martes, 20 de octubre de 2009

En el tramo final, Mujica recurre a Tabaré para evitar el ballottage


Ignacio Coló Enviado especial
MONTEVIDEO.- Uruguay se guardó lo mejor para la recta final. Cuando la campaña electoral parecía estancarse en la apatía, con poco debate y exagerada parsimonia, la actividad política salió a flote con toda su fuerza en Montevideo, primero con las coloridas caravanas del domingo y luego, ayer, con el tan esperado y publicitado abrazo entre el presidente Tabaré Vázquez y el candidato oficialista, José Mujica.
Después de semanas de idas y venidas, en las que mucho tuvieron que ver las polémicas declaraciones de Mujica sobre la Argentina, el candidato del Frente Amplio se abrazó finalmente con el popular mandatario en un acto en el Puerto de Montevideo, gesto que fue interpretado como un intento del oficialismo de juntar fuerzas y hacer todo lo posible por ganar este domingo en primera vuelta.
La foto juntos "es un gesto" y un hecho "importante", dijo poco antes del encuentro el propio Mujica, que sabe que la popularidad de su posible predecesor es su mejor carta de presentación ante los electores indecisos, que serían más del 10% del padrón, un récord histórico en Uruguay.
El gesto era reclamado insistentemente desde las filas de la coalición, que alista por estas horas una masiva movilización para mañana, cuando cerrará su campaña en la capital.
Son horas decisivas para Mujica, que en los últimos sondeos obtuvo alrededor del 44% de las intenciones de voto y necesita superar el 50% para ganar sin ir al ballottage.
Atento a esta posibilidad, el candidato del Frente Amplio admitió ayer por primera vez la posibilidad de buscar alianzas si no logra una victoria contundente el domingo. "Creo que el próximo gobierno tiene que proponerse lograr el máximo de acuerdos posibles", dijo ayer Mujica, en un sorprendente giro. "No sé si esos acuerdos pueden llegar a un nivel de coalición, pero puede haber acuerdos puntuales", añadió.
"Mujica va a arrasar en primera vuelta", dijo a LA NACION el taxista José Luis Botella, admirador confeso de Vázquez, que después de cinco años de mandato goza de una popularidad que araña el 65%.
"Es una lástima que acá no haya reelección, si no, Tabaré ganaba tranquilo. Pero yo voto por Mujica, porque él va a seguir avanzando en la misma línea que Tabaré. Votar a los otros es ir pa´trás", agrega, mientras avanza con su taxi por la zona del puerto, plagada de banderas tricolores del Frente Amplio que cuelgan de los balcones de las casas.
El politicólogo Adolfo Garcé, del Instituto de Ciencia Política de la estatal Universidad de la República, opinó que "con el abrazo de Vázquez y Mujica aumentan las posibilidades de que el Frente Amplio gane en primera vuelta".
El analista estimó que el encuentro tiene "la mayor significación política para este último tramo de la campaña electoral" y agregó que "el Frente Amplio es favorito, no porque Mujica haya hecho una buena campaña, sino por la gestión del gobierno, que fue exitosa".
Mostrarse cerca del presidente es, para Mujica, enviar un mensaje tranquilizador a los sectores medios y empresariales de Uruguay, al presentarse como el continuador directo de las políticas de Vázquez y no como el guerrillero que fue décadas atrás.
Pero no es ningún secreto que las asperezas entre ambos son reales y se manifestaron en varias ocasiones, como cuando Vázquez dio su apoyo en las internas del Frente Amplio a quien finalmente terminó como compañero de fórmula de Mujica, el ex ministro de Economía Danilo Astori, de perfil más moderado.
El roce más fuerte e incluso llamativo para dos líderes del mismo partido en tiempos de campaña ocurrió después de la publicación del libro Pepe Coloquios , del periodista Alfredo García. En él, un verborrágico Mujica se despachó contra el matrimonio Kirchner -calificados de "patoteros"- y dirigió frases por lo menos ofensivas hacia muchos compañeros de su propio partido.
De viaje en Estados Unidos, Vázquez aclaró que él apoyaba al candidato frentista, pero a veces disentía en las expresiones de Mujica. "Son simplemente estupideces, que yo no comparto", dijo, tajante, el mandatario, en uno de los cortocircuitos más fuertes de esta campaña. Ayer, con el abrazo y las fotos, intentó dejarlo atrás.
Con esta imagen, que vale más que cualquier palabra de apoyo, el Frente Amplio refuerza la ola triunfalista sobre la que se desliza desde el domingo, cuando miles de personas formaron una caravana de autos que se extendió por casi 30 kilómetros y se convirtió en la muestra de respaldo popular más contundente de la campaña y de los últimos tiempos.
Sin embargo, el optimismo tampoco abandona a la fórmula del opositor Partido Nacional, integrada por Luis Lacalle y Jorge Larrañaga, que sigue confiada de sus chances para ir a un ballottage el 29 de noviembre.
Lacalle, que gobernó Uruguay entre 1990 y 1995, alcanza, según las encuestas, el 30% de las intenciones de voto y apuesta a hacerse fuerte en una segunda vuelta gracias al apoyo del otro partido tradicional, el Partido Colorado, cuyo candidato, Pedro Bordaberry, llega al 12%.
Además de presidente, en Uruguay se renovará totalmente el Congreso bicameral y habrá dos plebiscitos: uno para anular la ley de caducidad que perdonó a militares y policías violadores de los derechos humanos en la última dictadura (1973-1985) (ver aparte) y otro para habilitar el voto por correo de quienes viven fuera del país.
Fuente: La Nación

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