sábado, 22 de marzo de 2008

La irrupción del tema racial en la contienda

Por Mario Diament (LA NACION)
MIAMI.- Algo muy extraño sucede cuando un miembro de una minoría con una historia de esclavitud y discriminación tiene que explicarle a la mayoría que no alberga sentimientos racistas. Esto ocurrió el martes último, cuando el precandidato demócrata, Barack Obama, debió salir a aclarar su posición frente a la cuestión racial en los Estados Unidos, en vista de una serie de incendiarias declaraciones de su ex pastor, el reverendo Jeremiah Wright, de la Trinity United Church of Christ. A través de los años, en sus sermones, el reverendo Wright ha dicho algunas cosas particularmente terribles acerca de los Estados Unidos, su política y el comportamiento de la mayoría blanca. En 2001, tras el atentado del 11 de Septiembre, acusó a los Estados Unidos de haber instigado los ataques de Al-Qaeda con su propio terrorismo. "Bombardeamos Hiroshima, bombardeamos Nagasaki, disparamos una lluvia nuclear sobre muchos más que los miles que murieron en Nueva York y en el Pentágono y lo hicimos sin pestañar", fustigó el reverendo. En otro sermón, dos años más tarde, describió así su sentimiento hacia los Estados Unidos y su relación con la minoría negra: "El gobierno les da drogas, construye prisiones cada vez más grandes, pasa una ley como la del «tercer delito es la vencida» y luego quiere que cantemos «Dios salve a Estados Unidos».
No, no, no. «Dios maldiga a Estados Unidos», eso está en la Biblia por matar a inocentes. Dios maldiga a Estados Unidos por tratar a nuestros ciudadanos como si fueran menos que humanos. Dios maldiga a Estados Unidos mientras actúe como si fuera Dios, como si fuera supremo". El reverendo Wright, quien el año pasado anunció su retiro, ha sido una figura muy influyente en la vida de Obama. Como el propio Obama lo reconoce, fue el hombre que lo introdujo en la fe cristiana, el que lo casó, bautizó a sus hijos y le dio un sentido de la moral. El martes, en Filadelfia, Obama no ahorró epítetos para repudiar los dichos del reverendo Wright, pero con gran dignidad, distanció al hombre del contenido de sus sermones. La asociación entre Obama, su pastor y la posible influencia de la visión del segundo sobre el primero, tuvieron la virtud de llevar a la superficie un interrogante que de manera subterránea venía acuciando a muchos norteamericanos. ¿Hasta qué punto Barack Obama representaba una postura racialmente divisiva que, como la del reverendo Wright, veía el racismo blanco como endémico y, en consecuencia, consideraba su posible llegada a la Casa Blanca como una revancha? O, dicho de otra manera: ¿hasta qué punto es Barack Obama un racista? La maquinaria de denigración de los opositores no ha ahorrado esfuerzos en tratar de inducir esta conclusión. Desde fotografías donde se lo veía vestido con un atuendo musulmán y otras donde parecía proteger sus testículos durante la ejecución del himno nacional, hasta los sermones del reverendo Wright convenientemente difundidos por YouTube, la campaña ha buscado implantar la duda sobre su lealtad a los Estados Unidos. "¿Acaso se puede separar a la persona de lo que predica?", se preguntaron muchos, tras el discurso de Obama, cuando defendió su relación y su amistad con el reverendo Wright, comparando los prejuicios del pastor con los de su propia abuela blanca, que confesaba sentir temor ante la presencia de un negro. Los sermones del reverendo Wright pueden resultar repugnantes para muchos (incluyendo a este columnista), pero no son racistas. El racismo es una ideología que exalta la superioridad de una raza frente a las demás, no un sentimiento que ventila, aún de la manera más virulenta y reprensible, la rabia y el resentimiento frente a la injusticia y la discriminación. Obama lo explicó de manera elocuente y reveladora en su discurso, cuando sostuvo que el error del reverendo Wright no fue haber hablado de racismo, sino referirse a la sociedad norteamericana como si fuese estática, como si estuviera "irrevocablemente atada a su trágico pasado". El racismo existe y existirá en los Estados Unidos (y en el resto del mundo) porque como todos los extremismos irracionales, posibilita explicar con gran simpleza la frustración y el fracaso a aquellos que piensan que su mera biología los amerita a más. Pero no es la persistencia del prejuicio racial lo que caracteriza a la sociedad norteamericana, sino, por el contrario, su desintegración. Hasta la aprobación de Acta Nacional de Derecho al Voto, en 1965, los negros, en el sur de los Estados Unidos, tenían, de hecho, prohibido votar. Hoy, una mujer negra conduce la política exterior y mañana, tal vez, un negro ocupe la Casa Blanca.

Escándalo en la campaña de EE.UU.

Funcionarios del Departamento de Estado revisaron sin autorización información privada de Obama, Clinton y McCain
WASHINGTON (LA NACION).- La campaña electoral en Estados Unidos se vio sacudida ayer por un escándalo luego de que se revelara que tres empleados del Departamento de Estado revisaron ilegalmente datos sobre los pasaportes de los dos precandidatos demócratas, Barack Obama y Hillary Clinton, y del candidato republicano, John McCain. El episodio, que agitó el fantasma del espionaje en plena campaña, pone en una situación comprometida al gobierno de George W. Bush, que sostiene que se trató de un caso de "curiosidad imprudente" y no tiene motivaciones políticas. Los empleados que revisaron los archivos trabajaban para un contratista independiente y no tenían autorización para acceder a esa información. El primer incidente que salió a la luz fue el que involucraba a Obama, cuyo derecho a la privacidad fue violado en tres ocasiones: el 9 de enero, el 21 de febrero y el 14 de este mes. A raíz del escándalo, el gobierno inició una investigación más amplia para averiguar si también habían sido revisados los archivos de los otros dos aspirantes a la Casa Blanca. Sus sospechas fueron confirmadas. El vocero del Departamento de Estado, Sean McCormack, admitió ayer que el archivo de Hillary Clinton fue revisado ilegalmente el año pasado. La investigación también reveló que uno de los empleados que indagó en el historial de Obama también había escrutado, a principios de este año, información digitalizada de los documentos de McCain. El Departamento de Estado reconoció los hechos y anunció el despido de dos empleados y medidas disciplinarias contra un tercero. Además, envió a un funcionario -el subsecretario de Gestión Patrick F. Kennedy- al Senado para que informe sobre la stuación. De momento se desconoce si los empleados vieron en los documentos información adicional a los datos personales básicos de Obama y los países a los que ha viajado, pero el caso ha despertado dudas en torno de si había motivos políticos detrás de la revisión. Pero aún si se trata solamente de datos personales, los empleados habrán visto el número de la Seguridad Social de los candidatos, que es como la "huella digital" de los estadounidenses y con la que se puede investigar el historial crediticio y otras informaciones delicadas. Los documentos de ciertas personas de "alto perfil" están marcados con una alerta, de manera que los supervisores se dan cuenta si alguien los revisa sin una razón justificable. Si bien el sistema de computación alertó de la intrusión, no fue hasta el jueves, cuando las autoridades se percataron de la magnitud de lo ocurrido, tras ser consultados por un periodista y revisar las computadoras. La reacción del gobierno fue inmediata y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, llamó por teléfono a los aspirantes demócratas Obama y Clinton para disculparse por el incidente, y tenía previsto hacer lo propio con McCain, quien se encuentra de viaje en París. "Le dije [a Obama] que lo lamentaba y que yo misma estaría muy molesta si me enterara de que alguien ha mirado los archivos de mi pasaporte. Estaré muy pendiente y llegaré hasta el fondo del asunto", señaló Rice. "Nadie de nosotros quiere verse en una circunstancia así, en la que documentos de tu pasaporte son revisados sin autorización", añadió. "Intromisión escandalosa" Rice afirmó que estaba especialmente decepcionada por el hecho de que funcionarios de alta jerarquía del departamento que dirige no recibieron inmediato de esta infracción. "No era de mi conocimiento y queremos tomar todas las medidas necesarias para que una cosa así no ocurra otra vez", subrayó. Según McCormack, los empleados involucrados pecaron de "curiosidad imprudente". "No hay indicios de que tuviesen motivaciones políticas", aseguró un funcionario del Departamento de Estado, que prefirió no identificarse. Esa dependencia ha anunciado el inicio de una investigación formal sobre el incidente. El vocero de la campaña de Obama, Bill Burton, solicitó una investigación completa y que se revele el nombre de los implicados. "Es una intromisión escandalosa en la seguridad e intimidad, obra de una administración que ha mostrado poco respeto por los demás durante los últimos ocho años", afirmó Burton. "El deber de nuestro gobierno es proteger la información privada de los ciudadanos norteamericanos, y no emplearla para fines políticos", agregó. Según la agencia AP, los empleados trabajaban para la compañía Stanley Inc., con sede en Arlington, que provee soporte administrativo y técnico al gobierno. La empresa había firmado esta semana un contrato con el Departamento de Estado, por cinco años y 570 millones de dólares. La polémica por los pasaportes irrumpió en plena campaña demócrata, una de las más reñidas de los últimos tiempos. Según las últimas encuestas, Clinton recuperó el liderazgo y logró detener a Obama, que venía de triunfo en triunfo. La próxima primaria demócrata será el 22 de abril en Pennsylvania, donde la ex primera dama es favorita. El incidente golpeó a la administración Bush y revivió los recuerdos de la controversia que surgió en 1992, después de que funcionarios del Departamento de Estado revisaron sin autorización los documentos del pasaporte y la ciudadanía del ahora ex presidente Bill Clinton, cuando era el candidato demócrata a la Casa Blanca. Agencias AP, AFP, EFE, ANSA y Reuters