanía como partidos independientes (PJ, FPV, PJ disidente, etcétera; lo mismo ocurre con la oposición, que se organiza en infinitas listas colectoras).

Asimismo, las internas abiertas pueden ser usadas por los partidos más grandes para torcer el resultado de la interna de los otros partidos. Fue por ese motivo, por ejemplo, que Elisa Carrió, en 2003, le pidió al entonces presidente Eduardo Duhalde la suspensión de la aplicación de la entonces vigente ley de internas abiertas respecto de la interna del ARI.

En suma, si las internas abiertas no se aplican correctamente, el instrumento sólo servirá para producir daño a los partidos opositores.

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La presidenta Cristina Kirchner anunció, anteayer, que promoverá un régimen de internas similar al que se aplica en Santa Fe.

En esa provincia, en un mismo día, todos los santafecinos obligatoriamente deben concurrir a votar y elegir entre los candidatos de distintos partidos.

En un mismo cuarto oscuro, todos los partidos exhiben las boletas de sus candidatos de distintas líneas internas.

De ese modo, el elector, cuando ingresa en el cuarto oscuro, sin importar que sea un elector independiente o un elector afiliado al partido A, puede votar en favor de uno de los candidatos del partido A, pero también puede votar por candidatos del partido B o del partido C.

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Hasta allí, todo está bien.Pero el mecanismo tiene riesgos, que deben ser evitados.

  • Fragmentación de partidos. En efecto, las internas abiertas no solucionan el problema ya existente de la fragmentación de los candidatos en muchos partidos.
    Imaginemos que haya una interna abierta con distintos candidatos peronistas. Si todos los candidatos peronistas concurriesen como líneas internas del PJ, uno sólo saldría ungido para ir a la elección general. Ese sería el candidato del PJ, un único partido fortalecido. Lo mismo podría decirse sobre los candidatos de cualquier otro partido.
    Pero si cada candidato, para asegurar su pase a la elección general, se presenta como líder de un PJ distinto, de modo que hay un PJ oficial, otro disidente, un FPV y muchos etcéteras, todos ellos resultarán electos. Así, la interna abierta no habrá solucionado nada.

  • Votar por otro partido. Un partido grande, llamado A, con suficiente poder de movilización, puede desplegar una doble estrategia: llevar a parte de los electores a votar por sus propios candidato e insinuar a otro sector a votar en la interna del otro partido B, para torcer el resultado y ungir a un candidato débil.
    De ese modo, el partido A habrá consagrado a un candidato propio y, A se aseguró que el candidato del partido B, débil, pueda ser vencido fácilmente el día de las elecciones generales.

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El kirchnerismo, en la última elección, salió muy debilitado y los gobernadores justicialistas no estarán dispuestos a avalar una candidatura kirchnerista para 2011.

Por su parte, el kirchnerismo advirtió que todavía conserva un caudal de votos que oscila en el 30 por ciento. No alcanza para ganar una elección, pero sí es un caudal más que interesante para negociar en la interna abierta con otros sectores del justiclalismo.

Por eso, se están dando dos condiciones para la reforma política: la interna abierta es un buen mecanismo y, a su vez, hay condiciones propicias para impulsarlas. Pero, para que no se convierta en una trampa del oficialismo, hay que adoptar mecanismos correctivos.

El objetivo de la reforma política debe ser, no el de salvar al justicialismo o al kirchnerismo, sino el de fortalcer a los partidos y fomentar la participación ciudadana.

Fuente: La Nación

jueves, 9 de julio de 2009

Una presidenta simula tener gripe A para hacerse las tetas

MANILA (EFE).- La credibilidad de la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, está más debilitada que nunca tras descubrirse que la "cuarentena voluntaria" a la que sometió la semana pasada para evitar la expansión de la gripe A, era en realidad una verdad "a medias" para esconder una operación de pecho.

El embrollo sobre los implantes mamarios presidenciales comenzó el 29 de junio con una nota enviada a la prensa, en la que se ensalzaba el "ejemplo de responsabilidad social" ofrecido por Arroyo al aislarse de motu propio en un lujoso hospital de la capital tras una gira por el extranjero.

El palacio de Malacañang publicitó su decisión como una medida de lucha contra la nueva enfermedad, que ya ha afectado a un millar de personas en el archipiélago y provocado una víctima mortal.

Su dechado cundió en un país propicio a las medidas efectistas y fue rápidamente imitado por otros políticos, como la senadora Loren Legarda, quien se aplicó la cuarentena a su regreso de Ginebra y previo paso por el Senado del país, a donde acudió directamente desde el aeropuerto para anunciar a bombo y platillo su decisión.

La presidenta recibió el alta médica a los dos días de su ingreso en el centro hospitalario, pero las primeras filtraciones a la prensa aguaron su vuelta al trabajo.

"La cuarentena es una tapadera. La presidenta necesitaba reparar una rotura en los implantes de silicona mamarios que se hizo en los años ochenta. Aprovechó también para quitarse un quiste de la ingle y hacerse la depilación láser en la zona", escribía el columnista Jarius Bondoc en el diario "The Star".

El portavoz de la Presidencia, Cerge Remonde, se apresuró a salir en defensa de su jefa e intentó zanjar el asunto negando que Arroyo se hubiera aumentado una talla de sujetador: "Cuando una mujer se hace la cirugía plástica se nota. Las actrices con pechos sexy son las que se hacen ese tipo de operaciones. No podemos decir lo mismo de la presidenta".

El intento de salvaguardar la imagen de la jefa de Gobierno volvió a torcerse y, tras nuevas filtraciones a los periodistas, Remonde tuvo que desdecirse: la jefa del Ejecutivo sí se había sometido a un aumento de pecho hace un par de décadas, pero no en esta ocasión, cuando se le practicó una biopsia para determinar si un bulto detectado en el seno izquierdo era maligno.

Versión médica. El médico que la operó, Raul Guanzon, corroboró su versión al asegurar que un equipo formado por seis doctores efectuó una biopsia a Arroyo, quien se encuentra en un perfecto estado de salud, "capaz de correr una maratón".

"No creo que lo estuvieran escondiendo. Sólo querían saber los resultados de la prueba antes de hacerlos públicos", aseguró Guanzon, un conocido cirujano plástico con más de veinte años de experiencia en operaciones de estética a personajes de la farándula y miembros de la Sociedad Filipina de Cirugía Plástica, así como de la Academia Estadounidense de Cirugía Plástica.

Varias columnistas y senadoras han intercedido en favor de la presidenta y su derecho a la intimidad en este asunto, como la propia Legarda, quien envió un comunicado en el que decía: "Los derechos de las mujeres sobre su salud y la confidencialidad del paciente deben ser respetados incluso aunque afecte a personas con una proyección pública como la presidenta".

"Cualquier mujer tiene derecho a hacerse un aumento de pecho, una operación de nariz o una liposucción si eso le hace sentirse mejor con ella misma", añadió le periodista Domini Torrevillas.

Sin embargo, hay quien cree que no hay que confundir el derecho a la intimidad con la impunidad en una mentira, como el columnista Bondoc, quien hoy denunciaba la investigación oficial abierta en el hospital para descubrir el foco de las filtraciones como una medida para silenciar el asunto.

Bondoc, convertido ya en un personaje más de la trama, continuaba disparando metralla en su tribuna de hoy: "Al parecer, el Hospital facilitó de manera gratuita dos habitaciones VIP con un coste de 18.000 pesos (373 dólares) al día cada una, además de otras cinco para sus guardaespaldas y cocineros, junto a los servicios médicos, medicinas y análisis. Si esto es así, Arroyo ha violado las leyes anticorrupción, que impiden que ningún funcionario reciba regalos por valor superior a los 5000 pesos".

Fuente: La Nación






martes, 7 de julio de 2009

La bronca del electorado fue toda contra los K

El rechazo a las figuras de Cristina y Néstor Kirchner, en primer lugar, y al estilo cerrado y confrontativo de ambos, en segundo, fueron las claves del "urnazo" en contra del oficialismo en los principales distritos del país. Así lo reveló un sondeo telefónico de la empresa Management and Fit a 1.400 personas de todo el país.
Según ese estudio, casi seis de cada diez electores apelaron más contra el kirchnerismo que a favor de alguna de las opciones que presentó la oposición. El resto se mostró convencido que el postulante que eligió safisfacía sus inquietudes.
Un 58% de los que apelaron voto bronca apuntaron sus dardos contra Néstor y Cristina Kirchner. En tanto, un 31% rechazó con su sufragio "la falta de diálogo y la actitud confrontativa" del Gobierno y el 19% lo hizo contra "la política confrontativa con el campo".
Pero lo que sorprende del estudio de Management and Fit es que aun los votos positivos, es decir los de aquellos que se mostraron satisfechos con los candidatos que eligieron, encierran un mandato de cambio respecto al estilo del matrimonio presidencial. Así lo señala el estudio: el 40% aludió a un reclamo de "cambio", el 27% se mostró a favor de "más diálogo y consenso", el 22% pidió más "federalismo" y el 19% exigió más "seguridad".
Más del 70 por ciento de los argentinos consideran que es necesario un cambio de gabinete nacional, según un estudio realizado por una encuestadora, que relevó que el dirigente político con mayor imagen negativa es el ex presidente Néstor Kirchner, con 53 por ciento de rechazo.

CAMBIOS MINISTERIALES. El 72% de los que participaron en el sondeo opinó que es necesario una renovación del gabinete presidencial. Un 65% opinó que el Gobierno -empezando por la Presidente- no entendió el sentido del voto expresado el 28 de junio.
No obstante, la mayoría -67,3%- calificó como "correcta" la decisión de Kirchner de abandonar la conducción del Partido Justicialista, y el 8,2 lo consideró incorrecta. Pero sólo el 13% aprobó la delegación del poder en manos de Daniel Scioli. Un 52% lo consideró incorrecta.
Pero también hay advertencias a la oposición, incluso la peronista. El 53% de los consultados se manifestó en contra de que los candidatos que salieron airosos adelanten la competencia presidencial prevista para 2011. El 21% lo consideró positivo, y el 26% no opinó.
La consultora planteó a los encuestados la hipótesis de elegir un candadito presidencial al que votaría en caso de que las elecciones fueran en este momento y reveló que el 25,6% se pronunció por Julio Cobos; el 22,3%, por Carlos Reutemann; y el15,7%, por Mauricio Macri.
Más atrás se ubicaron con el 5,3 Francisco de Narváez, 3,2 Elisa Carrió, 3,1 Daniel Scioli, 2,3 Néstor Kirchner, 1,1 Mario Das Neves y el 9,4 eligieron a otros, con 12 por ciento de indecisos.
Fuente: Crítica

viernes, 3 de julio de 2009

Histórico apoyo chileno a la figura de Bachelet

En tiempos donde las imágenes presidenciales pueden ser fuertemente vulneradas con la excusa de la actual crisis económica mundial, la presidente chilena Michelle Bachelet no tiene por qué temer. Un sondeo divulgado por la oposición reveló un respaldo preeminente del 74 por ciento de su población debido a su buen manejo de la crisis, especifican.

Apenas un 17 por ciento de los chilenos desaprueba su gestión, señaló la empresa encuestadora Adimarkcontratada por los oponentes.
El respaldo implica un alza de 32 puntos porcentuales en relación a septiembre de 2008, previo a que Chile entrara en recesión, añadió la encuestadora.

Además entre un 78 y un 89 por ciento de los chilenos consideran a Bachelet "querida por los chilenos", "respetada", "creíble" y "con capacidad para enfrentar situaciones de crisis", según el sondeo.

Hasta ahora, sin embargo, la mandataria no pudo traspasar el apoyo que posee al abanderado presidencial del oficialismo, el senador y ex presidente, Eduardo Frei. El candidato marcha aún segundo en las encuestas, levemente por detrás del líder y millonario opositor, Sebastián Piñera, que oscila en torno a un apoyo de 35 por ciento en primera vuelta.
Fuente: Crítica