viernes, 15 de mayo de 2009

Pra Gay: El candidato incomodo


Es el golden boy que puede complicar a Elisa Carrió. Su postulación provocó la partida del socialismo y una fuga en la CC. La UCR lo resiste y la justicia lo investiga por la crisis de 2001. Por qué Lilita apostó por él.

Por Carlos Romero
Si las jugadas políticas se pudiesen expresar en términos financieros, para Elisa Carrió haber ungido a Alfonso Prat-Gay como cabeza de lista fue una inversión de alto riesgo: un costo interno elevado –que Lilita ya pagó de puertas para adentro–, nulos antecedentes en el mercado electoral y, por efecto transitivo, escasas garantías sobre el rendimiento que tenga en las urnas. De hecho, son muchos los porteños que aún hoy, a pocas semanas de votar, no le conocen la cara a quien encabeza la boleta a diputados nacionales por la ciudad de Buenos Aires del Acuerdo Cívico y Social, la alianza entre la Coalición Cívica y la Unión Cívica Radical. Pero lo que termina de hacer de Prat-Gay un candidato incómodo para Lilita es que, en un pasado no muy distante, los propios miembros del ARI lo incluyeron en sus denuncias sobre las maniobras de fuga de capitales que esmerilaron al sistema financiero argentino durante la crisis de 2001, y más tarde, ya como funcionario público, lo señalaron ante la Justicia por el rol que cumplió en la seguidilla de medidas de política económica que beneficiaron a la banca privada y propiciaron la llegada del “corralito”.
Pero, a pesar del ruido, Carrió lo banca. “Lilita –dicen en su entorno– cada tanto se encapricha.”

Delfín. Cuando en las elecciones presidenciales de 2007 Prat-Gay asomó en las filas de la Coalición, pocos le acercaron una silla. La situación era llamativa: una estrella de la banca internacional haciendo pie en lo que, por entonces, aún eran las aspiraciones de centroizquierda de muchos “lilitos” de paladar negro. A pesar del mal humor en la tropa originaria, Carrió estaba encantada con ese joven economista, graduado en la Universidad Católica Argentina, con un máster en Pensilvania, ex ejecutivo del banco JP Morgan de Londres y que dejó la presidencia del Banco Central por sus diferencias con el entonces mandatario Néstor Kirchner.
En la CC, el ingreso del economista generó algo similar a la llegada de Patricia Bullrich o, más recientemente, de algunos dirigentes peronistas. Prat-Gay, con sus cucardas de banker, fue demasiado. Sin embargo, con el paso del tiempo, se fue ganando su lugar. “Nos sorprendió. Teníamos dudas, sobre todo por su pasado como banquero, pero nuestra opinión sobre él fue cambiando con el paso del tiempo. Es un tipo que habla de redistribución de la riqueza, de gravar la renta financiera, que tiene una ONG (Fundación Andares) donde otorga microcréditos a los pobres”, sostiene una colaboradora de Lilita, que conoce de cerca a la chaqueña y no duda en plantearle críticas.
En el Partido Socialista, sin embargo, no fueron tan flexibles. Sobre la hora del cierre de listas, los socialistas, que en la mayoría de los distritos cerraron acuerdos con la CC y la UCR, decidieron romper con Carrió en la Capital Federal y presentar candidatos propios, con Héctor Polino a la cabeza. Puntualmente, la fractura fue fruto de la insistencia de la chaqueña por apuntalar a Prat-Gay como punta de lanza de las candidaturas. “Cuando nos sentamos a la mesa, Carrió ya tenía esa decisión tomada. No había ningún margen para negociar”, cuentan los socialistas.
Los que conocen a Carrió saben de sus enamoramientos con algunas figuras. En este caso, se trata de un capricho sensible. Se juega una elección que para la CC es decisiva.
Según las encuestas, Prat-Gay, que no se luce como orador, tiene problemas de cartel: seis de cada diez porteños no saben quién es. En febrero pasado, la consultora Analogías, de Analía del Franco, midió una opinión favorable a la candidatura del economista del 58,3 por ciento, pero un conocimiento de apenas el 41,1. Para Julio Aurelio –que incluso midió su tendencia y proyección de voto acompañando la pregunta con la figura de Carrió– llega al 40 por ciento: un 25 por ciento tiene una imagen difusa y otro 14 directamente se encoge de hombros cuando se lo mencionan. Ricardo Rouvier, por su parte, cuenta con cifras más duras: el ex JP Morgan posee un 53,8 por ciento de imagen positiva, pero un 56,6 por ciento dice no conocerlo.
En ese marco, las encuestas le reservan un segundo lugar cómodo, a varios puntos de distancia de la candidata del Pro, la renunciada ex vicejefa de gobierno Gabriela Michetti. Según los últimos datos de Aurelio, mientras Michetti tiene una intención de voto de 30,5 por ciento, Prat-Gay ronda el 18,72. Algo similar mide Rouvier: 28,8 para la candidata del Pro y 22,3 para la CC. En la CC reconocen el problema, pero dicen que mientras ellos crecen día a día, Michetti pierde puntos. Su hipótesis de máxima es acortar diferencias.
El razonamiento parece ir de la mano de la nueva estrategia electoral escogida por Carrió. La chaqueña cree que un candidato como Prat-Gay junta votos en la centroderecha –el mismo espacio donde abreva el macrismo–, aunque no entre el progresismo.

La otra JP. Prat-Gay hizo la mayor parte de su carrera fuera del país, sobre todo en el JP Morgan de Londres, donde por varios años fue jefe de Investigación y Estrategias de Monedas. Allí estuvo hasta mediados de 2001, para hacerse cargo en 2002 de la presidencia del Banco Central. Antes, aportó su know how internacional al equipo de campaña de Mauricio Macri, que comenzaba a soñar con llegar a la cima del gobierno porteño.
Estuvo al frente del Central hasta fines de 2004 cuando, por sus diferencias con Kirchner, se fue pegando un portazo, a pesar de que el ex presidente lo había sondeado para tentarlo con otro cargo. Con Eduardo Duhalde, en cambio, la relación fue más llevadera. “Tengo un gran respeto por el Duhalde presidente. Cada vez que me lo preguntan, lo digo”, sostiene Prat-Gay. Y Carrió le permite el desliz. Pero su paso por el Central no sólo le dejó una buena opinión de Duhalde. También se llevó algunas salpicaduras que aún estudia la Justicia.
Una denuncia del ex diputado nacional por el ARI Mario Cafiero –con el patrocinio del abogado Ricardo Monner Sans– sirvió para que en 2007 el fiscal federal Oscar Amirante pidiera la indagatoria del candidato de la CC, junto a una larga lista de banqueros y funcionarios públicos a los que acusó de coautores del supuesto “delito de administración fraudulenta previsto y reprimido en el artículo 173 inc. 7º del Código Penal”. En su presentación ante el juez federal Ariel Lijo, Amirante sostuvo que su “investigación se propone abrir la caja negra del sistema bancario y financiero para poder determinar si las catástrofes se debieron a causas naturales o si hubo negligencia, impericia o dolo. Esa caja negra se llama Banco Central y el conjunto de los bancos del sistema financiero”. En su dictamen, el fiscal asegura que en la crisis de 2001, que derivó en el corralito, “existió un plan destinado a proteger y favorecer a determinados grupos de poder económico y en especial a los patrimonios de los bancos”. Entre ellos, el JP Morgan.
La presencia de Prat-Gay responde a que Amirante apunta a “los actores de la instrumentación del denominado ‘corralito financiero’ y de aquellos que realizaron las maniobras para que de hecho los bancos no tuvieran dentro de sus reservas la cantidad de dinero necesaria para devolver a sus depositantes”. Algo que, para el denunciante, necesitó de la “connivencia dolosa” entre las autoridades del Ministerio de Economía de la Nación y los banqueros.
Hoy la causa 15764/04 está adjuntada a otro expediente, el 11885/02, que lleva el juez federal Norberto Oyarbide, con la competencia del fiscal Jorge Di Lello y que también investiga el comportamiento de los bancos durante la crisis. En este momento, el expediente se encuentra en manos de peritos contadores y aún Oyarbide no se expidió sobre los pedidos de indagatoria.

Fuga. En 2001, el inefable Domingo Cavallo, al frente del Ministerio de Economía del gobierno de la Alianza y antes de concretar el Megacanje –que tenía como principal colocador de deuda al JP Morgan–, postuló a Prat Gay como vicepresidente del Central. Pero su nombramiento no prosperó. El Senado de la Nación, a raíz de un dictamen de la Oficina Anticorrupción, rechazó su pliego porque violaba uno de los incisos de la Ley de Ética Pública.
Cuando finalmente Prat-Gay llegó al Central, el país ardía y en los balances de la entidad financiera había grandes rastros del estrago que habían cometido los bancos contra las reservas, esa maniobra denunciada por Amirante. Los propios auditores externos y la Auditoría General de la Nación (AGN) rechazaron sus balances de 2001, por sus inconsistencias.
Para Cafiero, el ingreso de Prat-Gay “tuvo como objeto tapar todo lo acontecido en torno a las reservas y al contrato de pases contingentes, hechos en los que el JP Morgan estaba seriamente comprometido”. Según el ex diputado, también implicó un inmediato acuerdo con el FMI –la misma entidad con la que ahora Prat-Gay recomienda volver a establecer sólidos lazos crediticios– y una compensación a los bancos por la pesificación asimétrica.
Pero Cafiero no es el único ex ARI que incomodó al delfín de Carrió. Graciela Ocaña, actual ministra de Salud de la Nación y antigua mujer de confianza de Lilita, también lo fustigó. En 2007 recordó que la Comisión Especial Investigadora sobre Fuga de Divisas emitió un informe que incluía “un listado con 1.400 personas que habían girado plata al exterior durante el corralito. Y en el puesto 67 figuraba Prat-Gay, con 786 mil dólares”.
Veintitrés se comunicó con los asesores del candidato para consultarlo por estos temas, pero al cierre de esta nota no hubo respuesta.
Prat-Gay sabe que Carrió ya lo sabe. Y que, sin embargo, lo banca. En el fondo, sólo ella sabe por qué.
Informe: Lázaro Llorens y Franco Mizrahi

Escándalos y campañas sucias del Kirchnerismo

Denuncias y escándalos que estallaron antes de otras elecciones

El fantasma de la campaña sucia recobró fuerza tras las dudas en torno al caso que vincula a Narváez con la causa de la efedrina; la era kirchnerista registra varios antecedentes de acusaciones lanzadas cuando faltaban pocos días para votar; los casos más resonantes

Por Lucrecia Bullrich

Las campañas, se sabe, son el terreno más fértil para que proliferen los cruces verbales más filosos entre contrincantes. Pero suelen ser también escenario de acusaciones y denuncias que no sólo enrarecen el clima previo a los comicios, sino que pueden terminar en la Justicia y hasta ser desmentidas un tiempo después, cuando las elecciones son un lejano recuerdo.

Las dudas en torno a la vinculación entre el candidato Francisco de Narváez y el llamado "rey de la efedrina" reinstalaron el fantasma de la campaña sucia.

La era kirchnerista registra varios antecedentes en la materia. Enrique Olivera, Jorge Telerman y Juan José Alvarez quedaron en medio de los casos más recordados.

Corrían los últimos días de octubre de 2005. Faltaban cuatro días para las elecciones legislativas. Un cable de la agencia Télam lanzó la primera piedra. El despacho daba cuenta de una denuncia presentada ante la Oficina Anticorrupción (OA) para que se investigara si Olivera, entonces primer candidato a legislador por ARI, que lideraba Elisa Carrió, tenía depositados más de dos millones de dólares en cuentas bancarias en el exterior.

Carrió era candidata a diputada por la Capital y marchaba segunda en las encuestas, cerca de Mauricio Macri.

Olivera y su jefa no tardaron en salir a desmentir la información y apuntaron directamente contra Néstor Kirchner, a quien acusaron de montar una operación contra el candidato para arruinar su desempeño electoral. Carrió llevó el tema a la Justicia: denunció al ex presidente y a su entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, por "falsa denuncia, inducción con engaños al voto y calumnias e injurias".

Las versiones sobre el origen de la acusación empezaron a correr enseguida. Todas las miradas apuntaban a la Casa Rosada, hasta que se supo que el denunciante había sido Daniel Bravo, hijo del histórico dirigente socialista Alfredo Bravo y entonces director de Deportes de Aníbal Ibarra. Antes había sido legislador porteño y tenía un vínculo estrecho con Alberto Fernández.

Como era de esperar, salió a defenderse. "A mí no me pagó el Gobierno", aseguró por esos días. "Fui legislador porteño al mismo tiempo que Alberto Fernández, pero de ahí a decir que él me pagó para que cuestionara a Enrique Olivera es una locura. Yo ni voy a votar al Gobierno ni estoy operando políticamente. Me llegó una denuncia anónima y la trasladé a la Oficina Anticorrupción [OA]", ahondó.

Cuando faltaban poco más de dos días para la elección, Kirchner y Carrió protagonizaron un duro choque por el tema. "Cuando uno quiere demostrar su honestidad es fácil. Con todo respeto le diría a Olivera que le haga un favor al país, que vaya al banco y pida un certificado que muestre que no tiene una cuenta y listo. Es un trámite simple y se acaba la discusión", lanzó Kirchner en una entrevista radial. La réplica de Carrió llegó pocas horas después. "Estamos ante la última operación del coyote Fernández", disparó.

La tardía aclaración. El tema quedó aclarado cuatro días después del domingo de las elecciones. El banco HSBC de Nueva York certificó que Olivera no tenía cuentas en ninguna sucursal de la entidad. Laconfesión final llegó casi dos años después de las elecciones. En agosto de 2007, Bravo presentó un texto de retractación ante la Justicia en el que reconoció que los datos de la denuncia contra Olivera eran falsos y se disculpó por haber creado "injustamente un manto de dudas" contra el legislador.

En septiembre de 2006, el diario Página/12 publicó que Juan José Alvarez, entonces diputado nacional del PJ antikirchnerista que empezaba a tomar forma en el Congreso, había sido empleado de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) entre 1981 y 1984. Aunque faltaba poco más de un año para las presidenciales de 2007, la campaña ya estaba en marcha. Y Alvarez ya estaba instalado como operador de Roberto Lavagna, que se perfilaba como candidato.

La difusión del pasado del ex ministro de Eduardo Duhalde no tardó en ser leída como un "carpetazo" salido de la propia SIDE. Y el poder intentó despegarse enseguida. "El Gobierno no tiene nada que ver. No me consta ni que el Gobierno ni que la SIDE hayan entregado esos archivos", afirmaba Aníbal Fernández por esas horas. "Del pasado no hay que olvidarse", deslizaba Alberto Fernández.

Alvarez admitió su paso por la SIDE, afirmó que sólo había desempeñado tareas administrativas, pero el vínculo entre la difusión de los datos y su tarea política de esos días le pareció evidente. "No entiendo cómo un legajo de un organismo de inteligencia que está desde hace 25 años allí se revela ahora. Es un hecho grave", dijo en una entrevista con LA NACION.

El tema desembarcó en la Justicia, pero no prosperó. El entonces fiscal Carlos Stornelli pidió que se investigara si había habido violación de secreto de la ley de inteligencia. La solicitud recayó en el juzgado federal de María Servini de Cubría.

 

La licenciatura de Telerman. En enero de 2007, cuando faltaban cinco meses para las elecciones a jefe de gobierno porteño, el Gobierno denunció al entonces mandamás de la ciudad de firmar documentos como "licenciado", cuando en realidad carecía de título universitario. "Sé que, en la medida en que vaya pasando el tiempo, los debates se harán más caldeados, más apasionados, y quienes necesitan figurar mejor en los sondeos se afanarán más para mostrarse arriba del ring", concluyó Telerman. En el mismo acto en que reconoció que no era licenciado, el ex jefe de gobierno anunciaba también la fecha de los comicios en el distrito.

Pero la falsa licenciatura no fue el único carpetazo que recibió Telerman. Apenas dos meses después, el juez del caso Skanska incluían en la investigación la posible utilización de facturas truchas de publicidad en el gobierno porteño.

Como una defensa en la acusación de irregularidades en la construcción del Gasoducto del Norte, el Gobierno apuntó contra Telerman. "Acá hay facturas truchas con fondos públicos, cuatro de ellas emitidas el mismo día, el 20 de julio de 2006", acusó Alberto Fernández en una de las pocas oportunidades en que se presentó en el Congreso para dar su informe mensual.

Fuente: La Nación

La campaña según The Economist

Argentina's legislative election

Double or quits

May 14th 2009 | BUENOS AIRES
From The Economist print edition

The Kirchners’ electoral gambit


FOR Argentina’s president, Cristina Fernández, and her husband and predecessor, Néstor Kirchner, this year’s election for half the lower house of Congress and one-third of the Senate is no routine mid-term vote. With the economy deteriorating fast, Ms Fernández brought the poll forward from October to June 28th. Mr Kirchner, who is the president of the ruling Peronist party, is himself standing for the lower house in the all-important province of Buenos Aires, which contains two-fifths of the voters. An awkward, aloof figure, he has been out kissing babies and even allowing himself to be interviewed on television. In another unusual step he has packed the party’s lists with more than 40 governors and mayors, plus the odd celebrity, all of whom say they have no intention of taking up their seats (which would be filled by others lower down the list).

All this smacks of a desperate, if cunning, gamble. The Kirchners’ grip on power has slackened since they lost an acrimonious wrangle over taxes on farm exports last year. The IMF reckons the economy will shrink by 1.5% this year. Inflation is running at 19.8%, according to FIEL, a think-tank. And two different groups of opponents are stirring.

The first is a dissident coalition of conservative Peronists. It includes Francisco de Narváez, a wealthy businessman who is standing against Mr Kirchner in Buenos Aires province. He is spending a record sum on advertising, and has hired many of the marketeers who worked for Mr Kirchner in the past. He zips around the poor suburbs of the province in a private jet, trying to impress the mayors who are the vital local cogs in the clientelistic Peronist machine. It is to try to preserve the loyalty of the mayors that Mr Kirchner has made many of them congressional candidates.

The second is the Radical party, the traditional alternative to Peronism but recently much diminished and factionalised. In the past year or so the Radicals have begun to regroup. They are likely to gain ground in many provinces.

Pollsters suggest that Ms Fernández’s government will probably lose its majority in the lower house, though not in the Senate. But by taking such a prominent role in the campaign, Mr Kirchner has raised the stakes. If his list performs strongly, he and his wife will keep their hold on power. If not, they will be hostages of the Peronist right and the opposition.

Repercusiones La Nación:

La campaña en la Argentina, según The Economist

La prestigiosa revista británica publicó una columna sobre el rol de Néstor Kirchner en las próximas elecciones legislativas

Una nota publicada por la prestigiosa revista británica The Economist hace referencia a la estrategia del ex presidente de la Argentina, Néstor Kirchner, en la campaña por las elecciones legislativas, como "un desesperado, aunque astuto, juego".

La revista destaca que "los Kirchner han estado perdiendo poder desde que perdieron una complicada pelea" por las retenciones al campo el año pasado.

"En otra extraña movida, [Néstor Kirchner] llenó la lista con más de 40 gobernadores e intendentes, además de extrañas celebridades, todos ellos diciendo que no tienen intención de asumir sus puestos (que serían reemplazados por quienes les siguen más abajo en las listas)", dice el artículo.

"Todo esto huele a un desesperado, aunque astuto, juego", destaca. Tras describir el panorama económico de la Argentina, diciendo que "el FMI considera que la economía se va a retraer en un 1,5 % este año" y que "la inflación está en 19,8 %, según FIEL", la nota menciona a los dos grandes frentes opositores (el peronismo disidente y el radicalismo).

El artículo concluye con una descripción de lo que considera que será el panorama para el actual Gobierno luego de las elecciones del 28 de junio:

"Si su lista [por la de Néstor Kirchner] se desenvuelve de una manera fuerte, él y su esposa van a continuar manteniendo el poder. Si no, serán rehenes de la derecha peronista y de la oposición".