martes, 25 de marzo de 2008

Encuestas (otra vez) bajo sospechas

Sugestivas diferencias
Dime quién te contrata y te diré cómo encuestas
Varios cambian la respuesta "regular"

¿Alguna vez se preguntó por qué encuestas que miden lo mismo tienen resultados tan diferentes?
En algunos casos la imagen del político de turno sube; en otros, baja. En otros se da por ganador a fulano o a mengano, y por más o por menos puntos. Aunque el tema o personaje por medir sea el mismo, cada consultora usa metodologías que pueden cambiar drásticamente los resultados de sus encuestas. Eso se ve por estos días en los sondeos que miden la imagen presidencial.
La última semana, una encuesta de la consultora Poliarquía le dio a Cristina Kirchner 47 puntos de imagen positiva. Un número llamativamente bajo para el promedio kirchnerista. Enseguida, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, respondió con cuatro encuestas (de las empresas OPSM, CEOP, Ricardo Rouvier y Analogías, que habitualmente realizan trabajos para el Gobierno) que le asignan entre 65 y 67 por ciento de imagen positiva.
Con los sondeos en la mano y el testimonio de los propios encuestadores, LA NACION descubrió que esa gran brecha entre un número y otro se debe a una simple diferencia metodológica: mientras Poliarquía incluye la categoría "regular" en su pregunta, las otras empresas lo desdoblan en "regular bueno" o "regular malo" o bien usan categorías dicotómicas que no incluyen el "regular", que así pasa a engrosar los números de imagen positiva y negativa.
Según Poliarquía, el 47% de los entrevistados tiene una imagen "buena" o "muy buena" de la Presidenta, un 19% mantiene una impresión "mala" o "muy mala" de ella y una gran franja del 27% la evalúa de modo "regular". Si se infiere que, obligados a definirse, la mitad de ese 27 por ciento (13,5) se inclinaría por una calificación positiva, rápidamente se llega al 60 por ciento de imagen favorable, que podría subir al 65 si la tendencia entre los "neutros" fuera más positiva que negativa. Así de fácil.


Suspicacias
El tema, por supuesto, da lugar a suspicacias sobre las motivaciones políticas para usar un sistema que sube la imagen positiva de la Presidenta o usar otro que la baja, aunque, claro, los analistas consultados por LA NACION se preocuparon por rechazarlas con razones puramente metodológicas.
"La nuestra es una escala muy probada, y además usar el «regular» le permite al entrevistado definirse por el más o menos, una respuesta típica en las encuestas y que da lugar a una opinión intermedia", consideró Eduardo Fidanza, director de Poliarquía. Artemio López (el blog de Artemio) y Carlos Fara siguen el mismo criterio.
Del otro lado, Analía del Franco (de Analogías) y Roberto Bacman (de CEOP) defendieron su método, que usan desde la crisis de 2001. "Yo no uso escalas impares para que la gente no se refugie en el punto medio", señaló Del Franco, que mide la imagen presidencial con muy favorable-favorable-desfavorable o muy desfavorable.
Del Franco reconoció que esas categorías aumentan la imagen positiva, pero recordó que también suben la negativa. "El regular no existe" "El regular no existe, porque la gente siempre tiene en el fondo una opinión positiva o negativa", advirtió Bacman, que usa el mismo criterio que Del Franco.
También Ricardo Rouvier desdobla el regular en positivo y negativo. En cambio, Enrique Zuleta Puceiro, de OPSM, explicó que su consultora (y varias otras) mide, por un lado, los apoyos a la Presidenta con categorías dicotómicas de aprobación-desaprobación y por otro evalúa su desempeño con la escala tradicional que incluye el regular. "En el primer caso, la Presidenta tiene una aprobación de 66 por ciento [es el resultado que difundió Fernández]; en el segundo su nivel de desempeño es del 47 por ciento, el mismo número que le dio Poliarquía", contó Zuleta Puceiro.
Pero el dato nada menor de usar o no el "regular" no es el único que puede variar varios puntos el resultado de un sondeo. En el gobierno de Cristina Kirchner sucede lo mismo que en el de su esposo: su imagen favorable crece en el interior del país y baja en los grandes centros urbanos.
Así, una encuesta realizada sólo en las ciudades los favorecerá menos que otra que llegue a los pueblos y pequeñas localidades del país. Pero un sondeo que incluya el interior profundo es muy costoso. "Cuesta 100.000 pesos, y el único que paga tanto es el Gobierno", confiaron a LA NACION dos analistas que trabajan para el oficialismo.
Así, el Gobierno es el único que contrata el tipo de encuesta que más lo favorece. En síntesis, las encuestas pocas veces mienten; el secreto está en la manera en que preguntan.
Por Laura Capriata De la Redacción de LA NACION

Los sondeos en el mundo
En el mundo globalizado de las encuestas, las consultoras internacionales usan por igual la escala tradicional y la dicotómica. "Depende del tipo de análisis. Tenemos una medición que incluye 5 categorías, donde el regular equivaldría a un 3, pero también usamos otra dicotómica con Aprueba-Desaprueba", señaló Ricardo Hermelo, director de Opinión Pública de TNS Gallup Argentina.
En la filial uruguaya de la consultora Mori Internacional dieron una respuesta parecida, aunque ellos emplean una categoría dicotómica y otra numérica, que va del 0 al 10 para medir la simpatía hacia un político.
En cambio, en la
sede argentina de Mori, igual que en la de Ipsos, desterraron las categorías intermedias. "Si alguien tiene una opinión regular, le repreguntamos para forzarlo a que se defina por positivo o negativo", contó Guzmán Elola, gerente de Mori Argentina.

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