lunes, 19 de octubre de 2009

¡Renuncia!

En durísimos términos, la edición europea de la famosa revista estadounidenseNewsweek le pidió al premier italiano, Silvio Berlusconi, que abandone su cargo. "Desháganse de Berlusconi" y "Silvio, es hora de irse" fueron los títulos principales elegidos para reclamarle al "Cavalieri" que abandone el poder,acusándolo de corrupto y de llevar una vida plagada de excesos e ilegalidades.

La portada de la revista muestra a un Berlusconi, sobre un fondo negro, haciendo un saludo, un gesto de adiós. En el centro, apenas una frase: "Dump Berlusconi". Un contundente reclamo de la publicación que tiene una tirada global estimada en4 millones de ejemplares.

En el texto principal, la revista acusa a Berlusconi de presionar e intimidar a sus enemigos, de armar las leyes a su antojo, y de vivir una "vida privada en flagrante delito". Y que al enumerar esa serie de situaciones, uno podría pensar en los excesos de la Antigua Roma. "Pero no: esto es en 2009", expresa. "Sólo hay que considerar algunos de los escándalos que lo rodearon en los últimos meses" para afirmar esto, sentencia Newsweek.

"La semana pasada, el magnate de los medios de comunicación que se convirtió en político fue golpeado por un par de fallos de los tribunales. Uno lo declaró parcialmente responsable de un caso de corrupción durante los 90. La otra resolución, del Tribunal Constitucional, anuló una ley que le dio al premier la inmunidad de enjuiciamiento penal, lo cual podría exponerlo a investigaciones por sobornos y vínculos con el crimen organizado", relató la revista.

"El primer ministro mantiene su inocencia. Se está apelando la sentencia. Afirma ser víctima de una caza de brujas dirigida por izquierdistas, comunistas e intereses extranjeros. Su índice de aprobación es del 63 por ciento en encuestas recientes, sus opositores de izquierda están en completo desorden y sus posibles sucesores de la derecha siguen compitiendo por la posición. Pero el hecho de que pueda quedarse en el poder no significa que debe. Ya es hora de Italia de trazar otra línea. No es conspirativo decir, 'Silvio, es hora de irse'. Es sólo usar el sentido común", expresa uno de los párrafos.

"En Estados Unidos hay un dicho: 'Amigos no dejan que los amigos manejen borrachos'. Berlusconi nunca ha sido un borracho, pero es evidente cada día que pasa que está borracho de poder y borracho de sí mismo. Y que si se queda en el poder en Italia es probable no sólo que destruya el país, sino también que extienda los daños a Europa", afirmó la publicación.
Fuente: Clarín

El escenario electoral en Chile

Carlos Gervasoni

BUENOS AIRES – Chile ha sido la historia de éxito de América Latina desde los años 80, como consecuencia de un rápido crecimiento económico, una integración exitosa a la economía mundial, instituciones democráticas sólidas, una efectiva burocracia estatal y bajos niveles de corrupción.

No es de sorprender que los chilenos hayan mantenido a la gobernante coalición demócrata cristiana-socialista (la Concertación) en el poder durante cuatro mandatos consecutivos desde 1990, cuando se restableció la democracia después de 17 años del represivo régimen militar del general Augusto Pinochet. El 13 de diciembre, sin embargo, es probable que los votantes en las elecciones presidenciales de Chile “hagan transpirar” al candidato presidencial oficialista.

La Concertación lleva como candidato al demócrata cristiano Eduardo Frei, hijo de un ex presidente, y él mismo presidente desde 1994 hasta 2000. Su principal contendiente es Sebastián Piñera, magnate, ex senador y candidato presidencial en 2006, representante de las principales fuerzas de la oposición —la moderadamente conservadora Renovación Nacional (RN) de Piñera y la Unión Demócrata Independiente (UDI), más de derecha.

Sin embargo ahora se está produciendo un cambio importante, representado por la figura de un candidato independiente de 36 años sin respaldo de un partido tradicional. Marco Enríquez-Ominami, con aproximadamente el 20% de apoyo según las últimas encuestas, está notablemente cerca de Frei (alrededor del 26%) y no tan lejos de Piñera (alrededor del 38%). El inesperado apoyo popular a este joven candidato está arraigado en la misma coalición gobernante: su padre adoptivo es un prominente senador socialista (su padre biológico, un líder de la izquierda revolucionaria de los años ´70, fue asesinado por la policía política de Pinochet).

El propio Marco fue electo diputado socialista, pero abandonó el partido cuando éste le negó la posibilidad de disputar la candidatura con Frei en una elección interna. Con esta mezcla única de tradición y renovación, y una frescura de la que carecen ambos candidatos principales, Enríquez-Ominami ha llegado más lejos de lo que predecía la mayoría de los observadores.

El liderazgo de Piñera y el surgimiento de Enríquez-Ominami probablemente sean expresiones del mismo fenómeno: la fatiga con y dentro de la Concertación. A pesar de sus muchos logros desde 1990, y la alta popularidad de la actual primer mandataria (la socialista Michelle Bachelet, primera presidenta mujer de Chile), el tiempo está pasando factura.

En los últimos años, varios grupos se han desprendido de los partidos gobernantes tradicionales. Muchos votantes están siguiendo sus pasos, atraídos principalmente por Enríquez-Ominami. Las deslucidas cifras de Frei en los sondeos reflejan sus propias debilidades (es notoriamente poco carismático y fue el menos popular de los cuatro presidentes de la Concertación), así como el inevitable estrés que dos décadas de gobierno ininterrumpido han generado en la coalición gobernante.

Como están las cosas hoy, la derecha probablemente gane la primera vuelta, pero con menos del 50%. Incluso una victoria cómoda de Piñera podría revertirse en la segunda vuelta el 17 de enero, ya que Frei y Enríquez-Ominami esencialmente se dividen el voto de la centro-izquierda.
Enríquez-Ominami tiene la popularidad y el ímpetu para desplazar a Frei de la segunda vuelta, pero le puede resultar más difícil derrotar a Piñera. Los dos escenarios más probables, entonces, son la continuidad del gobierno o el cambio predecible (hace años se espera que la derecha llegue a la presidencia). Pero no debería descartarse un tercer escenario —un cambio menos predecible tras una victoria de Enríquez-Ominami—, en parte porque la publicidad de campaña recién aparecerá en los medios a partir del 13 de noviembre.

En cuanto a las principales políticas públicas de Chile, sin embargo, es muy probable que prevalezca la continuidad, aún si gana Enríquez-Ominami. La coalición de centro-izquierda que derrotó a Pinochet (en un plebiscito en 1988, y a su candidato presidencial en las elecciones de 1989) ha tenido la inteligencia de mantener, y en algunos casos profundizar, las sólidas políticas de libre mercado heredadas del gobierno militar.

Chile ostenta una administración fiscal y monetaria ortodoxa, una economía muy abierta y un sector privado dinámico. También fue el primer país del mundo en adoptar un sistema de pensiones totalmente privado, una experiencia liderada por uno de los tecnócratas de Pinochet (que curiosamente era el hermano de Piñera, José) y que ha sido esencialmente mantenido desde entonces.

Estas políticas son populares entre los votantes, y están respaldadas por actores poderosos (por ejemplo, el fuerte sector empresario exportador) y por acuerdos comerciales con casi todas las principales economías y bloques regionales del mundo. A diferencia de muchos países latinoamericanos, en los que a las reformas liberales de los 90 fueron seguidas por reacciones populistas, la principal oposición en Chile es una coalición aún más pro-mercado.

Más allá de la economía, existen, por supuesto, muchas áreas de desacuerdo. La Concertación ha lidiado prudentemente con los legados políticos de la dictadura, desmontando gradualmente las instituciones creadas por Pinochet para protegerse a sí mismo, a las fuerzas armadas y a la derecha, y haciendo progresos en el juzgamiento de los violadores de los derechos humanos.

Pero muchos no están contentos: la extrema izquierda —no muy fuerte en estos días pero con una importante tradición política— quiere un mayor y más rápido progreso en los juicios, mientras que la derecha recalcitrante insiste en tratar a Pinochet (que murió en 2006) como un héroe nacional.

Las cuestiones morales, étnicas y ambientales siguen similares líneas ideológicas. Y, sin embargo, el espectro del debate político es mucho más estrecho, y el tono más amigable, que en el caso de los vecinos más polarizados de Chile, como Argentina, Bolivia y Venezuela.

En cualquiera de los escenarios más factibles, la continuidad o el cambio prudente, o incluso si gana el candidato independiente, Chile muy probablemente seguirá siendo un faro de estabilidad democrática, dinamismo económico y compromiso internacional en una región demasiado frecuentemente caracterizada por turbulencias políticas y económicas.

Fuente: Confidencial.com

Montevideo, copada por masivos actos

Nelson Fernández
MONTEVIDEO. Los principales partidos políticos uruguayos expusieron ayer su capacidad de movilización en una larga jornada de masivos actos de campaña en todo el país cuando falta una semana para las elecciones presidenciales que definirán al sucesor de Tabaré Vázquez.

En todo Uruguay, pero fundamentalmente en Montevideo, fue un domingo de gran movilización en las calles, con diez horas de caravanas, actos y conciertos, en los que el oficialismo procuró dar la imagen de una victoria segura el domingo y la oposición, de asegurar que no está todo dicho.

"Vamos a ganar", dijo José Mujica, el candidato presidencial del Frente Amplio. "Nunca me he entregado", respondió Luis Alberto Lacalle, el postulante del Partido Nacional, que aspira a derrotar a Mujica en un ballottage a fines de noviembre.

Tras una movilización multitudinaria que recorrió diversos puntos de Montevideo, Mujica dijo que está convencido de que ganará en la primera vuelta y que obtendrá la mayoría absoluta en las dos cámaras legislativas.

Por la mañana, antes de la caravana, la dirigencia de la izquierda había analizado la marcha de la campaña con diferentes enfoques, unos entusiasmados con la esperanza de lograr esa votación tan alta y otros, más cautos, pensando ya en un ballottage.

La extensión de la caravana (entre 20 y 30 kilómetros) y su expansión por fuera del recorrido trazado despertaron un clima triunfalista en el oficialismo, pero todos esperan las encuestas que se conocerán entre el miércoles y el jueves.

Mientras tanto, Lacalle trata de mantener activa y confiada a su gente. "No hago promesas vanas porque me considero una persona coherente y de respeto, que es lo primero que me merezco; soy un luchador, porque he hecho todo lo que he podido y porque nunca me he entregado", dijo el dirigente blanco, que procura volver al gobierno y que, según las encuestas, tiene el apoyo de entre el 29 y el 31 por ciento de los uruguayos.

El Partido Nacional cerró ayer su campaña en las calles y no hará un acto final de todos los grupos que respaldan la fórmula Lacalle-Jorge Larrañaga. Sin embargo, dirigentes blancos consideraban anoche que es riesgoso dejarle al Frente Amplio el resto de la semana para movilizaciones públicas, porque eso genera entusiasmo por el clima festivo y puede arrastrar el voto de los indecisos, cerca del 10 por ciento de la población, un porcentaje muy elevado a esta altura de la campaña.

Los blancos, como se conoce a los militantes del Partido Nacional, habían decidido hacer múltiples actos en lugar de un acto final, para demostrar su presencia en todos los barrios, de todos los extractos sociales. Pero esas actividades, que tuvieron buena repercusión en las calles, quedaron finalmente opacadas por la imponente movilización de los frentistas por toda la capital, lo que se dio también en muchas ciudades del interior.

El presidente del Frente Amplio, el ex rector de la Universidad de la República Jorge Brovetto, declaró anoche que la movilización "superó todas las expectativas" y expresó confianza en el encuentro esperado para hoy entre Mujica y Tabaré Vázquez. "Queda claro que hay un fervor muy grande por el Frente. Es lo que muestra la calle; es lo que siempre pasa con el Frente, una vez que se pone en movimiento, es una transatlántico."

Mujica, un ex guerrillero que ganó la candidatura frentista con el respaldo del Movimiento Tupamaro y el Partido Comunista, pidió a sus seguidores que hicieran un esfuerzo por hablar con los indecisos para asegurar la victoria en la primera vuelta, el domingo. Y también lanzó críticas contra su principal adversario, Lacalle. "Yo no vengo a hacer promesas, porque estoy cansado de esta «Cuquilandia»", dijo, en alusión al apodo del candidato blanco, Cuqui. Y agregó: "Va a un lugar y dice que la economía es un desastre y después hace promesas. ¿Con qué lana las va a financiar?", preguntó.

Al final de la caravana, durante un acto del Partido Socialista en las canteras del parque Rodó, Mujica se mostró confiado en una victoria en primera vuelta. Para eso, necesita obtener la mitad más uno del total de los votos del domingo. Las encuestas le dan hasta ahora una intención de voto del 44%.

Mientras tanto, Lacalle pronunció múltiples discursos en los actos de las listas que lo apoyan y habló sobre los principales problemas que expresa la gente, fundamentalmente la inseguridad. Además, criticó al gobierno por el sistema carcelario, que colapsó por hacinamiento de reclusos.

"Hay que construir cárceles para no tener la mayor violación de derechos humanos que se vive en este gobierno, que es tener siete presos donde caben dos." Además, cuestionó al primer ministro del Interior del gobierno de Vázquez, que impulsó una ley para liberar presos con el propósito de descongestionar las cárceles.

La seguridad, tema central

El Frente Amplio también ha prestado una mayor atención al tema de la inseguridad, que en los últimos meses ha surgido como uno de los principales problemas, según la mayoría de los uruguayos. Por eso, corrigió su programa de gobierno aprobado en diciembre e incorporó un capítulo sobre seguridad y la promesa de duplicar el presupuesto en esta área.

Lacalle golpeó sobre ese punto. "En este carnaval de promesas, en el programa del Frente Amplio ahora se dice que se va a duplicar el presupuesto de seguridad. Ya han pasado cinco años y se ha agravado enormemente el tema de la seguridad ciudadana, es una burla", dijo.

En pleno centro de Montevideo, el histórico Partido Colorado cerró su campaña con un discurso emotivo de su candidato Pedro Bordaberry que se centró en la renovación. Dijo que el domingo no se votaba "en contra de nadie", sino "a favor de ideas".

En tanto, el candidato a la presidencia por el Partido Independiente, Pablo Mieres, también cerró su campaña con la reivindicación de la autonomía política de ese lema. "Hay partidos que les venden a los uruguayos la idea del voto útil o la no regresión al pasado, pero que en el fondo lo único que existe es el deseo de mantener la maldita mayoría absoluta", dijo Mieres, que aspira a llegar al Senado.

Hoy, las consultoras en opinión pública comenzarán a procesar los datos para las últimas encuestas. Será apenas un anticipo del escrutinio que se hará en la noche del domingo.

Fuente: La Nación