lunes, 28 de septiembre de 2009

Alemania, hacia un gobierno de derecha

Luisa Corradini
Enviada especial

BERLIN.? Con el 33,8% de los votos, la canciller conservadora Angela Merkel obtuvo ayer una clara victoria en las elecciones legislativas alemanas que le permitirá formar un gobierno de coalición de centroderecha con el Partido Liberal Demócrata (FPD) de Guido Westerwelle, que obtuvo el 14,5 por ciento.

En los próximos cuatro años, la nueva coalición imprimirá al país un giro a la derecha, sobre todo en materia económica: ambos líderes son partidarios de desregular el mercado laboral para facilitar las contrataciones y despidos, reducir los impuestos por un total de 22.000 millones de dólares y potenciar la producción de energía nuclear.

Conforme a la alquimia de poder que existe en Alemania desde 1949, el líder del principal aliado, en este caso Westerwelle, será vicecanciller y ocupará la cartera de Relaciones Exteriores. Los rumores que circulaban intensamente en el majestuoso edificio donde tiene su sede la democracia cristiana indicaban que el aristócrata Karl-Theodor zu Guttenberg, de 37 años, considerado la gran esperanza del partido, conservará el Ministerio de Finanzas.

Los grandes derrotados ayer fueron los socialdemócratas (SPD), que obtuvieron apenas el 23% de los sufragios, su peor resultado desde la fundación de la Alemania moderna, en 1949. "Es un día amargo para el SPD", reconoció el líder partidario, Frank-Walter Steinmeier, al analizar las cifras que sellaron el final de la Gran Coalición democristiana-socialdemócrata que gobierna el país desde 2005.

En tanto, los Verdes obtuvieron el 10,2% y la Izquierda de Oskar Lafontaine confirmó su potencial al superar el 12%.

"Hemos logrado nuestro objetivo de obtener una mayoría estable y de poder formar gobierno con los liberales", proclamó la canciller, de 55 años, pocos minutos después de conocer los resultados de unas elecciones que registraron la participación más baja de la historia.

Dejó estallar su felicidad al afirmar: "Creo que esta noche podemos darnos el lujo de festejar". Hasta esa frase, aparentemente anodina, anticipó el espíritu de austeridad que caracterizará su próximo gobierno.

La euforia de la victoria no permitió ocultar la importante disminución del caudal electoral que sufrió la histórica alianza que forman la Democracia Cristiana (CDU) y su rama bávara de la Unión Social Cristiana (CSU). El 33,8% que permitió la reelección de Merkel representa el peor resultado de su partido en los 60 años de historia de la Alemania moderna. La CDU perdió 8,8% en relación con las últimas elecciones, hace cuatro años. La nueva coalición con los liberales, surgida de las urnas ayer, cuenta con el respaldo de apenas el 56% del electorado, cifra extremadamente baja comparada con el 69% que totalizó en 2005 laGrosse Koalition de la CDU con el SPD, o el 77% que reunió la alianza roja-verde (SPD-ecologista) formada en 2002 por Gerhard Schröder y Joschka Fischer.

Los principales beneficiarios de ese sorpresivo desplazamiento del electorado son los liberales, que ganan alrededor de cinco puntos con respecto a 2005. Die Linke (la Izquierda), por su parte, mejoró su caudal en cuatro puntos.

El líder liberal Guido Westerwelle, gran vencedor de la jornada, declaró que su partido está "preparado" para "asumir la responsabilidad" de gobernar. El dictamen de las urnas confirmó el retroceso de las grandes formaciones que dominaron la política de posguerra y el crecimiento de los pequeños partidos. Desde 1949, el poder en Alemania estuvo monopolizado por la democracia cristiana y la socialdemocracia y la presencia marginal de los liberales.

"Es el final de la época dominada por los partidos populares", sentenció el politicólogo alemán Peter Loesche, para quien el nuevo sistema de cinco partidos convirtió las elecciones en "una lotería".

A partir de 2002 aparecieron los Verdes, y desde 2005 la coalición de izquierda Die Linke introdujo un componente desconocido hasta ese momento en Alemania.

La consolidación de los pequeños partidos permite pensar que en el futuro el paisaje político alemán podría fragmentarse cada vez más, siguiendo una tendencia que registran otros países europeos.

Esa evolución es también una consecuencia del final de la polarización de la Guerra Fría, que subsistió hasta una década después de la caída del Muro de Berlín, en 1989.

La influencia de los electores de la ex Alemania del Este después de la reunificación oficialmente proclamada en 1990 explica en buena medida el crecimiento de Die Linke. La coalición que dirige Lafontaine reúne el ala izquierda y los sectores obreros de la socialdemocracia y los comunistas reciclados de la ex Alemania Oriental a imagen y semejanza de sus dos principales dirigentes. Lafontaine fue el primer ministro de Finanzas que tuvo Schröder cuando llegó al poder en 1998, pero renunció estrepitosamente seis meses después para protestar contra el giro a la derecha del gobierno socialdemócrata.

El nuevo partido la Izquierda triplicó su caudal en las últimas tres elecciones: pasó de 4,0% en 2002 a 12,2% en 2009.

El Partido Nacional Democrático (NDP), de ultraderecha, fracasó una vez más en reunir el mínimo de 5% que exige la ley electoral para obtener una representación parlamentaria.

En esta recomposición del tablero político alemán, la principal fuerza es el llamado "partido de los abstencionistas": la participación electoral tuvo un nuevo mínimo histórico: 72,5%.

La velada electoral concluyó a las 21. Una hora después, las calles de Berlín estaban vacías y el país se preparaba, como si nada hubiera pasado, a abrir una nueva página de su historia.

Fuente: La Nación

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